- Jon Rahm reclamó ayer los focos en la segunda jornada de The Open Championship y se metió de lleno en la lucha por el torneo con la mejor vuelta del día, igualado con el estadounidense Collin Morikawa y el argentino Emiliano Grillo, y la mejor de la semana, seis bajo par. El de Barrika jugó un golf de extraordinario y se quedó a solo un golpe de empatar el récord de Royal St. Georges. Lo malo, o lo bueno porque "es algo que siempre te motiva", es que formó parte de un partido que alcanzó un nivel estratosférico ya que Louis Oosthuizen y Shane Lowry firmaron sendos -5. En concreto, el surafricano concluyó como líder en solitario con once golpes bajo par, dos de ventaja, y durante muchos hoyos amenazó con romper el torneo. Al final, se quedó con el récord del torneo en 36 hoyos y un solo un bogey en dos jornadas en las que su juego ha sido milimétrico.
Morikawa había dejado un liderato de nueve bajo par en el turno de la mañana, un registro ya exigente, y los jugadores que salieron por la tarde aceptaron el reto. En unas condiciones ideales, el campo se convirtió en una fiesta de birdies y Rahm se apuntó con un juego de tee a green impecable. Apenas se dejó un green en regulación y sus hierros funcionaron a la perfección para dejar la bola más cerca del agujero que la víspera y así las oportunidades de birdie fueron mucho más claras. El putt estuvo a tono con el resto de los segmentos y la remontada fue un hecho. 62 puntos ganó el barrikoztarra y eso que hubo varios putts que besaron el borde del hoyo o que se quedaron un par de dedos o menos de ser buenos como le ocurrió en el 10, el 12 y el 16.
Jon Rahm tardó unos hoyos en afinar su juego, parecía que el putt volvía a ser de nuevo un problema porque había empezado su recorrido justo por encima de la línea de corte y no cabían descuidos. Pero en cuanto cayó el primer birdie en el hoyo 6 el golfista vizcaino atrapó toda la confianza y empezó a planear sobre Royal St.Georges. Con otro birdie en el 7 colocó por primera vez en la semana su marcador bajo par y con el tercero en el 9, logró apretar el acelerador. Rahm se olvidó de Oosthuizen porque podía ser frustrante y fue a lo suyo. Un encadenamiento de tres birdies entre el 13 y el 15 le colocaba en posición de luchar el fin de semana por el torneo.
En el tramo final, se le escaparon un par de birdies por muy poco, pero el trabajo ya estaba hecho y ahora puede afrontar el fin de semana de forma muy distinta. Seis golpes le separan del primer puesto, los mismos que antes de empezar la segunda vuelta, pero las sensaciones fueron muy diferentes al dirigirse hacia la casa club. La diferencia de rendimiento con el putt de un día y otro tuvo que ver, según Jon Rahm, con cuestiones eminentemente técnicas: "Cuando acabé el jueves les dije a Adam Hayes (su caddie) y a Dave Phillips (su entrenador) que había que ir al camión de Callaway ya que algo no funcionaba. Y allí, porque me he apoyado estos días, por el calor de Arizona o por lo que sea, vimos que el putt que lo tenía ajustado a 2,5 grados de inclinación había bajado a uno. Y así es imposible patear en estos greenes. Hay veces, casi siempre, que es culpa mía, pero esta vez si puedo decir que el palo no estaba bien".
Ahora está todo en orden, pero de todas formas, si sigue jugando como ayer Louis Oosthuizen, que ganó The Open en 2010 y ha acabado segundo en los otros tres majors, va a poner muy cara la victoria a cualquiera. Pero en el Top 10 y en un margen de seis golpes se han metido jugadores de muy alto nivel y que ya tiene grandes en su palmarés como Collin Morikawa, Jordan Spieth, Dustin Johnson o Brooks Koepka.
Segunda jornada