Duración: 54:47 minutos.
Saques: No hubo.
Pelotazos: 485 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 3 de Urrutikoetxea y 11 de Altuna III.
Errores: 5 de Urrutikoetxea, 6 de Irribarria, 3 de Altuna III y 4 de Imaz.
Marcador: 0-1, 1-1, 1-2, 2-2, 2-5, 3-5, 3-7, 4-7, 4-9, 5-9, 5-11, 6-11, 6-18, 7-18, 8-18, 9-19, 10-19 y 10-22.
Incidencias: Partido correspondiente a la liguilla del Masters CaixaBank disputado en el frontón Etzegara de Bera. El dinero salió 100 a 30 a favor de Altuna III e Imaz. En el primer partido, Peio Etxebarria y Bikuña derrotaron por 22-10 a Bakaikoa y Mariezkurrena II..
- A Urrutikoetxea e Irribarria no solo les falta juego y confianza en la cancha, cuestiones ambas que suelen ir indisolublemente unidas para poder rendir. A la pareja de delanteros, ambos campeones del Manomanista, también les escasea la química y eso, cuando se trata de sumar como pareja, resulta demoledor, más si cabe cuando su composición como pareja es un invento bastante discutible. Al de Zaratamo y al de Arama les cuesta demasiado entenderse y cuentan sus apariciones por dolorosas derrotas. El experimento de unir a dos pelotaris de gran tallaje y excelso palmarés en el laboratorio de pruebas del Masters CaixaBank, con Irribarria fuera de sitio, lejos de su radio de acción, penaliza al guipuzcoano y de paso condena a Urrutikoetxea. El resultado es la devaluación de dos estrellas de la especialidad lanzadas a un agujero negro.
Ambos se encuentran en el sótano de la clasificación del torneo, junto a Elezkano II y Aretxabaleta, y no dan con el interruptor de la luz. El apagón, perdura. En Bera, enfrentados a Altuna III e Imaz, completaron otro tratado de impotencia para encajar un sonoro 22-10 sin que la pareja guipuzcoana tuviera que desgañitarse para derrotar a Urrutikoetxea e Irribarria, a los que les persigue la tristeza. Ambos parecen retratados en blanco y negro. Su juego no tiene color. Objetivamente, Urrutikoetxea e Irribarria son dos grandes pelotaris, pero no casan como dupla y eso les sitúa a mil millas del resto de parejas, confeccionadas con lógica, lejos de probaturas circenses. Que el delantero de Zaratamo haya sido campeón del Parejas jugando como zaguero es una singularidad, una excepción histórica y la prueba de la capacidad de Urrutikoetxea de asimilar el juego y leerlo desde la zaga. A Irribarria, al que advirtieron sobre su nueva posición una semana antes de echar a rodar el torneo, le incomoda jugar atrás. Es un zaguero becario.
Ante esa tesitura, Urrutikoetxea e Irribarria no dejan de ser dos náufragos a la deriva que bracean por puro orgullo. El vizcaino, que trata de regresar a su mejor versión tras dos años repletos de contratiempos, y el guipuzcoano son los paganos de una configuración inexplicable y caprichosa. Altuna III e Imaz no tardaron en horadar la frágil moral de la unión de delanteros, con tendencia al desplome por la propia inercia de la acumulación de derrotas. La espiral de la desesperanza. No empezaron mal en el frontón Etzegara, pero en cuanto Irribarria perdió una pizca de chispa en el peloteo, el delantero de Amezketa, certero e imaginativo, acumuló un tesoro rematando frente a un Urrutikoetxea con escasas opciones y romo en la puntería. Imaz dominó arrimando la pelota a pared izquierda y eso multiplicó los problemas de Irribarria. En ese ecosistema hostil, el duelo se les escapó porque la realidad es muy tozuda. Se impuso la lógica. El experimento, lo sigue siendo seis jornadas después.