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'Gyotaku', la técnica artística tradicional japonesa para pintar con peces
Se trata de una técnica artística tradicional japonesa que consiste en estampar la imagen de un pez o de otros seres naturales o elementos sobre papel o tela con tinta
Aunque nació en Bilbao en 1966, Almudena Echevarría Campos vive en Plentzia, “un lugar maravilloso”. En esta localidad y en Sopela tiene dos zapaterías: Makuto y Cien Pies, respectivamente. La segunda la abrió hace ya veinte años y la primera acaba de cumplir cuatro. “Tengo la fortuna de compaginar mi actividad profesional y mi afición, el arte y, más concretamente, la pintura”, destaca la polivalente creadora.
De hecho y, teniendo en cuenta esta proactividad, a Echevarría le gustaría centrarse en el Gyotaku, una técnica japonesa que fusiona el arte y la naturaleza a través de la impresión natural de peces. “Siempre he tenido una conexión directa con el mar y me fascina el mundo marino”, puntualiza.
Desde bien jovencita, a Echevarría le ha encantado pintar y a lo largo de su vida ha ido probando diferentes técnicas. Aunque ahora se está centrando en el Gyotaku, también ha pintado al óleo y a la acuarela. “Comencé mi andadura artística pintando mobiliario infantil en Pinki, una tienda de Las Arenas. Recuerdo que pintaba cientos y cientos de dibujos de Peter Rabbit en sillas, cunas, armarios... Me apasionaba. De hecho, sigo pintando tablillas de madera personalizadas para regalar en nacimientos, bodas y otros acontecimientos”, cuenta.
Polivalencia artística
Fue más tarde cuando se atrevió a dar el salto, creando sus propios cuadros de paisajes, bodegones, animales, fondos marinos, horizontes e incluso retratos. “Recuerdo un sinfín de veces estar en el salón de casa con mis hijos correteando alrededor de la mesa del salón que yo utilizaba para desplegar todas mis pinturas, pinceles, trozos de papel cebolla y carboncillo. O aquellos momentos llenos de familiares y conocidos que venían a mis exposiciones y que se celebraban en galerías como Aixerrota Arte (Getxo), Rembrandt o Antonio Miró (Bilbao), Galería Nusuri o Herraiz (Madrid), El Drac (Altea) y en otros muchos locales. ¡Qué bonito compartir con la gente tu misma pasión y poner en valor el trabajo artesanal!”, detalla Echevarría.
Además, cree que estos encuentros son una oportunidad para conocer otras técnicas y artistas, porque constantemente salen nuevos proyectos y enfoques que pueden resultar muy inspiradores para la próxima creación. “Viene muy bien salir de tu círculo para ensanchar el horizonte. Es cuestión de que te pique un poco la curiosidad, tener iniciativa y querer aprender más y más”, matiza.
Hace varios años que se inició en el Gyotaku. Fue a raíz de una visita con su hija y su nieta a la Feria Internacional del Grabado y Arte sobre Papel que se celebró en el Palacio Euskalduna de Bilbao. “Asistimos allí a una demostración de Gyotaku con una sepia enorme. ¡Fue maravilloso, me enamoró la técnica!”, rememora.
Tanto es así que no tardó en ponerse manos a la obra y a experimentar. Muchas veces, comparte largas sesiones de arte con “la más pequeña de la familia”, que muestra mucho interés por aprender y no deja de sorprenderla a través de sus lienzos. Lo cierto es que aquella demostración fue un auténtico descubrimiento y la razón por la que el mundo marino invade hoy sus creaciones. “No es hasta el último instante, cuando levantas el pez del papel, cuando se ve el resultado. Cada obra es diferente y única”, relata.
Evolución
Honestamente, la artista no se “ahorraría nada del camino, porque cada paso es un aprendizaje para alimentar la destreza y el conocimiento”. De vez en cuando hojea su carpeta de láminas que ha ido reuniendo todo este tiempo y, por supuesto que ve una evolución, pero incluso esas que podían resultar “más simplonas” le han permitido lograr las que hace ahora y merecen su lugar igualmente. Almudena Echevarría encara el futuro con mucha ilusión de seguir creando y compartiendo momentos en torno al arte. Está deseando invertir tiempo en lo que le llena y poder hacerlo rodeada de gente que le aporta y enriquece.
“Todas las personas tenemos talentos dormidos”, cree la artista
Echevarría ofrece rincones en sus locales a creadores artesanales para visibilizar sus obras
Almudena Echevarría no concibe su realidad sin el arte. “Ha sido y será una forma de comunicación, transmisión y legado”, puntualiza. Cree que deberíamos practicar más de eso que nos gusta, de lo que nos hace felices, porque siente que a medida que nos hacemos personas más adultas, perdemos esa naturalidad y creatividad que tanto caracteriza a la niñez. “Todas las personas tenemos talentos dormidos en nuestro interior y dedicando un espacio a nuestra frenética lista de tareas, independientemente de la destreza que tengamos, podemos crear cosas preciosas”, opina.
Puntos de contacto
Como puntos de contacto, las zapaterías de Almudena Echevarría se encuentran en dos localidades vizcainas. Una en la calle Akilino Arriola 7 de Sopela ,Cien Pies (946760894), y la otra en Erribera Kalea 24 en Plentzia, Makuto (946859758).
Aparte, Echevarría cede espacio en sus locales a creadores que quieran darse a conocer y vender sus obras. “No importa la técnica ni la edad de la persona, la única condición es que sea una pieza hecha a mano, artesanal”, destaca. Así que tiene una agenda donde va anotando todas las personas que van contactando con ella, con la idea de organizar pequeñas exposiciones rotativas.
Echevarría aconseja que se disfrute y pruebe combinando diferentes técnicas. Que lo que se haga sea con mimo y se le dedique tiempo. “No es necesario ir a clases para que te enseñen la técnica, que estoy convencida de que será enriquecedor, pero ser autodidacta creo que me ha ayudado a no establecer límites y guiones para ser más imaginativa y crear desde cero”, concluye.
Materiales necesarios para esta técnica
Almudena Echevarría cree que no es necesario invertir mucho material para hacer el Gyotaku. “Eso sí, los pescados enseguida se ponen malos y no hay quien aguante ese olor rancio que desprende como hayas olvidado deshacerte de ellos rápidamente”, cuenta.
Solamente necesitamos papel, pincel, tinta, pescado y dejar volar la imaginación. El tiempo que invierte en cada creación es muy variable, según el número de peces y colores que vaya a utilizar. En una mañana puede realizar unos tres ejemplares, pero “como todo en esta vida es prueba y error”. Y es que no siempre consigue trasladar lo que tiene en mente al papel desde el principio, por lo que a veces acaba desechando el pez porque “ya le han salido todas las tripas y no hay quien lo maneje”.
Considera que “¡es toda una experiencia creativa! Por eso, debes también tener claro qué pez escoger”. Según sus características, se logra un acabado u otro, por lo que a ella le gusta elegir peces como la sardina, el rodaballo, el gallo y a veces se atreve con la sepia. “Es más complicado de llevar a cabo la técnica, pero da mucho juego y transmite mucho”, especifica. A veces un pez ocupa la obra entera y otras lo hace un banco que cubre todo el papel. “Es cuestión de imaginación, creatividad y tiempo”, concluye.
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