- Al salvaje e indomable Mikel Landa, rebelde estupendo cuando huele el aroma de las montañas y le envuelve la fragancia del todo o nada, solo se le interpuso Remco Evenepoel en su regreso a los recuerdos de las Lagunas de Neila, cuando en 2011 se descubrió a sí mismo como un ciclista estupendo que miraba con deseo el porvenir. Desde entonces, Landa ha crecido palmo a palmo, como esas crecederas de los adolescentes a los que la cama se les queda pequeña un buen día de verano. De verano en verano, el alavés es un ciclista en la treintena, la que se supone la edad más fértil para un corredor. Eso decían la literatura, la experiencia y los cánones que rigen este deporte. En los tiempos modernos, donde un videoclip de la MTV parece rodado a cámara lenta, todo envejece incluso antes de nacer. Ese es el efecto causado por Remco Evenepoel, apenas un postadolescente, un muchacho de 20 años y temporada y pico en el profesionalismo que conquistó la Vuelta a Burgos tras dominar la carrera de punta a punta. "Los jóvenes vienen pegando muy fuerte. Habrá que aprovechar antes de que cojan fuerza y experiencia, porque va a ser imposible ganar en los próximos años", reflexionó Landa.
En la arista final, en la de Neila, donde venció Iván Ramiro Sosa, testigo del duelo entre Landa y el belga, el portentoso Evenepoel administró cada pulgada de la ascensión con criterio para domesticar la insurrección del escalador de Murgia, que le sisó dos segundos. Evenepoel se subió a lo más alto del podio y Landa tuvo que mirarle de abajo a arriba. Es la impresión que causa. Almeida, compañero de Evenepoel, otro imberbe, fue tercero. El belga es un leviatán que fagocita los tópicos, tritura las ideas preconcebidas y sobrepasa los límites. Evenepoel cosió con el triunfo de Burgos sus hitos en San Juan y el Algarve. Solo le calma la victoria. Al podio, como rey de la montaña, se subió Gotzon Martín (Euskaltel-Euskadi), que ha transitado en fuga la carrera. Un gran logro para el equipo vasco.
Landa, uno de los mejores escaladores del mundo, le retó en las Lagunas de Neila, un puerto duro, tenso y que recuerda estupendamente. Quiso examinar al monstruo. "Estar a este buen nivel me da mucha confianza. Vamos por el buen camino al Tour", dijo Landa. Pero ni cerca de su mejor versión pudo el valeroso Landa desconchar a Evenepoel. El belga es un ciclista a un signo de exclamación pegado. Nada se le resiste a Evenepoel, que respondió a Landa cuando se puso en órbita. El de Murgia, en su perfil felino, acarició el manillar por la parte de abajo para dar un zarpazo letal a Evenepoel. Tomó unos metros Landa y el líder, camuflado entre Chaves, Sosa y Benett, contempló la escena. Dejó que Kuss cerrara el hueco.
Landa, al que no le va rendirse, lanzó otra salva, esprintando montaña arriba. Lo quería todo el alavés, pero Chaves, Sosa y Evenepoel se soldaron a su deseos. Almeida, que torció el gesto en el inicio de la subida, trepó para remontar. Chaves se quedó sin línea de horizonte mientras Landa y Remco cruzaban las miradas, vigilándose. Pistoleros de gatillo fácil. De cuando en cuando, Evenepoel atendía el retrovisor para situar a Almeida, su colega. En cuanto puso la mirada al frente, el líder se disparó. Un fogonazo. A Landa le quemó la arrancada del belga, pero la cauterizó, con Sosa en el cogote. El colombiano masticó la subida y descargó para saborear su onza de gloria en casa. El colombiano venció por tercera vez en las Lagunas de Sosa. Para entonces, Evenepoel había apagado a Landa.
Quinta y última etapa
General final