Mikaela Blanco nació en 1944 en Burgos, aunque ha vivido prácticamente toda su vida en Euskal Herria. Por circunstancias familiares tuvo que empezar a trabajar a los 15 años y ha dedicado su vida a trabajos domésticos. Durante los 50 años que estuvo trabajando, tan solo cotizó nueve, lo que actualmente le imposibilita tener derecho a una pensión.

¿A qué edad empezó a trabajar?

Empecé de niñera con 15 años y después, con 18, empecé a limpiar casas. Trabajé en eso hasta que con 52 años me quedé viuda. A partir de ese momento comencé a cuidar a ancianos. Y así estuve hasta los 75 años.

¿Por qué hasta tan tarde?

De 50 años trabajando sólo me aseguraron nueve, en una casa. En el resto de trabajos he estado sin contrato y sin cotizar. Cuando cumplí 65 años no tenía la cantidad suficiente cotizada para poder cobrar la pensión mínima de jubilada, así que no tengo pensión. La pensión de viuda es de 750 euros, así que decidí seguir trabajando para tener una vida mejor.

Con 75 años, ¿qué le llevó a dejar de trabajar?

Con 75 años ya tocaba.

¿Desde los 65 a los 75 años en qué trabajó?

Estuve cuidando de una señora mayor hasta que murió. Sus últimos años estuve interna en su casa. Después de ese trabajo, que además fue tan sufrido, decidí dejar de trabajar.

En 50 años trabajando solo ha cotizado nueve, ¿por qué nadie quiso hacerle un contrato?

En aquella época prácticamente nadie estaba asegurada en este sector. Después, cuando me quedé viuda, tuve muchos trabajos cuidando ancianos, algunos por horas, otros a jornada completa, y en otro estuve interna. Pero ahí pasó lo mismo, nadie me aseguró. Me pagaban por las horas trabajadas y listo.

¿Cómo sería ahora su vida si hubiera podido cotizar?

Mi vida sería estupenda. Si hubiera cotizado llevaría ya 13 años jubilada, pero la realidad es que hasta hace tres estaba trabajando.

Ahora se garantiza el derecho a paro, pero muchas trabajadoras siguen trabajando sin contrato…

Todas deberían estar aseguradas. Las que trabajan por horas también tienen derecho a vivir con la protección que un Estado debe proporcionar. Es una cuestión de dignidad, y aquí nosotras somos las grandes olvidadas.

¿Qué es lo más importante en la lucha de estas trabajadoras?

Cotizar para poder tener una pensión digna. Además del derecho a unas vacaciones, o que si te pones mala puedas pedir la baja. Yo no podía permitirme estar enferma, y si lo hacía a nadie le importaba, tenía que ir a trabajar.

¿Cree que es un sector precario?

Sin duda. Cuando yo trabajaba se nos maltrataba como trabajadoras. Me alegro de que esta ley ofrezca el derecho a paro. Aunque creo que muchas de estas trabajadoras siguen sin tener contrato, por lo que seguirán sin esos derechos. Además, como trabajadora me han tratado fatal. En aquella época estaba muy mal visto ser la ‘chacha’, ni siquiera entrábamos por la puerta principal a las casas.

¿Qué le pide a las instituciones?

Les diría que muchas trabajadoras del sector que ya tenemos una edad no tenemos las pensiones que necesitamos. Sobrevivimos con las pensiones de viudez, que son mínimas. Yo he tenido que trabajar hasta los 75 años para tener una vida un poquito mejor. Le pido a los políticos que piensen un poco en las viudas que hemos trabajado desde niñas toda nuestra vida en estas condiciones tan pésimas para poder salir adelante. Y como yo hay muchas.