a vida de Raheem Sterling (Kingston, Jamaica, 8-XII-1994), máximo goleador de Inglaterra en una Eurocopa en la que suma tres tantos y en la que opta a ser considerado mejor jugador del torneo, aúna dolor, agonía, esperanza y resistencia al abrigo de la ilusión que la actual figura del Manchester City nunca perdió a pesar de vivir una traumática infancia. Nacido en Jamaica y criado en sus primeros años de vida en un vecindario peligroso de Kingston como Maverley, donde la delincuencia y la violencia armada de las pandillas marcaban el día a día de las familias, Sterling se vio abocado a llorar con solo dos años el asesinato de su padre en una emboscada, episodio que dejó en él una herida imposible de cicatrizar y que marcó su futuro.
“Su papá lo amaba mucho. La muerte dejó a Raheem devastado y su familia luchó mucho tiempo por aceptarlo”, reveló un amigo de la familia, la cual, sin muchos recursos, hizo de tripas corazón para seguir adelante y criar a un niño que encontró refugio en el fútbol cuando los disparos, en señal de disturbios, le obligaban a estar alerta y a no separar la vista de un entorno que no le devoró. “Mi padre murió baleado y me prometí que no tocaría un arma en mi vida. Dispararía con mi pie derecho”, expuso el propio Sterling, quien pasó a vivir con su hermana en casa de una abuela mientras su madre, la señora Nadine Clarke, emigró a Inglaterra en busca de una mejor vida con el propósito de preparar el terreno para la ansiada llegada de sus hijos. Esta se produjo cuando Sterling tenía cinco años, momento en el que la vida del ahora atacante de la selección inglesa dio un cambio radical.
Poco después de llegar a Londres comenzó a entrenar en la academia del Queens Park Rangers con la ayuda de su hermana, quien le acompañaba a los entrenamientos pese a tener que coger tres autobuses y tardar ocho horas en volver a casa. Ambos, en ocasiones, tenían además que despertarse a las cinco de la mañana para ayudar a su madre, quien trabajaba en la limpieza de un hotel para mantener a la familia. Aquella etapa de su vida tampoco ha pasado al olvido para Sterling, quien relató en una entrevista para la BBC que “hace quince años limpiaba inodoros y me peleaba con mi hermana por ver quién agarraba las sábanas”.
Los problemas, al mismo tiempo, se sucedían en el ámbito escolar, pues Sterling tuvo que cambiar en varias ocasiones de colegio hasta llegar a la escuela especial Vernon House. Su maestro, Chris Beschi, recuerda que “mostraba una gran pasión por el fútbol y recuerdo decirle cuando tenía diez años que si seguía por el mismo camino, cuando tuviera diecisiete años estaría jugando para Inglaterra o en prisión”. “No iba a ser un tipo que trabajara como mecánico o peón. Siempre iba a ser extraordinario”, agregó Beschi, quien observaba con cariño fraternal cómo Sterling acostumbraba a detenerse para fotografiar semanalmente un lugar en construcción en el que se levantaría el nuevo Wembley, donde ahora, con 26 primaveras a sus espaldas, lidera el ataque de Inglaterra tras despegar su carrera en el Liverpool. Fichado en 2010 por el club red, el de Kingston debutó en marzo de 2012 con el primer equipo y en 2015 fue fichado por el Manchester City, que desembolsó 68 millones de euros para reclutar al jugador que, padre de dos hijas y condecorado en junio por la reina Isabel II por su lucha en favor de la erradicación del racismo en el deporte, brilla en una Eurocopa en la que busca las semifinales ante Ucrania.