n el ciclismo, los riñones ganan carreras. Lo hacen a golpes. A chasquidos de voluntad. A empellones salvajes. Sin sutilezas. En lo estertores, en el límite, se imponen los riñones. Un solo riñón también es capaz de festejar la vida y la mayor de las conquistas: seguir viviendo. “Sueño con ponerme un dorsal y competir el año que viene. Esa será mi primera victoria”. Tres años después de aquel deseo, Peio Goikoetxea (14 de febrero de 1992, Ermua), al que le extirparon el riñón izquierdo en 2018, celebra la vida y el ciclismo brindando con agua. “Tengo que beber más agua que antes para hidratar muy bien el riñón y para facilitarle el trabajo. En cuanto a la alimentación, he tenido que reducir el consumo de sal. Es lo único que tengo que hacer en ese aspecto”, subraya el ciclista vizcaíno. Goikoetxea es el guía del Tour de Omán, tantos kilómetros lleva acumulados en fugas el ciclista del Euskaltel-Euskadi en sus piernas, doradas bajo el impenitente sol del desierto. Vestido de oro, con el color que le distingue como el rey de la combatividad, una clasificación que mezcla la capacidad en la montaña y la velocidad en los esprints especiales, Goikoetxea se dio otro atracón en la tercera etapa, que venció Charmig.
En carreteras infinitas por el desierto, que al comienzo de la campaña son el set de rodaje predilecto del ciclismo, es dichoso el vizcaíno. “Para nosotros, el Tour de Omán es una carrera importante”, destaca Goikoetxea. La prueba está organizada por A.S.O, la empresa que orquesta el Tour de Francia. La Grande Boucle es el sueño del Euskaltel-Euskadi. La travesía por el desierto es una etapa más para tratar de encontrar el camino de vuelta al julio francés.
En Omán, a Goikoetxea, un ciclista que pone sus piernas al servicio de otros compañeros, le han dado libertad. Vía libre. Corre, Peio, corre. Feliz por la oportunidad, el ermuarra se lanza a la aventura. Le basta con la carretera y la bici. El arrojo le sobra. Al vizcaíno le falta un riñón. El izquierdo. Se lo extirparon a finales de agosto de 2018. El órgano funcionaba mal y era el causante de las numerosas infecciones que padeció el ciclista. La culpa era la de una estenosis que provocó una obstrucción debido a que la sangre no entraba correctamente en el riñón del vizcaíno. “Sabía que algo iba mal, pero no dábamos con ello hasta que el doctor Peio Arrosagaray, de Mendaro Ospitalea, acertó con las pruebas que necesitaba”, recordaba Goikoetxea. Antes de que le operasen, el ciclista hizo pública su dolencia en una carta abierta. “El único objetivo es ponerse bien para hacer vida normal y el resto vendrá como tenga que venir”, decía en 2018. Valiente. Lo sigue siendo.
En el Tour de Omán, una carrera al sol, no le asusta el paisaje lunar, tan seco, tan árido todo, que se funde en la grisura. “El contraste es brutal. Todo parece gris”, subraya Goikoetxea. No solo impacta la panorámica. También las temperaturas. Extremas. Una carrera que se corre sobre brasas. Asfalto ardiente. Compiten los ciclistas a más de 40 grados. “Se notan las altas temperaturas y cuesta un poco. La clave es hidratarse bien pero, sobre todo, veo que me he adaptado muy bien”, desgrana Goikoetxea. Sabe muy bien el ermuarra qué supone adaptarse a otra realidad. Con esos ojos se bebe la carretera y recibe el aplauso de los ánimos que surgen de los pequeños pueblos que salpican las etapas del Tour de Omán. “La gente nos ve como a estrellas. Nos tratan muy bien, son muy hospitalarios y nos animan mucho. La gente está volcada, ahí bastante aficionados, más de lo que parece”, describe el ciclista del Euskaltel-Euskadi.
Goikoetxea se reconstruyó el pasado año después de un revirado 2020, en el que se fracturó el brazo durante la pandemia. Fundido a negro. Pasó el año en blanco. Sin competir. Recién comenzado el curso, el vizcaíno se siente fuerte y afortunado. Se reconoce a sí mismo. De vuelta. “Estoy a mi nivel, disfrutando de la carrera. Pelearé por mantener el maillot dorado, pero tengo claro que también tengo que ayudar a Joan Bou de cara a la general”, concede el ciclista del Euskaltel-Euskadi ante las dos etapas que le restan al Tour de Omán. “Hay que intentarlo siempre”. Ese es su lema. Goikoetxea peleará a golpe de un riñón que vale oro. El color de su maillot.
“Tengo que beber más agua que antes para hidratar muy bien el riñón y para facilitarle el trabajo”
“Estoy a mi nivel y disfrutando de la carrera. Pelearé por mantener el maillot dorado”
Ciclista del Euskaltel-Euskadi