A pesar de que Tanaya Atkinson lleva ya cuatro años viviendo en España, tres de ellos en Tenerife, y desde que fichó por el Araski ya es una gasteiztarra más, la alero norteamericana no se olvida de sus raíces y el pasado verano comenzó un bonito proyecto solidario en New Haven, su ciudad natal. Se trata de un pequeño municipio costero de Connecticut, al norte de Nueva York, con alrededor de 130.000 habitantes, donde Atkinson ha querido poner su grano de arena para ayudar a los niños con menos recursos de la comunidad. "La idea es hacer una especie de vuelta al colegio. Compramos bolígrafos, lápices, cuadernos, libros de texto y todo tipo de material escolar para que las familias no se tengan que preocupar de esos gastos de inicio de curso. También les pago cortes de pelo y les regalo algunas de mis cosas y balones de baloncesto", explica la jugadora.
El año pasado fue la primera vez que tuvo lugar esta entrega de material a la comunidad, aunque no será la última: "Fue una jornada muy bonita, este año lo volveré hacer y me gustaría seguir celebrándolo anualmente antes de que comience el curso escolar". Ilusión y motivos no le faltan para seguir con el proyecto. "Comencé con ello porque conozco lo que ocurre allí y sé lo que es pasarlo mal y apenas tener recursos para ir al colegio, supone un gran esfuerzo para estas familias. Soy muy afortunada de haber llegado a donde estoy y me gustaría que los niños de New Haven tuvieran también esa oportunidad de salir adelante", relata Atkinson. Desde luego, se trata de un bonito gesto y de una faceta quizá desconocida para los araskizales que disfrutan de su talento cada fin de semana en Mendizorroza, además de un esfuerzo destacable teniendo en cuenta que las cifras que se mueven en el baloncesto femenino están todavía muy lejos de las que mueve el masculino.