Vienen de tocar en Tafalla y el 24 de mayo actuarán en Pamplona. Requeridos por todo el Estado, los de Burgos son de pura cepa, de raíz sonora y, al mismo tiempo, modernos. Son actualidad porque acaban de grabar canciones en Garate Studios, Andoain, en manos del histórico Kaki Arkarazo.

El cuarteto castellano tiene una gran conexión con Euskadi, de hecho, uno de los miembros es navarro y la madre de otro, de Legazpi. Su disco Refugios a cielo abierto suena y huele a mimbre… y contemporaneidad.

Me llama la atención, de primeras, el nombre: El Nido. ¿Dónde ponen ustedes los huevos?

-[Risas] Es un nombre metafórico dado al espacio físico y de compañía que teníamos para tocar juntos. Viene del momento en el que retomamos el proyecto. Estábamos todos viviendo una etapa vital brusca, de encaminar personalmente muchas cosas, y cuando quedábamos, todos teníamos esa sensación de calma. Nos ponía las pilas para lo que venía.

Deduzco, por lo tanto, que el local de ensayo era su zona de confort y con la que podían girar.

-Exactamente. Lo que más nos apasiona. Y por toda España.

De Gamonal nos llegan a Euskadi las noticias de sus luchas de calle, pero también la música de La M.O.D.A. o la suya. 

-Es de donde partimos, donde vivimos varios y tenemos la oficina. Un barrio obrero y con las luchas sociales que dices, pero del que también sale mucho arte y música. Es un orgullo poder llevarlo por ahí.

Los vimos tocar en Berriz y me dio la sensación de que son músicos con formación académica, grandes instrumentistas.

-Hay de todo. Rodri, por ejemplo, tiene estudios superiores de guitarra moderna; Álvaro y yo (Nacho) estamos estudiando en conservatorio clásico, pero hemos sido autodidactas y a la hora de hacer canciones aprendemos de quienes nos rodean, de productores, ingenieros, compañeros de profesión... Es un camino que vamos haciendo y nos apasiona.

¿Puede ser también que cada una de sus canciones nacen de un ritmo, muchos de los cuales podrían perderse en la historia, y ustedes están posibilitando que se perpetúen? 

-Es una fuente de inspiración muy grande en el disco y era un objetivo primario que teníamos. Tras una época bastante friki con la música de raíz y popular de nuestra tierra, nos pareció una forma muy bella, llevarla a nuestra música con fuerte presencia de los bailes de nuestra tierra: suenan charros del aliste zamorano, ajechaos de Peñaparda, rueda burgalesa y, por supuesto, jotas. Nos encanta.

Hay cierto auge en el Estado por parte de la gente joven de recuperar el legado musical de la denominada España vaciada. Ustedes son un ejemplo… 

-Ojalá que sí. Es muy bonito que veamos que existen círculos de gente de nuestra generación que se interesa por mantener viva esa llama y que queden en un bar para bailar o para tocar la pandereta, y eso es algo muy potente. O, incluso, por los oficios antiguos. No sé si somos un ejemplo, si la gente lo considera, nosotros felices. Todo ello tiene por detrás mucha sabiduría y mucha potencia. Los mensajes también. Creemos que hay una red de gente que se interesa y que cambia un poco por la perspectiva y el baile, los oficios como la lana, la cerámica... Una maravilla.

En su caso, en disco son más pop e, incluso, indie, y en el formato de directo que los vimos, totalmente orgánicos... ¿Ofrecen diferentes formatos?

-Era una premisa. Dos formatos: el de la creación desde un estudio de producción, y el de la música sonando en vivo con gente delante, como el teatro mismo. No son dos mundos aparte, pero sí diferentes, y que en cada formato lo disfrutes de una manera. No sé si sonamos indie, pop o raíz, pero es la vertiente que más nos llena: una fusión entre lo tradicional y lo moderno. Todos hemos escuchado mucho rock, pop o música de cantautor. Nos gusta ese planteamiento de dos cabezas.

Cuando los vimos actuar iban sin batería…

-Sí, porque era una ermita, pero sí solemos llevar batería y además muy especial, con cosas adaptadas para nuestro sonido. Y bueno, hemos hecho otro formato, incluso con sinfónica. Cuando nos juntamos, la nueva formación va.

Hablando de lo orgánico, es curioso que viviendo en la moda del autotune, conviva lo digital o electrónico con la querencia por lo popular. Esa mirada a la tradición, que canta Nacho Prada. Es decir, dos mundos con jóvenes que adoran ambas cosas.

-Totalmente, y es muy bello. Es bonito que haya gente como Rozalén, Vetusta Morla o Rodrigo Cuevas que llegan a gente de forma masiva con propuestas y mensajes muy diferentes. Nuestra propuesta sonora es otra, pero da mucha riqueza que haya propuestas que beben de lo electrónico, de lo popero o de lo rockero y que tengan ese cuidado hacia la raíz y esa mirada y perspectiva.

Hablemos de la conexión de El Nido con Euskadi: uno de sus componentes, Eneko Lekunberri, es navarro, y en el caso de Rodrigo Cachorro, su madre, natural de Legazpi. ¿Han pensado rescatar o tocar alguna canción del folclore euskaldun?

-¡Lo hemos hecho ya! En los conciertos, nos está llenando la cabeza una nana que tenéis por ahí que es súper bonita, que es Haurtxo polita. Y hay una canción que en directo la acabamos con temas tradicionales de los sitios a los que vamos a tocar y la hemos preparado para hacerla en Euskadi porque es preciosa y caerá en otro tipo de contenido, o igual no lo podía decir, pero bueno…

Los periodistas recibimos las primicias con cariño…

-[Risas] ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! La canción nos encanta...

Ya puestos, ¿qué más pueden avanzar sobre el EP que han grabado estos días?

-Pues… que no está ni claro que vaya a ser un EP. [Risas]. Hemos grabado canciones y estamos megacontentos con ellas. Suenan diferente al primer disco, por lógico proceso de la banda, y estamos megafelices. Han sido cuatro días en Garate fantásticos y no tardarán mucho tiempo en ver la luz. Ya estamos trabajando en cosas nuevas que nos llenan.

¿Cómo es la conexión vasco-burgalesa?

-Muy buena, como en el contexto general. Burgos y Euskadi siempre han tenido una conexión muy cercana. Hemos ido por allí varias veces y te vas encontrando gente increíble, como son Neomak, que vinieron a Burgos a cantar una canción con nosotros, o como Nøgen, que vinieron a Burgos y estuvimos de pintxos y morcilleo, y tocando en su concierto. Es que nos tratáis súper bien, sois más majos que las pesetas.

De hecho, otra conexión es que estos días han estado grabando canciones por segunda vez en Studios Garate, en Andoain, en manos de Kaki Arkarazo (M-ak, Kortatu, Negu Gorriak, Nación Reixa).

-Euskadi es de nuestros sitios top. En el ránking de tartas de queso estáis muy arriba. Y de sidrerías, fans absolutos. No sé si nos cansaremos alguna vez de ir a grabar a Garate porque es un lugar espectacular. Allí ha grabado gente por la que tenemos absoluta admiración como son La M.O.D.A., Depedro o Vetusta Morla. ¿Cómo no vamos a ir para allá?

¿Qué sienten al grabar con Kaki Arkarazo?

-De él aprendemos muchísimo y a veces no lo piensas porque estás trabajando, y es una persona súper horizontal, estás mega a gusto con él y de pronto piensas, pero si estoy al lado de este crack tan relevante, ¡qué locura! A veces llegas a casa y te pones un disco suyo y piensas: “¡pero si he estado con este tío, qué locura!”. Ofrece un nivel profesional tan alto y humano...

¿Cuál es el universo literario de las canciones de El Nido? 

-Es variado, pero en este disco sí está unificado con una idea de búsqueda y viaje hacia la identidad. Y de mensaje de calma ante un momento turbulento de la banda. Buscábamos nuestro nido como refugio y el universo del disco gira sobre ello. Lo bello es que cada cual saca su mensaje. En enriquecedor que, por ejemplo, te digan que tal canción le ha ayudado porque, por ejemplo, lo ha dejado con su pareja.

¿Viven El Nido como si fuera musicoterapia para ustedes?

-Dos de la banda nos dedicamos a ello. Y Eneko es psicólogo. Pero más allá de todo eso que es otra disciplina, somos fruto de una generación que se escapó de casa y vivir en contextos de grandes ciudades genera esa pérdida de identidad de la que hablábamos al comienzo de la entrevista, es el resultado de ese universo letrístico. Las letras, como la música, es un resultado máximo grupal.

Muchas letras históricas son hoy políticamente incorrectas, ¿tienen en cuenta estos aspectos, como el de la perspectiva de género?

-Es que nuestras letras son nuestras. Sí acudimos a cancioneros, archivos o escuchamos cantar a mujeres, pero no tenemos el problema de alguien que cantara un romance. Nuestra música tiene base de raíz, pero nuestras letras hablan de lo contemporáneo. Nosotros vivimos la música de raíz como un acto de sanación porque se canta en comunidad.

Personal


¿Dónde les gustaría actuar? Fuera de nuestras fronteras, para mostrar la música de nuestra tierra y todo el valor que tiene.


¿Con quién? Podría ser con Chris Thile, de Punch Brothers.


Un disco de raíz: Viva quien sabe querer, de Eliseo Parra.


Un sueño del cuarteto: Poder seguir muchísimos años juntos haciendo música y disfrutando de cada etapa.


Una canción popular: El Guri Guri. Nos recuerda a nuestra infancia y muchas veces nos gusta cerrar los conciertos con ella.


Una frase de una de sus canciones: “Siempre rondando al Sol”, de Ícaros.


Una palabra que les guste en euskara: La que se usa para dar a luz, erditu, que se traduce literalmente como dividirse o separar una mitad.


Una palabra en castellano que les guste: Soltar.