A falta de algunas citas exóticas, el curso ciclista cerró los ojos el pasado fin de semana entre las hojas del otoño que alfombraron Il Lombardia el sábado y el polvo del camino que se pegó en la piel de la París-Tours el domingo. En ese trepidante tránsito por el almanaque, en el que han capitulado nombres ilustres, se han destacado un buen puñado de luminarias en un ciclismo que cada vez rueda más rápido, donde la competencia es extrema.

De entre las estrellas que han pespuntado las carreras, cabe resaltar a Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard, Remco Evenepoel y Wout van Aert. Un cuarteto que ha reinado con firmeza en distintos escenarios. En ellos, además de la consecución de logros magníficos, (Tour, Vuelta, monumentos y Mundial entres otros éxitos) confluyen el rasgo principal que prende a los aficionados. La valentía como libro de estilo. Dispuestos todos ellos a adoptar riesgos para ganar. Eso les impulsa y les otorga un valor mayor a sus éxitos, numerosos y repletos de calidad. 

VALIENTES Y PROTAGONISTAS

En el ciclismo del cálculo, las ganancias marginales y el big data, Pogacar, Vingegaard, Van Aert y Evenepoel representan la ambición y la rebeldía que imperan en los campeones. Todos ellos han completados un curso fastuoso, cada uno con su estilo, pero con el denominador común del deseo por la victoria. Eso les mueve. Son inconformistas. En ese club se han elevado con unos registros maravillosos. Los números los sostienen a través de una actitud atacante todos ellos. Protagonistas de su propia historia. Proactivos

Solo así se puede entender el impacto que han generado. Pogacar, Evenepoel y Van Aert siempre izaron la bandera pirata. Vingegaard, cuyo perfil es más bajo, tal vez debido a su timidez, conquistó el Tour sin renunciar al ataque. Tuvo que defenderse ante el efusivo Pogacar, pero atacó con todo cuando tuvo que hacerlo. Eso le otorgó entrar en el Olimpo. En él levitan por derecho propio Pogacar, Van Aert, Evenepoel y el danés, los mejores de una campaña cada vez más exigente y frenética. El mejor póker de ases.

TADEJ POGACAR, 16 VICTORIAS

Pogacar festeja la victoria en Lombardía. Afp

A Tadej Pogacar le persigue la maldición que condiciona a los más grandes. Cuando uno siempre vence, solo espera que lo siga haciendo. En el mejor de los casos, el premio es continuar en lo más alto. A efectos prácticos es como si se tratara de un empate, dadas las expectativas. En realidad, un campeón solo puede mantenerse en la cúspide. Es su única opción. El resto, le condena. Campeón del Tour de 2020 y 2021 nadie esperaba que el esloveno no fuera el mejor de la carrera francesa. Sucedió que fue segundo por detrás de Vingegaard después de un Tour excelso de ambos.

Pogacar conquistó tres etapas y ofreció un espectáculo portentoso, pero no le alcanzó para someter a Vingegaard. Eso oscurece su rendimiento en otro curso formidable del esloveno, el campeón de todas las estaciones, de punta a punta del calendario. Desde el desierto de los Emiratos hasta el otoño de Il Lombardia.

Totalizó 16 victorias, el ciclista que más laureles ha sumado. Fue el mejor en el UAE Tour (general y dos etapas), la carrera que le sirve de puesta de largo en la sede de su patrocinador. Después hizo diana en la Strade Bianche. Enlazó con la Tirreno-Adriático (general y dos triunfos parciales). Calcó resultado en el Tour de Eslovenia. Tras el julio francés, sumó en el G. P. Montreal, Tre Valli Varesine y cerró con otro monumento para él, Il Lombardia.

JONAS VINGEGAARD, CAMPEÓN DEL TOUR

Vingegaard, durante el Tour que conquistó. Efe

Cualquier curso resulta excepcional si se consuma la victoria en la prueba más prestigiosa: el Tour de Francia. Solo por ello, Jonas Vingegaard se adentra en otra dimensión. La gesta del danés, además, se completó tras derrocar Pogacar, al que todos creían imbatible e inabordable. Apoyado en un equipo de ensueño, el Jumbo, Vingegaard fue capaz de domar al esloveno.

Demostró ser el más fuerte, sobre todo, en la decisiva jornada con final en el Col du Granon y en Hautacam. En el resto de la competición no dio respiro a Pogacar, que no tardó en entender que el danés iba muy en serio. En el Tour del pasado año, Vingegaard dejó durante unos segundos a Pogacar en el Mont Ventoux.

Sin embargo, era imposible prever el crecimiento exponencial del danés, que fue segundo en la edición de 2021 pero a demasiado tiempo del esloveno. En su victorioso Tour, Vingegaard venció en las cumbres del Granon y en Hautacam. Antes, se impuso en una etapa del Dauphiné, carrera que concedió a Roglic, su colega. En febrero alzó los brazos en la Drome Classic y en la Tirreno fue segundo tras Pogacar. Después del Tour, tras digerir una conquista superlativa, se presentó en la CRO Race pasados dos meses de los fastos de París y Dinamarca. Se hizo con dos victorias parciales y cedió la general por un segundo. Ha sumado siete victorias.

REMCO EVENEPOEL, MUNDIAL Y VUELTA

Evenepoel, triunfador de la Vuelta. Afp

De Remco Evenepoel se sabía que era un fenómeno en distintos frentes, un adelantado a su tiempo. Hasta el presente curso era evidente su impacto en las rondas de una semana y en la clásicas, donde su potencia era capaz de otorgarle muchos éxitos. Con el belga se dudaba de su consistencia para las carreras de tres semanas y su resistencia en las montañas. Su victoria en la Vuelta emborronó ese argumento. El belga fue el más sólido. Una fortaleza andante.

Evenepoel ha completado una campaña formidable que le ha elevado un peldaño más y le ha situado entre los ciclistas que se sitúan en la alta aristocracia. El belga no solo se embolsó la Vuelta, en la que logró dos etapas además de la general. Una vez lograda esa hazaña, llegó hasta el arcoíris. Campeón del mundo en Wollongong (Australia), tras otra de sus exhibiciones. Antes de cerrar el curso, Evenepoel se impuso en la Lieja-Bastoña-Lieja, una de sus grandes victorias. Un monumento para su bodega de carga.

Triunfó nuevamente en la Donostia Klasikoa y en el nacional de contrarreloj de Bélgica. El jovencísimo prodigio también llenó las alforjas en el Tour de Noruega, (tres parciales y la general) y en la Volta al Algarve (etapa y general). El curso lo arrancó con la victoria en una etapa de la Volta a la Comunitat Valenciana y lo cerró de arcoíris. Festejó 15 victorias.

VAN AERT, EL GIGANTESCO BELGA

Van Aert, pletórico en el Tour Afp

En los márgenes de las generales de las grandes, nadie como Wout van Aert, un ciclista enorme libra por libra. El belga, un portento, ha completado un curso estratosférico, siempre entre los mejores en las carreras en las que participa. El Tour lo venció Vingegaard pero no para pocos, la actuación del belga, compañero del danés, fue el mejor competidor de la Grande Boucle. Su propuesta resulta hipnótica y salvaje, un canto al ciclismo del tremendismo.

El belga preparó la temporada en el asfalto a través del barro del ciclocross. Venció en nueve de las diez carreras que disputó. Con ese estímulo, estrenó el palmarés con la Omloop Her Nieuwsblad. Recolectó una etapa en la París-Niza. Venció la E3 Saxo Bank. En el Dauphiné obtuvo dos triunfos parciales. Tras eso se personó en el Tour, donde vistió el maillot amarillo antes de conseguir el verde de la regularidad. Van Aert llevó en hombros a Vingegaard.

Se exhibió el belga, que le rescató en los adoquines. Todopoderoso Van Aert, su aportación para la victoria del danés fue sobresaliente. Conquistó, además, tres victorias de etapa: en fuga, al esprint y en crono. Su Tour fue un regalo absoluto para los sentidos. Finalizada la Grande Boucle, Van Aert venció en la Bretagne Classic. Más allá de su currículo de triunfos, Van Aert transciende por su modo de encarar la carreras. Sumó nueve éxitos.