SEAT TOLEDO 1.6 TDI Regreso con final feliz
SEAT PLANTA CARA A LA CRISIS CON ESPACIO, ACCESIBILIDAD, PRACTICIDAD Y EFICIENCIA ENERGÉTICA
ES una suerte que en Seat no le hayan hecho caso a Joaquín Sabina en eso de que "nunca hay que volver a los lugares en los que se fue feliz", porque nos habríamos quedado sin uno de los automóviles que más prometen en la cada vez más acertada gama del constructor español, el nuevo Seat Toledo. Nacido como verdadero modelo anticrisis, esta cuarta generación del Toledo capea el temporal de la bajada de ventas con argumentos de lo más sólidos: carrocería de tres volúmenes con portón trasero, enorme maletero de 550 litros de capacidad en el que además se aloja una rueda de repuesto de tamaño estándar, habitáculo suficientemente amplio, motores eficientes y con prestaciones más que satisfactorias, equipamiento acertado y diseño exterior atractivo.
Tenía ganas de probarlo, de hecho mi actual coche hubiera sido un Toledo 1.9 TDI de 110 CV de la segunda generación si hubiera contado con una habitabilidad superior, ya que aquella carrocería, con una reducida distancia entre ejes, dejaba poco espacio para las piernas en las plazas traseras si el conductor, como es mi caso, era grande y estaba bien alimentado. Así que dicho y hecho, aquí está el reportaje tras una intensa y agradable toma de contacto de un día a los mandos del nuevo Seat Toledo 1.6 TDI 105 CV Reference.
Para comenzar, su estética exterior está perfectamente calculada. Se muestra discreto, elegante, bien proporcionado, suficientemente grande (4,482 metros de largura, 1,706 de anchura, 1,461 de altura y 2,602 de distancia entre ejes) aunque no intimidatorio por su tamaño, y de líneas muy modernas. Sin duda, un coche con una imagen que va a encajar muy bien el paso del tiempo, como la mayoría de los Seat y de los modelos del Grupo Volkswagen.
Las impresiones en el interior son parecidas. El habitáculo es lo bastante amplio como para alojarnos confortablemente, con una anchura correcta, espacio para las piernas y una distancia libre al techo satisfactoria incluso aunque se supere el metro ochenta de altura. Tan sólo atrás molesta levemente el túnel central para el usuario situado en medio. Por su parte, el conductor se ubica a la perfección, con su acertada butaca regulable y el volante ajustable en altura y profundidad, aunque en un primer momento cueste hacerse a la posición del pedal de embrague, menos a la izquierda de lo habitual. Los asientos, asimismo, aportan la comodidad necesaria para lanzarse a recorrer kilómetros. Y respecto al maletero, es sencillamente de lujo, por capacidad, formas, acceso, altura y profundidad. Un diez aquí.
EFICAZ Y AGRADABLE Las sensaciones a los mandos también convencen. Con toda la información deseable y un ordenador de viaje que aporta los datos oportunos, incluso un indicador digital de velocidad, podemos comenzar la ruta. Buena visibilidad hacia delante y algo menor en la zaga y laterales con su luneta posterior de tamaño reducido -es lo que tiene ser un tres volúmenes y con portón- y sus dos espejos retrovisores exteriores sin efecto panorámico, un detalle a corregir, como la inclusión de la antena a rosca, muy fácil de robar. En relación al diseño y calidad de terminación del habitáculo, nada que objetar ya que todo está de acuerdo a la filosofía del coche, ni siquiera respecto a los plásticos duros del salpicadero, que no hacen daño a la vista y luego tienen su repercusión positiva en la reducción de costes final.
Bien acomodados y con todos los reglajes (asiento, volante y espejos) en su sitio, ponemos en marcha el 1.6 TDI Ecomotive, en este caso con 105 CV a 4.400 revoluciones por minuto (rpm) y 250 Nm de par máximo entre 1.500 y 2.500 vueltas. Dotado de tracción delantera y caja de cambios manual de cinco marchas, este cuatro cilindros sobresale por su brillante velocidad punta, 190 km/h, notable aceleración, de 0 a 100 km/h en 10,6 segundos, y bajísimos consumos homologados: 4,8 litros en ciudad, 3,4 en carretera y 3,9 de promedio, siendo sus emisiones de CO2 en recorrido combinado de 104 gramos por kilómetro. Soberbio en rendimiento y ejemplar en cuanto a eficiencia, desde luego los más viajeros van a disfrutar de lo lindo haciendo kilómetros con este motor porque responde con solvencia y tiene unos consumos bajísimos.
La sonoridad, incluso en la fría jornada de pruebas, con una helada matinal que invitaba a quedarse en casa aferrado al radiador, es contenida y agradable, con la ventaja añadida de que cuando coge temperatura el propulsor pasa a ser totalmente desapercibido. Dinámicamente, el Toledo es un Seat, lo que de entrada nos asegura una respuesta ejemplar en recta y brillante en curvas. Ni en la bacheada, retorcida y exigente carretera que une Pamplona con Jaca en su tramo de autovía todavía sin completar -y lo que rondaré morena, desde que hace veinte años ya se abordara en prensa este proyecto maldito, aunque menos maldito que nuestra inoperante clase política- el Toledo perdía la compostura. Cómodo, estable, ágil, seguro, preciso, rápido y hasta divertido, este nuevo Seat cumple con nota en dirección, frenos, suspensiones y prestaciones. Siendo honestos, mi único pero son unos vetustos y antiestéticos frenos traseros de tambor, que afean las bonitas llantas de aleación y aportan menos eficacia frente a unos discos posteriores, aunque sean más baratos de fabricar.
El rendimiento del motor, viejo conocido de estas páginas, sigue siendo muy bueno. Podría llegar a ser brillante, pero, como en anteriores ocasiones hemos apuntado, la obsesión con homologar cifras de consumo bajísimas lleva a emplear unos desarrollos de cambio muy largos (a 90 km/h en quinta gira a 1.600 rpm y los 120 km/h preceptivos de autopista llegan a 2.150 vueltas, con la zona roja a 5.000 revoluciones), lo que hace que en ciudad a 50 km/h la cuarta sea poco operativa y nos obligue a emplear la tercera marcha, y la quinta quede larga para carretera al menor repecho o si vamos con el vehículo cargado; circunstancias todas ellas que invitan a usar el cambio más de lo aconsejable, aunque su manejo sea irreprochable. No obstante, el rendimiento en potencia y par es excelente, con la ventaja añadida de que sube de vueltas hasta la zona roja con alegría.
Por último, el equipamiento de la terminación Reference aporta todo lo exigible en seguridad y una dotación aceptable en confort, lo que termina por completar una impresión final francamente satisfactoria, a la que se suma un muy razonable precio final de 19.400 euros menos 4.210 de descuento. Lo siento, Sabina, pero volver a donde se fue feliz a veces compensa por completo.