- El experimentado entrenador gasteiztarra regresa a su ciudad a los mandos de un invicto Perfumerías Avenida y admite tener muchos sentimientos preciosos hacia su ciudad y hacia la cultura del baloncesto de la capital y que desea que no desaparezca a pesar de los cambios generacionales.

Ha vuelto a España de la mano del Perfumerías Avenida con un contrato de tres años, ¿Cómo está transcurriendo todo?

-A pesar de estar con la dificultad que todos estamos viviendo, bien. Estoy contento con el día a día. Creo que tengo un gran grupo que está trabajando bien y que, además, nos costó mucho construirlo por las circunstancias económicas que atravesaba el sponsor en verano. Al final, hicimos un buen equipo que tiene química, que trabaja y que su punto fuerte es el esfuerzo diario.

Su relación con el Perfumerías Avenida llevaba mucho tiempo fraguándose. ¿Qué fue lo que finalmente le convenció?

-Lo que me hizo decidir fue que hablamos muy pronto. En febrero ya nos reunimos por primera vez para vernos cara a cara y nos dijimos lo que pensábamos. Eso es muy importante, el poder conocer a las personas y desde el principio intentar ser socios para respetarnos y que entre los tres tomemos las decisiones para mejorar el club. Yo me fui de Sopron porque deportivamente no había objetivos que conseguir y el club ya había mejorado en todos los aspectos, tanto deportivos como estructurales. En el Perfumerías me gustaría tener esa sensación de seguir mejorando porque, además, hoy en día si no mejoras, empeoras.

A principio de temporada comentó que sería año difícil por la crisis, pero están imparables.

-A día de hoy estoy contento, pero siempre hay cosas por mejorar y aún queda mucho camino por recorrer. Y eso mismo les digo a las jugadoras. Al final, en el deporte y más con la situación actual, tú eres lo que haces cada día. El entrenar bien diariamente hace que eso se refleje en cómo competimos porque, por encima de ganar o perder, lo importante es competir cada día y eso te lleva a lo que tenga que venir. Yo no genero expectativas, pero sí que está el derecho a soñar y a hacerlo a lo grande, aunque con realismo. Lo que no puedes hacer es soñar con ganar la Euroliga sabiendo que está el Ekaterimburgo, Praga, Fenerbahce, Lyon€ con 20 veces más presupuesto. Lo que tenemos que hacer es competir contra ellos, como hicimos con el Kursk que, aunque sea difícil, siempre hay que jugar.

El Perfumerías Avenida no gana la Liga desde la temporada 2017/18 y las dos ligas femeninas de su palmares las ganó ante ellos. ¿Es como una especia de deuda que les debe ahora como entrenador?

-No, hombre, no. Mi deuda sería el no trabajar bien cada día, el irme a la cama pensando que no he hecho bien mi trabajo. Además, evidentemente cuando yo trabajé para Ros Casares intenté hacerlo lo mejor posible para ellos de igual manera que cuando he entrenado al Girona o en cualquier otro equipo en el que he estado. Lo que sí que siento es una responsabilidad. Mi deber es ser el mejor entrenador que pueda ser en este club y en este momento.

Hablando de baloncesto, ¿Salamanca y Vitoria se parecen?

-Vitoria es la number one. Como Gasteiz no hay nada, con todo el perdón, permiso y respeto hacia Salamanca. Pero yo vengo de San Viator, de una cultura de baloncesto increíble que posiblemente sea equiparable a lo que se vivió en su momento en Badalona. Vitoria tiene una historia, una cultura del baloncesto y algo especial, como una aureola que la hacen muy difícil de igualar aunque es verdad que Salamanca y el Perfumerías Avenida representan una cultura de baloncesto, esfuerzo y orgullo de la ciudad. Y en ese sentido sí que se puede equiparar al Baskonia o a lo que está intentado Araski. Es lo que llamamos el orgullo de la ciudad pequeña de poder competir al máximo nivel.

¿Cómo ve la cantera de Vitoria a día de hoy?

-Mi experiencia me dice que eso viene de los entrenadores. Por ejemplo, yo tuve la suerte de estar en San Viator y tener la cultura del baloncesto desde mis propios profesores, entrenadores o mi preparador de educación física. En todo ello, Juan Pinedo fue muy importante porque tiene esa cultura de esfuerzo y trabajo, y de crear entrenadores llegó gente como Alberto Díaz o muchos otros que me vienen a la mente. Al final, esto es como las fichas del dominó, una empuja a la otra y así sucesivamente para transmitir el conocimiento para que otros vayamos cogiendo el testigo. Ahora creo que eso se ha perdido. Y esto lo digo con todo el cariño y respeto. Ahora hay mucha gente joven que entrena, pero parece que les falta vocación. Da la sensación de que les preocupa más si van a ganar los 200 euros o van a estar dados de alta en la Seguridad Social. En mi época, cuando era estudiante de COU, yo tenía toda la ilusión por entrenar, por estar ahí a las cinco y media para coger los balones, los aros y limpiar todo para que a las seis cuando salieran los niños lo tuvieran todo listo. Para mí, cada entrenamiento era un fiesta. Tenía una auténtica vocación. Es más, ni me pagaban. Simplemente lo hacía porque me apetecía. Y ese sentimiento se transmitía de unos a otros. Y lo mismo sucedía en otros colegios, como en Marianistas, Corazonistas o en la ikastola Ugartzi con Txema Kapetillo. Con todo esto quiero decir que antes existían unos círculos de baloncesto que ahora no existen, y las prioridades parecen haber cambiado, pero tanto en la gente que enseña como en los adultos. Y es que se enseña más a ganar que a aprender. Y todo esto se refleja en que salen menos jugadores y que hay menos cultura. Quizá sea injusto en muchas cosas que he mencionado pero he intentado resumirlo lo mejor posible.

El Araski sigue dando pasos al frente con su filosofía. ¿Sería posible que con el tiempo acabase jugando en Europa?

-Hay que pensar siempre en grande. Yo vengo de entrenar al Sopron, ciudad de 60.000 personas y jugamos dos Final Four. Lo que hay que pensar es en la cultura del club, cómo es de grande, qué sueños se tienen y qué apoyos tiene, y a partir de ahí ir creciendo. El Araski está siendo progresivo año a año y ahora mismo es un equipo que compite con cualquiera. A día de hoy, y aunque le ha costado un poquito, ha encontrado en estos últimos partidos un crecimiento donde ha logrado encajar las piezas y cada jugadora ha encontrado su rol. El Araski tiene un roster y un equipo para competir con cualquiera. Pero la verdad está clara, temporada tras temporada sube un escalón.

¿Qué partido espera ante el Araski?

-Muy difícil. Simplemente hay que ver los últimos resultados del Araski para ver cómo han dejado a sus rivales con muy pocos puntos y que han competido ante Girona o Valencia. Parece ser que ya han encontrado la solidez y la cohesión que buscaba su entrenadora. Aparte de que no jugamos en Mendizorroza, jugamos en San Andrés, con lo que todo se complica. Nosotros tendremos que ir con las ideas muy claras para competir y así tener posibilidades de ganar.

Su primera vez como entrenador en un banquillo en Vitoria aunque sea en el equipo rival ¿Qué sentimientos le despierta?

-Volver a Vitoria es volver a ver a mi gente, que aunque no disponga de mucho tiempo voy a poder verla, como a mi madre con quien me podré tomar un café, con la distancia prudencial. Al final, es respirar Vitoria, que yo siempre digo que cuando puedo ir y paso Logroño en coche siempre bajo la ventanilla -aunque haga frío, llueva o nieve o haga calor- para respirar a verde a trigo€ En definitiva, a la ciudad. Es que se me ponen los pelos de punta. Evidentemente cuando llegue con el autobús respiraré hondo. Además, San Andrés está en frente de San Viator, donde yo he entrenado toda mi vida, donde me han hecho correr toda la manzana seis vueltas para hacer 3.000 metros como decía Juan Pinedo. Al final, se te vienen muchas cosas a la cabeza.

¿Se ha imaginado entrenando a algún equipo en Vitoria?

-Soy un entrenador que se guía por retos. A lo largo de mi carrera me han llegado a ofrecer un buen contrato -casi hasta vitalicio- que cualquier persona habría aceptado, pero no lo hice porque pensé que ya había realizado todo mi trabajo en ese lugar y que no veía objetivos. Ahora, en el Perfumerías Avenida con el pasito atrás en el aspecto económico, para mí era un reto el seguir manteniendo el nivel de este club e incluso mejorarlo. En el futuro no sé dónde voy a estar, ni si en el baloncesto femenino o en el masculino.

El baloncesto femenino sigue dando pasos adelante, ¿Cuál es el siguiente a dar?

-Jugadoras que habían salido al extranjero por el tema económico están volviendo a España y el nivel de la Liga ha subido y los propios equipos ACB están empezado a ver que deben tener la rama femenina. Para mí, el siguiente paso es que las empresas y los sponsors se den cuenta de que esponsorizar al femenino tiene retorno. Y de esto se empezarán a darse cuenta marcas deportivas como vestir a la mujer, alimentación, bienestar€ Como detalle comentaré que alguna vez hasta me han preguntado cuál es más fácil, si el masculino o el femenino. Y no tengo la respuesta porque es entrenar baloncesto. Sí que hay alguna diferencia en la psicología, en el vestuario, pero al final esto son dos aros, un parqué y un balón y yo entreno de forma muy parecida siempre. Yo siempre he tenido el mismo discurso, seguir aprendiendo de mis jugadores, para seguir mejorando como entrenador. Por ejemplo, yo ahora hablo con Iñaki Iriarte y cada vez me pregunta más por el baloncesto femenino y sus jugadoras como Maite Cazorla. Preguntas del estilo: ¿Cómo entrenas con ella? La pausa que tiene, ¿va a mejorar el tiro?€ Entrenar es universal. Cada vez se verá mucho más ese trasvase de masculino a femenino y viceversa.

Es psicólogo. ¿Fundamental en el baloncesto moderno?

-Yo estudié psicología porque mis padres se separaron y yo tenía una rebeldía con ellos, pero es verdad que luego la psicología aplicada al deporte es muy importante y cada vez más. La razón es que cada vez se mueven más expectativas, más dinero y el tema mental es fundamental, tanto o más como la concentración o el no dispersarse. La psicología da unas herramientas que son muy importantes para el baloncesto, tanto en la formación como en la élite. Al final, lo importante es competir y el saber gestionar eso. Los entrenadores te dan unas cosas, pero no llegamos a las herramientas para saber concentrarse. Yo creo que llegará el momento en el que los equipos que quieran ser importantes tendrán que tener un psicólogo deportivo en su staff.

Mucha experiencia, ¿Cuál ha sido la más negativa y la más positiva?

-El mejor momento fue cuando entrenaba el colegio Cervantes de Alboraia con niños problemáticos y una madre me dijo que le había cambiado la vida a su hijo. Ninguna Euroliga o título va a ser mejor que eso. Me metí en el coche y rompí a llorar y fue cuando me di cuenta de que eso era ser entrenador. Otro ejemplo fue cuando me encontré a una jugadora y me comentó que le había hecho mejorar que le había cambiado su vida y la de su familia. El peor momento fue en mi segunda temporada en el Fenerbahce cuando discutí con el presidente en el vestuario para decirle que esas no eran las maneras de actuar y eso me produjo el estar tres meses con un conflicto, estrés y tensión que nunca he vivido, donde no podía ni dormir ni vivir tranquilo. Y solo por ponerme del lado del equipo y del baloncesto, pero también me dio mucho orgullo y valores por haberlo hecho con discreción.

¿Qué es lo que más echa de menos de Vitoria?

-La familia, el hablar por teléfono siempre es frío. También echo de menos y sobre todo me doy cuenta cuando estoy ahí, el andar. El darme paseos por la ciudad, el ver a gente conocida, el tomar un cacharro por ahí. En definitiva, lo que es Vitoria que andando te encuentras con gente que conoces, con las cuadrillas, que eso es algo inigualable. También he echado mucho en falta la tortilla de patata de mi padre. Él ya falleció hace dos años, pero siempre que volvía a Vitoria, él el día anterior ya había ido al mercado y tenía las patatas a remojo... Y fíjate que es un plato que me encanta, pero nadie ha hecho una tortilla de patata como él.

¿Sus hobbies fuera del baloncesto?

-Andar, la música y mi hijo. ¡Ah! Y el perro de mi hijo, que ahora lo asocio al andar y él también lo sabe, porque cada vez que me ve, da saltos y piruetas, porque es consciente de que vamos a ir a andar. El resto es el baloncesto. Soy un continuo interrogándome para intentar mejorar.

En tres palabras. ¿cómo se define como entrenador?

-Pasión, respeto y perseverancia.

¿Y cómo persona?

-Padre, hermano e hijo y el querer siempre mejorar.

"En Vitoria se ha vivido una cultura de baloncesto que quizá sea equiparable a lo que se vivió en Badalona"

" Se está perdiendo esa cantera de baloncesto. Falta vocación y se enseña más a ganar que a aprender"

"Jugamos en frente de San Viator, donde me han hecho correr esa manzana seis vueltas para hacer 3.000 metros"

"No percibo casi diferencias entre entrenar el baloncesto femenino y masculino. Son dos aros, un parqué y un balón"