En agosto, los días aún son largos y calurosos, pero las temperaturas más frescas a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde invitan ya a tener a mano alguna que otra prenda de abrigo y algún calzado cerrado

Aunque todavía faltan unas semanas para que termine el verano, tenemos ya en mente que más pronto que tarde deberemos ir haciendo el cambio de armario. Cuando llegue ese momento, tendremos que recoger la ropa y el calzado limpio para que al llegar de nuevo la primavera estén listos para vestirlos de nuevo.

Una mujer camina con unas cómodas sandalias de esparto.

En lo referente al calzado, nada hay más veraniego que las sandalias. Son frescas, cómodas y podemos encontrarlas en muchos materiales y diseños. Planas, con cuña o con tacón son muy versátiles y lo mismo sirven para el día a día que para lucir en un elegante evento.

Debido al uso continuado (porque cuando encuentras una sandalia cómoda no quieres quitártela de los pies) y a las altas temperaturas, es normal que sus plantillas terminen sucias, con huellas o con manchas de sudor

Cómo debemos limpiarlas

Para acabar con esa suciedad que las sandalias van acumulando con una puesta tras otra, basta seguir unos sencillos pasos. En primer lugar debes preparar una solución limpiadora mezclando agua tibia con un poco de detergente suave o jabón líquido. También puedes añadir unas gotas de vinagre blanco para desinfectar y desodorizar.

A continuación, sumerge un cepillo de dientes viejo en la solución y frota suavemente las manchas y huellas en las plantillas. El cepillo te permitirá llegar a las ranuras y eliminar la suciedad incrustada. Usa un paño suave o una esponja humedecida en la misma solución para limpiar el resto de la plantilla. Asegúrate de eliminar bien toda la suciedad y el sudor.

Sandalias sobre la arena con la huella del pie marcada.

Con otro paño humedecido en agua limpia, retira cualquier residuo de jabón de las plantillas; esto evitará que se acumule y cause más manchas. Por último, deja que las sandalias se sequen al aire en un lugar bien ventilado, pero evitando la exposición directa al sol para no dañar el material. También puedes secarlas con un paño seco para acelerar el proceso.

Si las sandalias no acaban de oler bien, espolvorea un poco de bicarbonato de sodio en las plantillas y déjalo actuar durante toda la noche. Este neutralizará los olores y absorberá el sudor, dejando tus sandalias frescas y limpias. Además, se trata de un producto seguro para múltiples materiales, incluyendo cuero, gamuza, corcho y plástico. Para retirarlo, basta con que al día siguiente lo sacudas o lo aspires.

Limpieza según el material

Dependiendo de cuál sea el material en el que están confeccionadas tus sandalias, puede que un método resulte más eficaz que otro. 

Gamuza y cuero

Si tus sandalias son de gamuza, aunque no lo creas, el papel de lija será tu mejor aliado. En el caso de que sean de cuero, lo primero que debes comprobar es si está tratado. Esto puedes saberlo dejando caer sobre ellas una gota de agua: si la absorbe, no está tratado mientras que si resbala, sí. En el caso del cuero tratado puedes usar bicarbonato de sodio, dejarlo actuar un día entero y retirarlo después con un trapo humedecido en agua y vinagre. 

Plástico y corcho

Si son de plástico, puedes meterlas a la lavadora y aplicarles, cuando estén secas, un desodorante o pulverizar sobre ellas unas gotas de árbol de té. En el caso de las de corcho, necesitarás agua caliente, un cepillo de púas y un jabón natural específico para este material. Cuando termines enjuágalas con agua fría y no las uses hasta que no estén completamente secas

Ahora ya lo sabes. Cuando toque guardar el calzado de verano, revísalo bien y, si es necesario límpialo con esmero. Apenas te llevará tiempo y de esa forma podrás conservar tus sandalias favoritas siempre limpias y frescas, y lo que es mejor aún, las tendrás listas para calzarlas en cuanto vuelva el buen tiempo.

Un par de chancletas de plástico clavadas en la arena de la playa.