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NOËL D'ANJOUConsejero de Hacienda y Finanzas

“Nos abrimos a que venga capital de fuera, pero nuestro modelo es que la financiación se desarrolle aquí”

El consejero de Hacienda, Noel d’Anjou, repasa el estado de la economía vasca, los obligados cambios que debe transitar y las previsiones para el próximo año

“Nos abrimos a que venga capital de fuera, pero nuestro modelo es que la financiación se desarrolle aquí”Jorge Muñoz

La transformación de la ecomía vasca necesita de amplias modificaciones en diversas vertientes, como la empresarial, la energética, de infraestructuras, de talento, de tecnologías, de presencia internacional... Para impulsarla nació en marzo la Alianza Financiera Vasca, un acuerdo de colaboración público-privada entre el Gobierno vasco y nueve entidades financieras (Federación de EPSV de Euskadi, BBVA, Laboral Kutxa, Kutxabank, Fundación BBK, Kutxa Fundazioa, Vital, BasqueFik y Elkargi). Junto al Plan de Industria- Euskadi 2030, constituye la arquitectura estratégica sobre la que se quiere construir el futuro a largo plazo de la economía vasca. El consejero de Hacienda y Finanzas del Gobierno vasco, Noel d’Anjou, afronta esta y otras tareas, como la negociación presupuestaria, con optimismo y con la experiencia que le da el casi año y medio que acumula en el cargo. Además de todo ello, en esta entrevista reflexiona sobre el parón en la industria, las fortalezas y debilidades en la economía de la CAV, la recaudación, las previsiones de crecimiento para el año que viene y la necesidad de captar ahorros y capitales para activar inversiones modernizadoras.

¿Qué valoración hace de las estadísticas de recaudación de las hsciendad forales? Los ingresos van a crecer este año hasta los 20.092 millones de euros, casi un 2% más que lo previsto inicialmente.

—La evolución ha sido muy positiva. Se ha sobrepasado en un 1,9% la previsión hecha en octubre del año pasado. Es fruto del buen ritmo de la actividad económica. Son crecimientos moderados, pero tanto el consumo como los ingresos por cuenta del IRPF están subiendo mucho. 

Ha avanzado unos presupuestos “expansivos” para el año que viene. ¿Puede concretar algo más?

—Las cifras no están cerradas, pero las previsiones de recaudación del Consejo Vasco de Finanzas Públicas nos dejan con unos ingresos muy importantes. Prevemos que sean unos presupuestos superiores a los del año pasado. Uno de los ejes sobre los que queremos que se asienten es la inversión productiva. No solo a través del endeudamiento de 1.000 millones de euros incluidos en la Alianza Financiera Vasca, y que tendrán su reflejo en los presupuestos, sino también a través de las cuentas ordinarias, donde queremos que la inversión productiva alcance niveles máximos a través de los recursos propios derivados de la recaudación. Queremos que los 1.000 millones incluidos en la Alianza sirvan para movilizar otros 3.000 millones de origen privado. La inversión va a tener una presencia mayor en los presupuestos, porque lo que estamos haciendo es preparar la economía de futuro de Euskadi, y eso supone también preparar a las empresas y a la sociedad.

“Prevemos una mejora el año que viene para el sector industrial, aunque sin grandes maravillas”

La competencia es dura en los mercados de capitales. ¿Qué factores diferenciales es capaz de ofrecer la economía vasca a la hora de captar la atención de los inversores?

—Tenemos capacidades que nos distinguen, como es una fuerte base industrial. También poseemos unas capacidades fiscales que reman a nuestro favor. Somos un país pequeño, con una fiscalidad propia, con plena autonomía, y agilidad en las instituciones. Además, tenemos talento humano. Que todo eso confluya, con un modelo de colaboración público-privada, es lo que nos diferencia. Queremos atraer capital y movilizarlo, pero de forma coordinada. Para esos están las acciones definidas en el Plande Industria Euskadi 2023 y el Plan de Inversiones de la Alianza Financiera.

Volviendo a los presupuestos, ¿confía en una negociación parlamentaria sin demasiados obstáculos?

—El talante y la actitud van a ser la de dialogar y intentar llegar a acuerdos. Cuanto más reflejadas estén las interpretaciones y las ideas de cada partido será un proyecto más rico. Una vez presentado el proyecto, mantendremos contactos con los grupos. Creo que no va a haber ningún problema, por nuestra parte al menos no, pero esperamos que el resto de partidos vengan con una actitud constructiva para poder incluir sus aportaciones.

La previsión de crecimiento para el año que viene es del 1,9%, un poco menor que la de este año. 

—El FMI ha señalado recientementeque 2025 va a suponer una desaceleración a nivel global respecto al año pasado, y el que viene también lo será respecto al actual, pero siempre desde una situación de crecimientos positivos. En el caso de Euskadi, estamos en un entorno europeo en el que Alemania y Francia estarán en crecimientos bajos. Euskadi va a registrar asimismo una desaceleración, con una previsión de mejora del PIB de1 1,9% frente al 2,2% con el que calculamos que se cerrará este año, pero sigue asentada en un crecimiento sólido. La evolución de Euskadi no está tan sujeta como en otros territorios al sector servicios,que también está contribuyendo, sino que es más a largo plazo. Prevemos una mejora en el sector industrial, no solo en Euskadi sino también a nivel global, aunque sin grandes maravillas.

Transcurridos ya los primeros meses desde la aplicación de los distintos aranceles por parte de la Administración Trump en Estados Unidos, ¿qué impacto están teniendo sobre las empresas y la economía vascas?

—La verdad es que las noticias en torno al escenario internacional cambian cada semana, aunque parece que ya está consolidando un cierto escenario de actuación en el plano del comercio. Estimamos que el efecto directo de los aranceles va a ser de 300 millones de euros y el indirecto de 700 millones, con un impacto del 0,33% en el PIB. Pero esto no es algo estático. Habrá que ver como reaccionan las empresas. Hemos actuado como Gobierno. Se han puesto 2.100 millones para luchar contra lo aranceles, no solo en financiación, sino también en avales, con 450 millones de euros y una treintena de empresas interesadas en ellos. Es complicado saber qué va a pasar, pero podemos decir que hemos pasado el susto inicial.

¿Qué análisis hace de la fallida opa de BBVA al Sabadell y qué implicaciones tendrá para Euskadi?

—Los y las accionistas eran quienes debían decidir, y han decidido, poniendo fin a un proceso que, a nuestro juicio, se ha alargado demasiado en el tiempo. Dicho eso, e independientemente del resultado, el BBVA es un banco vasco, con raíces profundas en Bilbao y una larga trayectoria de compromiso con Euskadi, que esperamos pueda fortalecer. Euskadi necesita un sector financiero fuerte, competitivo y con arraigo. 

La diversificación empresarial y sectorial es uno de las obligacionesde la economía vasca. ¿Se avanza más lento de lo deseado?

—Pienso que no. Existen nuevos sectores que llevan su tiempo, pero el ejemplo está en el nuevo ordenador cuántico que ha inaugurado IBM en Donostia. Es una infraestructura que va a generar una serie de actividades con muchísimo desarrollo. Otro sector importante es el de las biociencias. Es necesario que se invierta en ellos, pero eso hay que acompasarlo con la transformación de las empresas. Tenemos una industria de alto valor añadido en distintos sectores. Hay otras, como la siderúrgica, que tiene más problemas, o el automovilístico, que está tocado, pero que también se transforman.

¿Como está la situación para la entrada definitiva del consorcio vasco en Talgo? ¿Está siendo más difícil de lo que pensaban? Una vez que se resuelva, ¿cuál va a ser la orientación con el plan industrial que necesita la empresa? ¿Se plantea el Gobierno vasco entrar en el consejo de administración si la SEPI reclama un asiento?

—Es cierto que está bastante siendo más complejo de lo que pensábamos a comienzos de año. Hay una serie de complicaciones, como resolver las multas, para luego afrontar la refinanciación y tener a Talgo en condiciones de tener un plan industrial, pero hay una serie de factores técnicos que hace que vayan transcurriendo los meses y estemos donde estemos. No obstante, vamos a tener ese plan de desarrollo. Esperamos que en dos meses quede resuelta la entrada del consorcio vasco. Queremos arraigar empresas que son tractoras, pero el Gobierno vasco no va a ser el gestor de Talgo. El plan industrial vendrá de la mano de un empresario, José Antonio Jainaga, que es el que tiene el know how. No pensamos en asientos. 

¿Cree que CAF debería replantearse su contrato en Jerusalén, o comparte lo que ha dicho la empresa, que no dice no haber constatado ninguna vulneración de los derechos humanos?

— Es un tema delicado. El Gobierno vasco solo tiene un 3% en la compañía. No estamos en el consejo de administra ción ni aspiramos a ello. Es una empresa privada que ha hecho sus reflexiones. En 2019, cuando se firmó el contrato, es evidente que no estábamos en la misma situación de ahora, ni tampoco cuando el Gobierno entró ahí. Compartimos lo que dijeron en su comunicado. Creo que hay que dejar a CAF tomar sus decisiones.

Precisamente, desde el sector industrial están advirtiendo de la relantización de la actividad y los últimos datos confirman ese estancamiento. ¿Le preocupa?

—La construcción y los servicios están ejerciendo una aportación destacada al PIB. Es verdad que los últimos crecimientos trimestrales en la industria vasca están en torno al 0,4%, pero para el año que viene se prevé que esté en el 1,6%, una vez pase el actual escenario de incertidumbre para los empresarios, que no saben como actuar ahora. Se están enfrentando a problemas como los aranceles y un creciente proteccionismo, que afectan a una economía abierta como la nuestra. Y aunque el contexto va a ser de desaceleración e incertidumbre, lo cierto es que se van a manejar en un escenario conocido, y pueden acometer nuevos proyectos. De hecho, la inversión de las empresas, la formación bruta de capital y la demanda interna están siendo buenas, y es algo que se va a visualizar mejor el año que viene, una vez se asienten las nuevas condiciones del comercio internacional. A priori, el que viene va a ser un año con un panorama más despejado para la industria. 

El Departamento acaba de presentar el Plan de Inversiones incluido en la Alianza Financiera. ¿Qué propósitos se han marcado?

—Lo que queremos es poner en marcha 1.000 millones de dinero público y movilizar al menos 3.000 millones de capital privado. Puede ser capital de aquí, pero también de fuera, y para eso hemos cambiado ligeramente los estatutos de Finkatuz [El fondo que que tiene como objetivo la participación en el capital de grandes empresas de Euskadi para garantizar que mantengan su arraigo]. Evidentemente, es interesante que venga capital de fuera. Esta estrategia deriva del Plan de Industria, que nos marca los sectores estratégicos en lo que queremos pleantar un arraigo y otros en los que buscamos un crecimiento. El plan concreta los instrumentos financieros que ponemos al servicio de las empresas para canalizar los importes con los cuales queremos reforzar esos sectores. Existen tres grandes bloques. Por un lado, la industria. Segundo, las infraestructuras que este país necesita, puesto que la transformación económica no es solo la descarbonización de la actividad, sino tener las equipamientos suficientes para que se sigan creando empresas. El tercero sería la autonomía estratégica , que pasa por proteger la cadena de valor y evitar dependencias del exterior. Y esto lo hacemos mediante las herramientas para el arraigo, como el fondo Finkatuz, mientras que la transformación de las empresas se aborda con instrumentos de deuda y de capital-riesgo. Queremos avanzar en una amplia gama de sectores, en todo el espectro de empresas, desde pequeñas a grandes, pero también en distintas fases de vida de la empresa.

“El talante en la negociación presupuestaria va a ser el de llegar a acuerdos, no creemos que haya problemas”

¿Cómo están recibiendo en los mercados financieros exteriores el Plan para captar esas inversiones?

—Nosotros nos abrimos a que venga capital de fuera, pero el modelo que tenemos, como hemos visto en Talgo, es que las fuentes de financiación se desarrollen aquí. El núcleo debe estar aquí, en un ecosistema propio. El plan lo hemos dado a conocer y hemos tenido unas impresiones muy buenas, tanto por parte del tejido empresarial, que ven que van a tener más capacidad de financiación, como por la vertiente financiera. Para llegar a hacer este Plan hemos mantenido centenares con el objetivo de identificar las necesidades concretas. Otro de los problemas que hemos detectado es la dificultad de las pymes y de empresas en fase inicial, como startups y semillas de empresas, para captar financiación. Para resolverlo queremos activar vehículos financieros como los del Plan de Inversiones.

Una de las intenciones de la Alianza Financiera Vasca es la movilización, con fines inversores, del ahorro privado de las EPSV, cuyo patrimonio llegó a rebasar el pasado año los 30.000 millones de euros. ¿Cómo están las conversaciones?

—Es uno de los colectivos con los cuales estamos trabajando directamente desde hace varios meses. Nuestro objetivo es compartido y asumido por ambas partes, y es que los ahorros vayan a inversiones en Euskadi. Estamos en buen camino, en sintonía, aunque todavía nos queda avanzar. Existe predisposición y entendimiento. Hemos dejado la fase inicial y estamos dando pasos. Estamos trabajando en algunos instrumentos, y pienso que el año que viene estas conversaciones darán sus frutos.