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Pocos cotizantes para tantos jubilados

El sistema de reparto español precisa que existan más trabajadores activos que pensionistas

BILBAO. El sistema español de pensiones públicas se basa en un mecanismo de reparto de prestación definida y no en un esquema de capitalización como erróneamente entiende parte de la población. Las aportaciones de cada trabajador durante su vida laboral no se van acumulando en una cuenta de la que empieza a cobrar cuando se jubila. Las cotizaciones de hoy sirven para pagar las pensiones actuales por un principio de solidaridad intergeneracional.

Que sea de prestación definida quiere decir que en cada momento el porcentaje que representa la primera pensión de jubilación sobre la base reguladora está ya fijada, obteniéndose según las reglas de cálculo vigentes en el momento de la jubilación y que se aplican a varios datos de su historial laboral (los años cotizados, las bases de cotización y la edad en que se accede a la pensión de jubilación).

Que sea de reparto quiere decir que los gastos que se producen cada año (las prestaciones de jubilación, incapacidad, viudedad u orfandad) se pagan con los ingresos que se reciben cada año.

En concreto en España funciona lo que se llama el sistema de reparto: es decir, las pensiones que ahora cobran los jubilados, las pagan las personas que están trabajando en este momento. De ahí la importancia de hacer sostenible el sistema a futuro para que no se dé el caso de que alguien que haya cotizado toda una vida se encuentre con que no hay recursos suficientes en el momento de percibir su pensión.

En el sistema español de reparto, todos los meses se detrae una cantidad de la nómina de cada trabajador en activo para pagar las pensiones de ese mes. Hay una parte que vemos reflejada en la nómina: tenemos lo que se llama la base de cotización, una cantidad de salario, sobre la que se quita un 4,70%. El empresario que contrata al trabajador también tiene que poner dinero, un 23,6% de esa base de cotización.

Y así, con eso, se pagan las pensiones. El sistema por tanto, se basa en la solidaridad intergeneracional. Hoy los trabajadores en activo pagan a los pensionistas actuales pensando que en el futuro, cuando el activo actual sea jubilado, recibirá su pensión con las nóminas de los que entonces estén trabajando.

El hecho de estar pagando esa cantidad todos los meses genera el derecho a cobrar una pensión en el futuro. Cuantos más años se haya cotizado y más dinero se aporte más alta será la pensión a la que se tiene derecho, aunque siempre con un tope que hoy está en unos 2.500 euros al mes.

En este sistema es muy importante, lógicamente, que haya mucha más gente trabajando y cotizando que pensionistas. Por eso ahora, con tasas de desempleo récord, ha habido meses con tensiones de tesorería para pagar las pensiones. Para paliar ese problema se ha recurrido a las huchas creadas en los tiempos de bonanza económica en los que los ingresos superaban a los gastos en el sistema de la Seguridad Social.

En concreto, el verano pasado se utilizaron unos 4.000 millones de euros de lo que se llama el Fondo de las Mutuas. Adicionalmente existe también un Fondo de Reserva de las Pensiones.

En los años de bonanza se consiguió llenar esta hucha con unos 66.000 millones de euros, una cantidad relativamente importante cuando se abonan más de 7.000 millones de euros al mes en pensiones. Una cifra muy importante y en crecimiento porque la generación de trabajadores que se incorpora ahora a la jubilación ha contado con los salarios más altos, lo que les da derecho a prestaciones más elevadas. De ahí la problemática generada con la crisis pues ya hay menos de dos trabajadores por cada pensionista. Y, además, parte de los trabajadores reciben salarios bajos similares a la pensión media de jubilación, de unos 855 euros al mes en el Estado, con lo que su cotización a la Seguridad Social es menor que la de los que se retiran.

Por otra parte, más del 90% del dinero del Fondo de Reserva de las pensiones se ha usado para comprar deuda pública española. ¿Qué significa esto? Pues que el Estado español, que gasta al año cerca de 70.000 millones de euros más de los que ingresa, ha recurrido al citado fondo cuando ha necesitado pedir dinero prestado. Con este problema encima de la mesa las soluciones que se buscan se encaminan a lograr que pagar las pensiones cueste menos. El dilema que el informe de la comisión de expertos no ha zanjado es elegir qué se quiere a futuro: Disponer de una pensión menor o pagar más ahora, vía cotizaciones sociales o vía impuestos, para mantener el poder adquisitivo actual o, hipotéticamente, aumentarlo. Y ello pasa por explicar claramente a los ciudadanos cómo se financian las pensiones y qué peso se quiere que tengan las mismas en el pastel de los gastos del Estado.

Uno por uno en 2050 Hoy, en el Estado por cada pensionista hay menos de 2 trabajadores para pagarle la jubilación. En 2050, debido al envejecimiento de la población, a la baja natalidad y al aumento de la esperanza de vida, algunos cálculos prevén que sólo esté 1 persona en edad de trabajar (16-64 años) por 1 persona inactiva (+64 años y menos de 16 años). Y en un sistema de reparto no se puede mantener el nivel de pensiones si no se aumentan las cotizaciones o el número de cotizantes.

El gasto que suponen las pensiones representa el 10,7% del PIB español, por debajo de la media de la UE, pero en 2050 se calcula que será al menos de más del 14%. El fondo de reserva tenía 63.008 millones a cierre de 2012 (3.807 millones menos que en 2011). ¿Es mucho dinero? Pues teniendo en cuenta que la nómina de los pensionistas asciende a 7.500 millones de euros mensuales con los ahorros sólo se tendría para hacer frente a apenas ocho meses.

Estos datos confirman la existencia de un problema y tiene que ver con la llamada tasa de reemplazo en las pensiones que es lo que un trabajador que ha cotizado durante 35 o más años termina cobrando de pensión de jubilación a partir de los 65 años en relación a su último sueldo. Es decir, si antes de jubilarse se cobra, por ejemplo, un salario de 2.000 euros mensuales y la pensión que se recibe tras la jubilación es de unos 1.000 euros, -la cifra media en Euskadi-, la tasa de reemplazo sería de 50%. ¿Cuál es la tasa en España?: El 94% bruto. En teoría es alta en comparación con la media europea, el problema es que los salarios en el Estado son más bajos que la media.

La cuestión radica no tanto en esa tasa de reemplazo sino en cómo se financia. Y ahí radica el problema porque las pensiones se pagan con las cotizaciones de los afiliados a la Seguridad Social. ¿Se podrá mantener esa tasa de reemplazo si dentro de 40 años hay menos trabajadores por pensionista que ahora? Los expertos consideran que no. Al menos con el sistema actual. ¿Qué hacer entonces? Retrasar la edad de jubilación, aumentar el cómputo para calcular la pensión pasando de los últimos 25 años de la vida laboral a la totalidad pues al principio los salarios son más bajos. Así que cuanto más se amplía el cómputo de vida laboral, más baja la pensión. Otra opción sería modificar el sistema de forma que las pensiones no solo se paguen con las cotizaciones a la Seguridad Social de los que trabajan hoy. En todo caso, el sistema de reparto necesitará más fondos.