Aitana Peña es una joven de 18 años que ha vivido lo suficiente como para saber que todo es un enigma colosal y que nada es eterno. Por ejemplo, pasó de disputar el campeonato del mundo de motocross en el circuito de Arroyomolinos (Madrid) en mayo de 2023, donde quedó 25ª, a que en cosa de dos meses le diagnosticaran un tumor. Los especialistas en oncología del hospital de Cruces le dijeron que tenía cáncer.
Fue el pasado 30 de junio. “Un día por la mañana de mediados de junio me vi un bulto en el cuello y fui a hacerme unas pruebas”, recuerda Aitana. La piloto de Abanto-Zierbena, que habla de esta enfermedad con madurez y solvencia, no encontraba la explicación. “El primer impacto fue muy negativo. No estás preparada ni informada para un tema así, que es muy tabú y del que se habla muy poco. Hacer búsquedas en Google tampoco ayuda, la cagamos mucho con eso”, añade.
Tras recibir el diagnóstico, recibió sesiones de quimioterapia de julio a octubre. El tumor remitió completamente, y durante 2024 ha venido demostrando que está lista para ganar campeonatos de motocross o, al menos, luchar por ellos. Tercer puesto en la categoría femenina en la prueba del campeonato de España en Malpartida, Cáceres; tercera en la prueba del campeonato de Euskadi celebrada en Haro; y primera en la disciplina de cross country celebradas en Jerez de la Frontera (Cádiz) y Los Cózares (Granada).
Estos son solo algunos de los resultados obtenidos entre febrero y marzo. Su enfermedad la mantuvo varios meses fuera de la competición, pero en su regreso a los circuitos no ha perdido gen competitivo y está mostrando una ambición asombrosa.
La propia Aitana Peña está “sorprendida” con la rápida aclimatación al circuito. “Hace unos meses no me lo hubiera esperado”, reconoce. “Pensaba que me iba a costar más y que no iba a tener la misma chispa, pero no estoy muy lejos de donde lo dejé. Estoy teniendo unos buenos resultados”. ¿Qué es lo que faltaría para estar al 100%? Para la joven piloto, que este año vuelve a aspirar a los puestos más altos en la categoría de MX2 Junior, el principal hándicap lo constituye el factor físico. “Cuando termino las carreras estoy más cansada de lo habitual y me falta un poco de fondo y resistencia”, afirma.
“Dale gas, Aitana”
El 2 de febrero fue un gran día. La piloto tocó las campanas del éxito en un vídeo que subió a su cuenta de Instagram (@aitanap_212). “Por fin se ha acabado esta carrera, de hecho, ¡la he ganado!”, celebró en un reel en el que se puede leer la frase ‘Dale gas, Aitana’.
“En el hospital me conocían como la de las motos”, dice esta alumna de segundo de Bachiller del instituto Dolores Ibarruri de Gallarta, que el próximo año aspira a estudiar el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD). Aitana también muestra interés por la psicología y reconoce que le llama la atención la rama de la Psicología del Deporte.
Según cuenta, la detección precoz fue clave para afrontar esta patología. Y también le ayudó en la mejora de su calidad de vida el deporte, un arma eficaz durante los meses que se vio sometida a tratamiento. La moto fue su aliado frente a la adversidad. “Hacer deporte es muy importante para la recuperación, física y mentalmente. Sirve para desconectar y tener la cabeza en otro sitio, además de mantenerte en forma.
"Yo me subía a la moto”, explica. Cuando se le pregunta por sus amistades y aficiones, vuelve la mirada al mundo del motor. Lo que de verdad le gusta en esta vida tan incierta es el motocross. Ahí está su mundo, y también su tabla de salvación.
Pasado karateka
Primero, las artes marciales. A los siete años Aitana se apuntó a clases de karate con una amiga. En el recreo los chicos no les pasaban el balón, por lo que pensaron que podían aprender algunos golpes “para pegar” a aquellos niños egoístas.
Pelea, combate, motos. Durante años practicaba karate de lunes a viernes, mientras que el fin de semana hacía motocross. Fueron sus deportes de cabecera. Aitana es cinturón negro.