- España cerrará 2020 con unas cifras de turistas extranjeros más propias de los años 70 del siglo pasado, como consecuencia de los confinamientos y los cierres de fronteras para frenar la covid-19, que dejarán el saldo anual en torno a los 20 millones, muy lejos de los 83,7 millones de entradas de 2019.
Hasta septiembre entraron en España 16,8 millones de turistas internacionales, 50 millones menos que un año antes, y las perspectivas para final de año están en torno a los 20 millones por las restricciones a los viajes en esta segunda ola de contagios del coronavirus.
El país sobrepasó esa cifra de los 20 millones de turistas en 1970, el doble que seis años antes, coincidiendo con las expansión del turismo internacional, que fue descubriendo los 8.000 kilómetros de costa españoles como un destino seguro, con sol prácticamente garantizado y a precios muy competitivos.
El boom comenzó a finales de los 50 y principio de los 60, cuando entraron 4,3 millones de turistas extranjeros. Eran los años en que España se destapó con el bikini, las suecas y el filón del sol y playa, tan denostado por algunos pero con un impacto indiscutible en el crecimiento de la economía en la segunda mitad del siglo XX.
Según explica Antonio Tena, de la Universidad Carlos III de Madrid, en Estadísticas históricas de España, de la Fundación BBVA, la aceleración de los ingresos reales por turismo se inicia con la apertura del comercio exterior en el año 1959, con el Plan de Estabilización, para seguir con tasas de crecimiento muy altas hasta 1973, tras el estallido de la crisis del petróleo.
En ese momento se produjo un retroceso y se perdió la cota de los 31,6 millones de turistas extranjeros registrada en 1973. En 1977 se recuperaron los 30 millones pero la progresión más destacada, con algún altibajo, se produjo en los ochenta.
Pero, como recuerda Tena, a la vez que crecía el número de turistas y los ingresos por este concepto, el gasto medio real por turista no dejó de caer tendencialmente desde el inicio de los años 60.
La explicación se encuentra -añade- en la fuerte especialización española en un mercado más sensible a la reducción de precios que a la mejora de la calidad del servicio, tendencia que comienza a darse la vuelta en los primeros años noventa.
Aunque la oferta hoy es más variada y con mayor calidad, este es uno de los ejes de debate del sector, que apuesta, en líneas generales, por el desarrollo de nuevos productos, la diversificación de destinos, la regeneración de la oferta de los más maduros y la atracción de clientes con mayor poder adquisitivo.
Las cifras de este 2020 devolverán la foto de principio de los 70: entre enero y septiembre han entrado en España tan sólo 16,8 millones de turistas que, de seguir el ritmo actual y habida cuenta de la intensificación de las restricciones de los viajes, no llegarán a los 20 millones a cierre de año.
En el ultimo trimestre de 2019 entraron en España 16,6 millones de turistas pero en este último tramo del año esa cifra se rebajará hasta el entorno de los 1,5-2 millones si se proyecta lo ocurrido en septiembre, cuando llegaron 1,1 millones (frente a 89 millones un año antes).
En términos de ingresos de los turistas internacionales, España ha recibido entre enero y septiembre 17.715 millones de euros y no sumará mucho más de 1.700-1.800 millones a cierre del año. Es decir, a los 55.800 millones de caída de ingresos respecto a enero-septiembre de 2019 se pueden añadir otros 16.000-17.000 que se pueden perder en el último trimestre del año, si continúa la tónica de septiembre, cuando los ingresos apenas han significado el 10% de los del año anterior.
En resumen, al menos 70.000 millones de euros de ingresos por turismo extranjero evaporados en 2020, a los que habría que añadir los derivados del gasto de los nacionales y todo el movimiento económico indirecto que genera el sector.
La cuenta total es desoladora: Exceltur avanza que este año se perderán 106.159 millones de euros respecto a 2019, que es un 67 % de la caída de PIB total que calcula el Banco de España para el año.