La escasa repercusión pública de la última resolución de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU en la que considera que los asentamientos de Israel en los territorios palestinos ocupados es contraria al derecho internacional no le resta al dictamen una importancia innegable de cara al futuro y, en gran medida, explica los orígenes y las razones últimas del conflicto que desde hace casi un año está viviendo momentos especialmente trágicos en Oriente Medio. La CIJ explica que la política israelí de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y en Gaza es contraria a la Cuarta Convención de Ginebra sobre el desplazamiento forzado de personas y es constitutiva de un esfuerzo de anexión contraria al derecho internacional, en especial en lo referente a la explotación de los recursos naturales de estos territorios y a la imposición de leyes nacionales israelíes sobre los mismos. Según el tribunal de La Haya, hay pruebas de que Israel incentiva a su población para que se traslade a territorios palestinos, muchas veces mediante la confiscación de tierras tras la demolición de propiedades palestinas y posteriormente reasigna y legaliza regularmente esos asentamientos. Esta política israelí está provocando efectos irreversibles, según la CIJ, como el mantenimiento y expansión de los asentamientos, el muro de seguridad, la explotación de recursos naturales, la proclamación de Jerusalén como capital de Israel, la aplicación de la ley interna israelí en Jerusalén Este y su amplia aplicación en Cisjordania. Las conclusiones de la Corte Internacional de Justicia no constituyen novedad alguna, puesto que estas actuaciones por parte israelí se han ido produciendo a la vista del mundo y con absoluta impunidad. Lo relevante es la insistencia del tribunal de la ONU en considerar estos hechos como una violación del derecho internacional y en exigir la evacuación de los colonos israelíes y la devolución de las tierras a los palestinos. Sin embargo, Israel continúa sin reconocer a este tribunal de Justicia de Naciones Unidas e ignora sus resoluciones. La guerra que mantiene Benjamin Netanyahu en Gaza –en la que se contabilizan ya 39.000 muertos– se inscribe también en esta constante transgresión del derecho internacional y amenaza con extenderse, como se ha comprobado con el ataque a Yemen.