El lehendakari, Iñigo Urkullu, visita París y lleva a Europa una reflexión de alto nivel, sospechosa a ojos de quienes estén anclados en los modelos estatales de relación que se han revelado miopes ante la transformación global de la interdependencia pero capaz de potenciar la transformación del proceso de construcción europea en tiempos de dudas. La reducción de su análisis a la mera participación de Euskadi en el Ecofin o a la reivindicación de las entidades subestatales con competencias como agentes de primer nivel en las instituciones europeas no haría justicia a la profundidad de la reflexión. Urkullu rescató ayer en el Instituto Jacques Delors referentes que trascienden la sensibilidad abertzale, como Jean Monnet o Alain Lamassoure y emblemas por su compromiso con el proceso de unión europea y su institucionalización. Hoy Europa precisa de un impulso en el que los Estados no son suficientes para ser resolutivos. Acosados, como recuerda el lehendakari, por la evidencia de su inoperancia a la hora de aportar soluciones locales y sus limitaciones cuando se trata de manejarse individualmente en un escenario global, pueden acabar siendo un freno a la evolución del modelo cooperativo europeo y, con él, al desarrollo. Los estados preocupados por blindar sus competencias son menos eficientes que aquellos que aplican sin complejos el principio de subsidiariedad. En ese sentido, el marco multilateral global acredita que, en materia energética, de seguridad y sostenibilidad social, económica y ambiental, la cohesión europea no puede verse limitada por el trazado de una línea en un mapa. Hacia arriba y hacia abajo hay un recorrido que hará más eficiente la cooperación regional entre perfiles sociales, económicos y geográficos afines. Existen realidades institucionales y competenciales ya en el seno de la Unión Europea que lo permitirían, como acredita la experiencia de la Eurorregión Aquitania-Euskadi-Navarra. Condicionar la eficacia de la acción administrativa y su rendimiento para la ciudadanía por evitar un presunto menoscabo de la integridad competencial estatal es un anclaje al decimonónico concepto de estados-nación. La cohesión multinivel, la acción cooperativa de pueblos y regiones con capacidad competencial propia serán garantía de desarrollo y eficiencia en la Unión Europea.