Por regla general, en cada hogar se tiene muy bien calculado cuánto pan se come. Por ello suele ser difícil que sobre o que falte. Pero es algo que suele suceder. Un comensal menos o un comensal más, un plato de untar o ese día no se merienda bocadillo. En estos casos la solución suele estar en el congelador.
Bien sea por no despilfarrar alimentos o porque no se quiera comprar todos los días pan, congelarlo es una practica muy extendida. Y tiene su intríngulis para hacerlo bien y que lo podamos comer como recién comprado o hecho, crujiente y esponjoso.
El proceso tiene, y aunque suene evidente conviene recordarlo, dos pasos: la congelación y la descongelación. Ambas deben hacerse de la manera adecuada para luego poder disfrutar de todas las virtudes del pan.
Congelar el pan
De entrada es importante el tipo de pan que se va a congelar, la calidad. Un pan casero, tradicional o hecho con masa madre aguantan mejor el proceso de frío que los panes industriales congelados para su distribución posterior. Lo experto aseguran que volver a congelar estos últimos hace que se rompan las cadenas nutricionales del pan, además de quedar bastante peor a la hora de ponerlo en la mesa.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el pan hay que congelarlo lo más fresco posible. Si se espera a ver lo que sobra, ya habrá empezado a resecarse, por lo que ya no quedará igual. Pero a veces no queda otra ya que estamos hablando del pan que ha sobrado.
Lo mejor es cortarlo en trozos de ración, para que así sea más fácil descongerlarlo y además solo las porciones que hagan falta. Hay que proteger este alimento envolviéndolo en papel film o en bolsas específica para este fin con cierre hermético. El objetivo es doble, aislarlo de posibles olores y de la humedad.
También se puede envolver con una primera capa de papel de cocina y después con papel de aluminio, que hay que apretar muy bien para evitar que se filtre humedad. A algunos panadero no recomienda esto último. De hecho, prefieren una simple bolsa de plástico bien cerrada antes. Lo que sí desaconsejan son las bolsas de papel.
Aunque la conservación puede ser larga, los técnicos aconsejan un máximo de un mes, aunque en panes de muy alta calidad se pueda llegar a los tres.
Descongelar el pan
Si nos acordamos con tiempo, basta con sacarlo un rato antes y dejarlo a temperatura ambiente, aunque dependerá del tamaño. Una barra entera puede tardar entre 20 y 30 minutos. Como es lógico, una porción de ración necesitará menos tiempo. Eso sí, lo ideal es dejarlo sobre una rejilla envuelto en una tela fina y limpia para que se airee bien y no se concentre la humedad. No hay que demorarse demasiado en comerlo porque tiende a secarse rápido.
Si nos ha pillado el toro y hay prisa por sacarlo a la mesa o por hacerse el bocadillo o la tostada, siempre se puede recurrir al microondas, al horno convencional o a una tostadora.
En el microondas.
- Hay que colocar el pan en el microondas tapado con un paño fino. También una taza con agua para mantener la humedad y evitar que se reseque. Si dispone de función de descongelado, elegirla y darle un golpe de 15 segundos. Ir repitiendo el proceso hasta que se descongele.
- Para dar el toque final al pan y que quede crujiente, darle unos minutos en el horno convencional.
En el horno
- Colocar el pan en la bandeja del horno a media altura.
- Debajo, en la parte inferior del horno, un recipiente apto para el horno con agua.
- Hornear a 180°C unos 5 minutos si es una porción. Si es una barra, serán unos 20 minutos.
En la tostadora
Hay algunas tostadoras que cuentan con una función para descongelar pan, pero si no es el caso de la tuya, solo tienes que ir vigilando el pan hasta que veas que está descongelado. Por regla general esto solo sirve para rebanadas de pan.