Un pañuelo colorado se ata en el gaznate de los aficionados como si fuera una profunda metáfora. Como a Iker Irribarria se le anuda la garganta al notar el calor de un Atano III de Donostia a reventar y todas las sensaciones de dos meses “malísimos” se diluyen como arena entre los dedos. Ya lo había dicho: “Espero una montaña rusa emocional”. No era para menos. El festival de este sábado era especial. Era un homenaje a su figura, honor a la sombra gigante del campeón del Manomanista más joven de la historia, con una zurda con el brillo de un diamante.

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Despedida a Iker Irribarria en el Atano III de Donostia NTM

El sotamano del aramarra nace en lo más profundo de la tierra, a kilómetros, como se enganchan las raíces de los árboles añejos al sustrato. Cuando su palma toca la pelota, ruge la marabunta. Pum pum. Pum pum. Toque de tambores. Pum pum. Rock’n’roll. Un millón de abejas espídicas hunden sus aguijones en el pellejo del cuero y lo obligan a volar, a sacrificarse hasta alcanzar el rebote en un bendito segundo de delirio. La rodilla derecha, la maldita rodilla derecha, deja en la cuneta a un manista especial. Él no toma la decisión, lo hace su pierna. Ya es leyenda. 

“Eskerrik asko, Iker, eta bizitzaz gozatzen segi!”

“Destacaría de él, sobre todo, su fuerza”, explica Unai Laso, actual campeón del Manomanista. Donde está ahora el errotarra, colorado todo el año, ya estuvo Irribarria en dos ocasiones (2016 y 2019). La primera con 19 años. Rompió todas las estadísticas. Fue la pesadilla de Rubén Beloki, al que destronó en bisoñez tanto en el mano a mano como en el Parejas –Iker ganó la txapela de 2017 con Rezusta, con 20 años–. Por entonces, parecía que su futuro era el del martillo pilón, un rodillo. Han pasado ocho años desde su debut y lo deja joven, demasiado joven. Tiene 26 y cierra una etapa dorada. “Su figura es distinta a la de otros, porque es un campeón”, describe Mikel Idoate, que se retiró a la misma edad también por lesión; en su caso, de manos.

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Iker Irribarria deja la pelota: su carrera en imágenes Iñaki Porto/Patxi Cascante/Rubén Plaza

Irribarria recibió una ofrenda a su pelota de tormenta: el Atano III lleno de familiares y amigos, incluidos sus compañeros pelotaris, familia de la que está muy orgulloso de pertenecer. Un pelotari lo es desde la cuna. Se es siempre, vista de blanco o no. Componentes de las dos empresas le hicieron un pasillo al salir a la cancha. Allí estaba también Oinatz Bengoetxea, que le arrebató la txapela individual en 2017. Honor. “Manistas como él engrandecen la pelota”, esgrime Fernando Vidarte, Administrador Único de Aspe, empresa en la que ha habitado hasta este sábado.

Un guion escrito a su medida

Casualmente, su último pelotazo de blanco fue un zurdazo al rebote. ¡Qué vueltas da la vida! Su golpe más recordado fue el que cerró su carrera. Ni el mejor guionista hubiera firmado un desenlace así. La aventura pelotazale de Iker comenzó el 22 de marzo de 2015 y se cerró con un pelotazo terrible. En la cancha, en total, siete txapelas del Parejas. Deslumbrante. Pocos envites con más brillo se pueden montar para dar lustre a un delantero de tamaña talla, quien, a pesar de la dolencia, pudo despedirse de blanco. Ahora empieza otra historia. Quedan miles de páginas por escribir. 

Aunque el partido era lo de menos, el manista guipuzcoano se marchó con victoria: 18-22 y en mitad de una buena racha. Era su cuarto triunfo consecutivo en partidos de primera línea, pues sus tres participaciones como suplente del Parejas se cuentan por victoria. Altuna III, atado directamente a su rival por el cordón umbilical de la pelota a mano –son de la misma generación y de cerca, entrenaron juntos, compartieron club, rivalidad y empresa profesional–, no fue un convidado de piedra.

Altuna III-Martija 18

Irribarria-Zabaleta 22



Duración: 55:54 minutos de juego.

Saques: 3 de Altuna III (tantos 5, 8 y 16) y 3 de Irribarria (tantos 1, 4 y 18).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 406 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 10 de Altuna III, 9 de Irribarria y 4 de Zabaleta.

Errores: 2 de Altuna III, 4 de Martija, 3 de Irribarria y 1 de Zabaleta.

Marcador: 0-1, 1-1, 1-4, 2-4, 2-6, 3-6, 3-7, 6-7, 6-8, 8-8, 12-8, 12-12, 13-12, 13-13, 13-14, 14-14, 14-18, 17-18, 17-20, 18-20 y 18-22.

Incidencias: Partido de despedida de Iker Irribarria disputado en el frontón Atano III de Donostia. 1.560 espectadores. En el primer partido, Elordi-Eskuza ganaron a Elezkano II-Oier Etxebarria (11-22).


En el inicio, con Martija atento, fue capaz de frenar a una combinación musculosa. Estuvieron 12-8. Jokin desplegó su magia. Después, los azules pusieron cemento, Zabaleta clavó cuatro tantos bestiales. Y el marcador cambió de signo. Se fueron hasta el 18-21. Y el delirio fue el zurdazo al rebote de Iker. Una marea granate se levantó. Aplausos. Cuerdas vocales en un nudo. 

Recibió un aurresku, Vidarte le obsequió con una escultura de Iñigo Manterola, Astore le entregó una camiseta para su hija Leia y los compañeros pelotaris le dieron una txapela y un cuadro. Aitor Sarriegi le dedicó un bertso. “Eskerrik asko, Iker, eta bizitzaz gozatzen segi!”, finalizó. Así sea, campeón. La celebración siguió con los de cerca en la sidrería Tximista de Ordizia.