No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
La tienda de Puros Artesanos Julio en La Palma.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Entrada a la tienda.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
La familia, posando en la plantación.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Las vitolas.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Otro detalle de los puros en las vitolas.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Plantación de tabaco.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Los puros en las vitolas.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Plantación de tabaco a las puertas del chinchal y la tienda.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Publio (Julio) Cabrera Gonzñalez y su hijo mayor.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Secando las hojas del tabaco.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
El tabaco ya seco.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Una caja de puros de esta empresa canaria.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
Imagen de Puros Artesanos Julio.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
El trabajo artesanal diferencia a esta empresa.
A. Zugasti / Cedidas
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma
No hay nada como compartir un buen puro mientras se charla en compañía de seres queridos, con quienes se puede hablar de todo o de nada, en un ambiente relajado. Es en estos momentos donde se encuentran algunos de los placeres más auténticos y simples de la vida. Así lo atestigua la familia Cabrera, que lleva décadas trabajando en la isla de La Palma