itoria-Gasteiz va a acoger la primera Barnahus (Casa de la Infancia, en islandés) para la protección integral de niñas, niños y adolescentes víctimas de abusos sexuales. Un reto liderado por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales de la consejera Beatriz Artolazabal que responde a la necesidad de proteger a uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad como son los menores. Hoy en día existen en Euskadi más de medio millar de diferentes formas para detectar posibles casos de violencia sexual infantil. Un ingente volumen de puertas de entrada a los que se suma que el niño o la niña tenga que reiterar ante media docena de servicios o sistemas su dolorosa experiencia, lo que, al igual que sucede en el caso de las mujeres víctimas de la violencia de género, provoca su constante revictimización e incide de manera negativa en su recuperación. Con la puesta en marcha de la primera Barnahus, nuestro país da un salto cualitativo en la mejora en la atención de unos menores que nunca debieron pasar por semejante infierno y ofrece una atención coordinada e integral de los sistemas que les atienden en áreas como servicios sociales, salud, educación, justicia y seguridad. Un paso no solo para tratar de garantizar la recuperación de estas víctimas, sino que sirve para ir consolidando un sistema de protección de aquellos que, por su edad o condición, no saben contar lo que les pasa o señalar a sus agresores, en muchos casos de su entorno más cercano. En definitiva, como destacó ayer Artolazabal durante la visita al local de la capital alavesa que acogerá esta Barnahus, se trata de la puesta en marcha de un espacio “acogedor, armónico, seguro y amigable” alejado de comisarías, hospitales y juzgados y que permita al menor ser atendido por un servicio bien coordinado e implicado cuando existe el menor indicio de sospecha o ya casos confirmados de abusos sexuales. Siete de cada diez casos abiertos hoy en día no llegan a juicio por falta de pruebas. Experiencias similares en Estados Unidos y otras ciudades de Europa han logrado duplicar y triplicar el número de arrestos, enjuiciamientos y condenas gracias a la mejora de esta coordinación. Euskadi no será una excepción. El primer paso ya está dado. Ahora solo hay que iniciar el camino con velocidad constante y decidida. l
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