Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) arrancaron este viernes la fase de negociación de las nuevas reglas fiscales del bloque en una sesión en la que Alemania y Francia mostraron posiciones enfrentadas en relación al grado de relajación de las mismas y las exigencias necesarias para reducir el déficit y deuda públicos.

El ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, llegó a la cita de Luxemburgo con el respaldo de otras diez capitales, plasmado en una carta que publicó en varios periódicos europeos para mostrar que Berlín no está aislada en unas negociaciones que los Veintisiete quieren acabar antes de que acabe el año para aplicar ya en 2024 el nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

"Es una declaración de que Alemania no está sola", dijo a los medios a su llegada al encuentro, antes de prometer que "hay muchos Estados miembros que comparten" la posición de su gobierno y quieren "trabajar en la misma dirección".

Dicha carta la firman también Chequia, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia y Luxemburgo y en ella insisten en la necesidad de que las nuevas reglas presupuestarias incluyan objetivos numéricos concretos para la reducción de los ratios de deuda pública sobre el PIB.

Berlín lo reclama desde el inicio de las conversaciones (propone incluso fijar un recorte obligatorio anual de la deuda del 1 % a los países más endeudados), pero que la Comisión Europea introdujo parcialmente en el borrador legislativo a través de un recorte del déficit público de medio punto cada año.

"Necesitamos un enfoque multilateral, igualdad de trato, objetivos numéricos y salvaguardas comunes. Y no dar a la Comisión mucha libertad para negociar de forma bilateral con los Estados miembros", subrayó Lindner, quien también defendió que las normas tengan que ser "automáticas".

En el lado contrario, su homólogo francés, Bruno Le Maire, reiteró que París se opone a tener reglas "automáticas y uniformes", subrayando que este es el "punto que separa" a unos Estados miembros por lo demás con posiciones "cercanas".

"Sería un error político y económico. Ya lo hemos probado en el pasado y ha conducido a la recesión, a dificultades económicas y pérdida de producción y crecimiento. Es lo contrario de lo que queremos", dijo a su llegada al encuentro.

Le Maire aseguró que Francia quiere normas "firmes y respetadas", pero también "inteligentes" y que dejen margen para invertir.

En este sentido, valoró que la propuesta de Bruselas contempla una diferenciación en función de la situación de cada país, prevé que los Estados elijan su trayectoria fiscal de modo que "no sea impuesta desde el exterior" y reconoce la importancia de las reformas e inversiones.

Tanto Lindner como Le Maire encontraron respaldo a sus tesis en el debate público que tuvo lugar en la reunión de este viernes en Luxemburgo en un reflejo de la complejidad de un expediente cuya negociación recaerá a partir de julio en manos del Gobierno español en calidad de presidencia de turno de la UE.

Por ejemplo, la postura alemana fue refrendada por la ministra danesa, quien afirmó que "una parte vital" del acuerdo final será la inclusión de "requisitos más tangibles de reducción de deuda" e incluso propuso que tenga que bajar cada año "entre un 0,5 % y un 1 % del PIB", dependiendo de la situación de cada país y también del ciclo económico.

En términos similares, también se alinearon con Berlín otros socios comunitarios como Austria, Luxemburgo, República Checa o Estonia.

En el lado contrario, el ministro italiano, Giancarlo Giorgetti, reclamó "una atención y un trato particular" en las nuevas reglas fiscales para aquellas inversiones "consideradas como prioritarias" por la Unión Europea, es decir, aquellas cuyo objetivo es acelerar las transiciones verde y digital.

También en el capítulo de inversiones Estonia, Letonia y Lituania -firmantes de la carta promovida por Lindner- así como Polonia reclamaron un trato específico para el gasto en defensa dado el aumento a raíz de la guerra en Ucrania, pero sin necesidad de llegar a excluirlo del cómputo del déficit.

Pese a las demandas individuales de partida, los Veintisiete comparten el objetivo de compaginar la reducción de unos niveles de deuda disparados por la respuesta a la pandemia y la guerra, con la necesidad de dejar margen a inversiones en prioridades comunes.

Durante el debate, la vicepresidenta económica española, Nadia Calviño, destacó que todos los Estados tienen "un tono constructivo y abierto", lo que da "confianza" en que sea posible lograr un acuerdo antes de finales de este año "integrando todas las contribuciones".