Los líderes de los Gobiernos de la Unión Europea (UE) se citan desde ayer tras el acuerdo de reparto de los cargos al frente de la Comisión, el Consejo y la Política Exterior, alcanzado un par de días antes entre los representantes en el Consejo de las tres familias políticas históricas participantes en el proyecto de construcción europea. El reparto de responsabilidades, con la popular Von der Leyen repitiendo como presidenta de la Comisión, el socialista António Costa del Consejo y la liberaldemócrata Kaja Kallas al frente de la Política Exterior y de Seguridad Común, responde a las mayorías resultantes de las pasadas elecciones europeas. Pero también al compromiso de estas familias políticas con los principios de la Unión Europea, que no están tan claramente asumido –y en algunos casos rechazados– por las fuerzas de ultraderecha que han incrementado su representación. Nadie concebiría que una fuerza antieuropeísta tuviera en sus manos la orientación, la ejecución o la representación del proyecto y eso descarta al populismo, incluyendo a aquellas fuerzas que han iniciado un lavado de cara y suavizado sus perfiles más adustos –como Meloni en Italia o Le Pen en Francia–, pero siguen sin acreditar su plena adhesión a principios del modelo de convivencia europeo. Esos principios deben presidir la acción política de las instituciones y no ceder a la presión de ideas que no suscriben políticas de igualdad, libertad y solidaridad. El flirteo de Ursula Von der Leyen con estas formaciones, aunque no se materializara, refleja un sentir dentro del Partido Popular Europeo de asociarse a las derechas más radicales. Es preciso estar vigilantes para evitar que la conveniencia introduzca en la agenda común las máximas del populismo. Es inquietante la posibilidad de externalizar a países ajenos la gestión del derecho de asilo, una fórmula que aplica ya Italia en Albania y que la nueva Comisión podría naturalizar para el conjunto de la Unión. No están claras las garantías de esa práctica conforme al derecho europeo, aunque de facto venimos de fórmulas de bloqueo generalizado de la inmigración y de refugiados en particular en Turquía, los Balcanes o en países africanos aplicadas en el pasado sin el debido celo de los derechos humanos. Las soluciones fáciles a problemas difíciles son el germen de problemas mayores.