- Recuerda que ha pasado una auténtica pesadilla los últimos meses. El escenario es aun complejo, pero hay mimbres para ser “optimista” en medio de una tormenta sin precedentes y sin preaviso.

¿Hay miedo a invertir?

-Nuestro negocio es un negocio de confianza. Contra el miedo lo único que podemos ofrecer es confianza. Y en nuestro caso tenemos una red capilar que está muy cerca del cliente, que genera confianza y no genera expectativas infundadas

¿Qué se le dice a un cliente, a un inversor, en estas situaciones?

-Hoy al cliente hay que decirle que en el mundo de las inversiones tradicionales la expectativa es de rentabilidad cero o negativa. Para conseguir algo de rentabilidad hay que diversificar. Sabemos que da miedo y por eso proponemos hacerlo poco a poco. Cuesta mucho porque se gana a largo plazo y se puede perder al primer movimiento en falso. Ganamos cuando el cliente gana, no con que haga operaciones como otros. Ganamos con la permanencia del cliente y el cliente solo se queda si percibe que el servicio es razonable. Estamos en esa lucha diaria. En las crisis y en los momentos buenos, siempre hay inquietud y hay que gestionar la incertidumbre.

Sin pararse, sin dejar de invertir.

-Somos financiadores de proyectos. Un fondo, de pensiones, de inversión, sea cual sea su perfil, tiene el dinero de mucha gente y financia proyectos. Puede ser vía acciones, entrando a forma parte de esa empresa, o como bonista, que no deja de ser un empréstito, le das un préstamo al Estado. Somos financiadores de la economía y la economía siempre va a ser capaz de crecer a largo plazo.

¿Hay necesidad de financiación por parte de las empresas?

-Una de las cosas que diferencian en positivo esta crisis de otras es que esta vez los estados, los gobiernos, las instituciones supranacionales, han actuado bien. Con sus aciertos y sus errores, pero no se ha actuado como en la crisis de 2008, qui-tando recursos. Hay un convencimiento de que de esto solo se sale con más financiación, con apoyo, y se ha dado de manera rápida. Hasta Europa, que tiene fama de ir muy lento, ha llegado a un acuerdo para una especie de mancomunación de deudas. Es un hito. Ha habido mucha financiación para las empresas, porque lo han necesitado para seguir adelante. Para recuperar el terreno perdido hay que darles capacidad de financiación a las empresas y que sigan avanzando.

La caída ha sido pronunciada, hay mucho terreno que recuperar.

-Se ha comparado esta crisis con guerras por caída del PIB, pero no ha habido destrucción de capacidad productiva. La recuperación del primer golpe, del cierre total de la economía, ha sido potente. Ahora hay miedo por las nuevas olas, pero la recuperación ha sido más rápida que después de Lehman. La culpa de eso la tiene que no ha habido desmantelamiento de capacidad productiva y que el sector financiero y los estados también han estado con la financiación para las empresas. No creo que la recuperación vaya a ser en uve, no será inmediata, pero sí que estamos en proceso de recuperación. Puede haber distintas velocidades. España tiene un problema, pero tiene que ver con cuestiones anteriores, como es su estructura productiva, la vinculación al turismo. Igual que hay países y sectores que lo van a hacer mejor o peor, también habrá empresas dentro del mismo sector que lo hagan mejor o peor.

¿Hay que diferenciarlas?

-Los estados, los bancos y los gestores de fondos estamos metiendo dinero en el mercado. ¿Hay necesidades? Sí, pero hay que diferenciar las necesidades para perpetuar algo que ya estaba en caída o si son necesidades que van a permitir una reestructuración y que esa empresa sea un objetivo a largo plazo. Quiero tener cierta visión optimista. Hay mimbres para que remontar este impacto tan potente, inesperado y que nadie había visto venir. Ha sido muy difícil de gestionar porque estamos en un terreno inexplorado. Ha habido errores en el camino de los gobiernos, de los inversores, pero hay mimbres para que la economía se reactive.

¿Se percibe menos miedo en estos momentos?

-En el inversor particular hay miedo todavía. Hay quien ha recuperado lo perdido y está pensando en salir. Pero hay que pensar a largo plazo, tener visión estructural. Y tener claro para qué se está ahorrando. Quien ahorra para cuando se jubile dentro de 20 años no puede agobiarse por el mañana. Hay que creer en la economía, en que la Bolsa siempre ha sido rentable a 20 años. Hay que creer en gente que tiene un proyecto, invierte, genera empleo y mueve la economía. El golpe ha sido muy fuerte y costará. En la última crisis había inversores con miedo siete años después.