o cabe duda de que la ausencia de la Unión Soviética en los Juegos de Los Ángeles 1984, por eso de devolver el boicot promovido por los Estados Unidos en la anterior cita olímpica disputada en Moscú, benefició a muchos equipos y deportistas. Sin embargo, uno de los conjuntos al que más favoreció la incomparecencia del bloque del Este fue la selección estatal de baloncesto de la que formaba parte Juanma López Iturriaga. El alero bilbaino nunca ocultó que la retirada de la Unión Soviética de Arvydas Sabonis descartó antes de jugar a uno de los favoritos al podio. Sin embargo, eso no hizo que el camino hacia la plata fuera sencillo, puesto que por el camino tuvo que ganar a potencias como Yugoslavia, a aspirantes como Australia o a una Canadá que no puso las cosas fáciles. Así que España se metió en la final de los Juegos de Los Ángeles por méritos propios y, una vez en ella, nadie le pidió más. Porque enfrente estaban los Estados Unidos de Michael Jordan, Patrick Ewing o Chris Mullin, un equipo aún universitario pero que estuvo a la altura del escenario en el que se disputó la pugna por el oro: el mítico Forum de Inglewood, casas de los Lakers de Magic Johnson, Abdul-Jabaar y cía.
De hecho, el combinado de las rayas y estrellas fue el único equipo capaz de ganar al equipo de Antonio Díaz-Miguel. El seleccionador le dio la titularidad a Iturriaga en la mayoría de los partidos, una gran cantidad de minutos que el alero le devolvió interpretando el contraataque y convirtiéndose en el cuarto máximo goleador del conjunto estatal. Sin embargo, ni el bilbaino, ni Epi, ni Corbalán, ni compañía fueron capaces de ganar a Estados Unidos. Ni aunque jugaran a su máximo nivel. Que lo hicieron. Es más, la selección estatal jugó tan bien, que solo perdió dos encuentros: los dos que le enfrentaron a Jordan en la fase de grupos y en la recordad final. El resto los contaron como victorias. Así, los de Díaz-Miguel comenzaron la cita olímpica con un apretado, casi agónico, triunfo ante Canadá (83-82), después se paseó ante Uruguay (107-90) y Francia (97-82) y no tuvo piedad ante un debutante China (68-101). Cerró el grupo con su primer tropiezo ante Estados Unidos, pero dio igual porque ya estaban clasificados para cuartos de final.
Allí esperaba una Australia que fue la antesala (101-93) del duelo clave ante Yugoslavia. El partido en el que Iturriaga y cía conocerían su techo en los Juegos de Los Ángeles. Los balcánicos se presentaron a esta semifinal con Drazen Petrovic en modo estrella, Drazen Dalipagic dando miedo e Ivan Radovanic dominando zonas y tableros. Pero Díaz-Miguel tiró de estrategia. Propuso posesiones largas y defensa férrea. Pidió un marcador bajo y con él 74-61, la selección estatal se plantó en la final. Misión cumplida. Solo quedó disfrutar de jugar por un oro perdido contra el mejor equipo del mundo. De hecho, la diferencia entre ambas selecciones se vio desde el primer cuarto; por eso, el resultado final (65-95), además de esperado, no empañó la felicidad de un Iturriaga que disputó contra 15 minutos y anotó seis puntos contra los campeones olímpicos.
Retirada en el Caja Bilbao Iturriaga fue uno de los culpables de que la afición al basket trasnochara mucho durante los Juegos de Los Ángeles. Pero el bilbaino era ya un viejo conocido de los más acérrimos seguidores. De hecho, antes de la cita olímpica del 84, el alero ya había levantado varios títulos con el Real Madrid e incluso después de le la plata siguió rindiendo al máximo nivel hasta que en el 88 fichó por el Caja Bilbao, con el que jugaría dos temporadas antes de retirarse. Así pues, en su extenso palmarés figuran siete Ligas, tres Copas, una Supercopa, dos Copas de Europa, una Recopa de Europa, tres Copas Intercontinentales y una Copa Korac. Sin embargo, el mayor éxito de su carrera, ese por el que siempre será recordado -a pesar de que es un comentador televisivo habitual- será la plata en Los Ángeles 84. Esa que ganó ante Jordan.
Díaz-Miguel hizo titular a Iturriaga en la mayoría de los partidos y el vasco le devolvió la confianza con un gran trabajo
A pesar de sus siete Ligas, dos Copas de Europa, tres Copas..., la plata del 84 es el mayor éxito de la carrera del alero