Mirada al cielo. Las manos tapandose la cara. Incrédulo, feliz, muy feliz y a punto de caerse las lágrimas en los ojos. Así ha cruzado Nicholas Kastelein la meta del Ironman de Vitoria. El australiano acababa de proclamarse vencedor y no cabía en sí de gozo. Lo suyo había sido una remontada espectacular. Un triunfo a base de fe, una fe, capaz de derrumbar montañas, como la suya. 

Cualquier otro en su misma situación se hubiera rendido. El corredor afincado en Girona comenzó la carrera a pie a más de 13 minutos del líder de la prueba, su compatriota Cameron Wurf, máximo aspirante a la victoria final. Kastelein tenía dos graves problemas. La desventaja era enorme de cara a los 42 kilómetros finales de la maratón y además tenía una decena de buenos atletas por delante a los que debía superar. Imposible.

Pues no. Para Kastelein no hay imposibles. ¿Quién se atreve a decirle a este triatleta que no es capaz de hacerlo después de haber superado una grave lesión de pelvis y varias costillas rotas en 2021? Si ya fue capaz de volver por sus fueros pese a casi no poder ni entrenar por sus problemas para respirar por culpa de sus dañadas costillas, por qué no iba a hacer ahora la hazaña de remontar la friolera de 13 minutos en 42 kilómetros.

Ironman de Vitoria L. Rico

A buen seguro que las casas de apuestas no daban ni un duro por él. Todos los pronósticos apuntaban en esos momentos a Cameron Wurf. El de Tasmania hizo valer su superioridad en el segmento de la bicicleta. El corredor del Ineos fue el más rápido sobre las dos ruedas y llegó a la transición de la carrera a pie con más de nueve minutos sobre una decena de perseguidores entre los que se encontraban el valenciano Aguayo y el alemán Sowieja.

Estos dos últimos, avanzados los primeros kilómetros, se presentaban como sus principales rivales. Aguayo, de hecho, fue recortando su desventaja a pasos agigantados, hasta el punto de que todo hacía indicar que finalmente se haría con la victoria. Para la media maratón, el triatleta levantino ya estaba a poco más de tres minutos. 

Explosión de Aguayo

Aguayo, segundo en el Ironman de Lanzarote en 2017, parecía estar ya plenamente recuperado de esos problemas cardíacos que le obligaron a renunciar a principio de año al Mundial de la especialidad. Cada vez se acercaba más a un Wurf que paraba en casi todos los avituallamientos a beber y coger un poco de aire. Su esfuerzo sobre la bicicleta le estaba pasando factura y veía cómo Aguayo se acercaba a pasos agigantados y solo era cuestión de kilómetros ver al valenciano en cabeza. A 1m 18s en el kilómetro 25 y a 14s en el 30, parecía que la victoria caería del lado del valenciano.

Ironman de Vitoria 2022 L. Rico

Sin embargo, Aguayo explotaría pasado el kilómetro 33 y se ponía a andar perdiendo el podio y abandonando la prueba. Wurf respiraba. No por mucho tiempo. Había aparecido una nueva amenaza. Su compatriota Kastelein estaba volando. Fue devorando la desventaja a pasos agigantados. Y es que si en el kilómetro 5 estaba a 13m 29s, en el 10 a 12m 24s, en el 15 a 8m 50s, en la media maratón a 6m 05s, en el 25 a 3m 53s, en el 30, cuando aún era cuarto se encontraba a 2m 02s y en el 35, ya se colocó segundo a poco más de 39 segundos de su compatriota. Increíble. Remontada antológica. Ya solo quedaba rematar la faena. Superar a un Wurf que ya veía cómo se acercaba su rival como un tiburón a su presa. 

Kastelein se pondría en cabeza en el kilómetro 37 y ya no cedería ese primer puesto. Una victoria de fe. Un triunfo de alguien que nunca se rinde y que además ganó en Gasteiz batiendo el récord de la prueba en poder de Eneko Llanos desde 2019 en 7h57m. Kastelein acababa de dejar la nueva marca en 7h 52m 50s. Por detrás completaría el podio su compatriota Cameron Wurf, segundo a 38s, mientras que la tercera plaza fue para el alemán Dominik Sowieja a 1m 30s. El podio en un pañuelo. Emocionante a más no poder una prueba que fue para un Kalenstein que una vez más demostró su fe. 

Por último, la portuguesa Hanna de Sousa se hizo con la victoria en categoría femenina, por delante de la húngara Beatrix Cser y la finlandesa Anna Kaisa Pietilainen, que acabaron segunda y tercera respectivamente.