Todos los vitorianos que el pasado lunes por la tarde merodeaban el colegio Marianistas se vieron sobresaltados por la disputa de un partido de fútbol con rostros muy conocidos para los que habitualmente siguen este deporte de masas. En concreto, estaba siendo protagonizado por todos los componentes del equipo Veteranos San Ignacio y, entre ellos, sobresalía la presencia de Gaizka Toquero y, sobre todo, Fabinho Tavares, internacional brasileño, uno de los mejores mediocentros del fútbol europeo en la última década y una de las estrellas del Liverpool.
A medida que transcurrían los minutos, cada vez más curiosos se agolparon en el colegio para seguir el desarrollo del juego. No en vano, todos los días no dispone uno de la pintiparada oportunidad de ver en directo en Vitoria a un futbolista de este calibre que, por ejemplo, conquistó la 'Champions' en 2019 y la 'Premier League' en 2020 a las órdenes de Jurgen Klopp.
La pregunta para muchos era obligada. ¿Cuál era el motivo de la presencia de Fabinho en la capital alavesa disputando una pachanga con los veteranos del San Ignacio? Pues bien, el principal responsable de su llegada a Gasteiz, su tío Alexandre Morais, e Uri, un futbolista del equipo, han accedido a contar con todo lujo de detalle para este periódico los entresijos de lo que fue una jornada inolvidable que nadie olvidará.
Para un futbolista del calibre del brasileño, con múltiples compromisos, un ajetreado calendario y contados días de vacaciones, no resultaba fácil encontrar fechas para personarse en Vitoria. Sin embargo, la insistencia de su tío Alexandre, residente en Álava desde hace más de dos décadas y jugador del Veteranos San Ignacio, dio a la postre sus frutos.
"Era la primera vez que venía a Vitoria y le propuse jugar un partido para darle una sorpresa a mis compañeros. Solo lo sabía el entrenador Roberto. Accedió sin problemas porque Fabinho, además de un gran jugador, es una grandísima persona"
“Era la primera vez que venía a Vitoria y le propuse jugar un partido para darle una sorpresa a mis compañeros. Solo lo sabía el entrenador Roberto. Accedió sin problemas porque Fabinho, además de un gran jugador, es una grandísima persona”, relata este simpático brasileño, que en el último momento también convenció para que se sumara a la pachanga a otro conocido como Gaizka Toquero.
El resultado, lo de menos
El partido se organizó a contrarreloj porque no les resultó fácil reservar un campo. Finalmente surgió la opción de Marianistas y todos los protagonistas se pusieron manos a obra para disfrutar de un momento único. Como no podía ser de otra forma, la repentina llegada de Fabinho les dejó “boquiabiertos”. Y es que el brasileño, entre otras virtudes, es un futbolista imponente, que sabe controlar el tempo de los partidos y con una gran salida de balón desde atrás. “Tendrían el placer de jugar con él un partido y eso es un recuerdo para toda la vida”, destaca Alexandre, más conocido en el fútbol alavés como Xandao.
El partidillo constó de dos tiempos de 45 minutos cada uno y los equipos se intercambiaron tras el descanso. El resultado era lo de menos. Se trataba de disfrutar la experiencia y hacer realidad, aunque solo fuera por un día, el sueño de compartir el césped junto a una estrella del firmamento mundial.
“Para mí, fue algo impresionante. Cuando llegó Fabinho, dije… hostia. No me lo creía. Fue un lujo jugar una pachanga con un campeón de la Champions. Una bomba. Me resultó una persona humana y cercana. Además, cuando acabó el partido nos dio las gracias por jugar con él, todo un detalle”, confiesa Uri, integrante del Veteranos San Ignacio.
Fabinho y Toquero hicieron las delicias de un equipo bajo el respaldo del club de Tercera RFEF que se creó hace una década para básicamente “matar el gusanillo”. Integrado por unos 30 jugadores con edades comprendidas entre los 36 y 62 años, se entrena dos días a la semana (lunes y miércoles) en Adurtzabal. “Fue una idea del club para hacer una actividad de veteranos. Se puso un anuncio en un panel y hasta ahora. La mayoría de jugadores no hemos jugado en el Sani. De vez en cuando organizamos partidos ante otros equipos y, por ejemplo, llevamos dos años yendo al Torneo de Veteranos de Salou como colofón a la temporada. Hemos jugado hace poco ante Joan Capdevila”, desvela Uri.
"Fue algo impresionante. Cuando llegó Fabinho, dije… hostia. No me lo creía. Fue un lujo jugar una pachanga con un campeón de la Champions. Me resultó una persona humana y cercana. Además, cuando acabó el partido nos dio las gracias por jugar con él"
Durante más de dos largas horas, Fabinho no solo exhibió sus grandes dotes futbolísticas –jugó un tiempo de pivote y otro de central- sino también su enorme calidad humana. Alejado de cualquier tipo de divismo y sin esa coraza de jugador inaccesible tan extendida en la profesión, atendió todas las peticiones para hacerse fotografías e incluso accedió a ponerse de portero para detener los disparos de varios niños presentes en Marianistas, donde más de uno le ofreció la posibilidad de integrarse en su equipo de cara a la próxima campaña.
En definitiva, una jornada inolvidable para todos los presentes que casi seguro tendrá continuidad dentro de un año con la vuelta de Fabinho a Vitoria. Y es que el brasileño, que apenas estuvo dos días en suelo alavés tras marcharse el miércoles a primera hora, se ha visto cautivado por las bondades del territorio. Sin ir más lejos, le fascinaron la comida y las zonas verdes. Su tío Alexandre ya le ha convencido para repetir experiencia.