ara Arruabarrena (20-III-1992, Tolosa) es una persona que destaca por su sencillez, por contemplar la vida desde el prisma del optimismo. 2020 podía plantearse como una especie de resurrección, porque después de prácticamente toda una carrera deportiva asentada entre las 100 mejores tenistas del mundo -desde que ganó con 19 años el torneo de Bogotá-, en 2019 sufrió una lesión de cadera que cortó su racha de 17 participaciones seguidas en Grand Slams y la rebajó en la lista mundial; actualmente es la 149 del ranking individual de la WTA y la 78 del mundo en el apartado de dobles. Por tanto, la presente temporada le ofrecía la oportunidad de recuperar la regularidad que ha caracterizado a su tenis a lo largo de su trayectoria profesional. El coronavirus ha frenado sus aspiraciones. Como las de todo el planeta.

Arrubarrena, no obstante, no se castiga anímicamente. Encaja con serenidad y madurez la situación. "Había empezado muy bien la pretemporada, con dos nuevas entrenadoras -Lourdes Domínguez y Ana Alcázar- y estaba ganando bastantes partidos. La dinámica era bastante buena y estaba ilusionada. Pero esto es algo que no puedes controlar, no te puedes frustrar, no merece la pena preocuparse. Las metas de este año hay que aplazarlas. Lo que vivimos es un problema mundial", explica.

La tenista tolosarra, incluso, se prepara mentalmente, contemplando la posibilidad de que en 2020 no se celebre ninguna competición de tenis. Baraja que sea un año nulo. "Ojalá juguemos algún torneo, pero lo veo complicado. Ojalá me equivoque, pero en mi cabeza está, para prepararme por si ocurre. Al final, el tenis es un deporte mundial y si hay algún riesgo de contagio en algún torneo, es complicado que se juegue", comenta.

Actualmente, todo el calendario del tenis está suspendido hasta el próximo 13 de julio, fecha siguiente al cancelado Wimbledon (del 29 al 12 de julio), y con la que arrancará la gira norteamericana. Un calendario que Arruabarrena ve difícil de conservar en el programa porque la pandemia ha llegado más tarde a esta zona del mundo. "Si me preocupase pensando en que puede ser un año malgastado sería algo negativo, que no me haría ningún bien", ahonda.

La de Tolosa admite que "se echa en falta la vida normal" y que "la situación no es para nada la ideal", pero gira la mirada hacia el rostro más amable que se puede contemplar en estos días de aislamiento. En su caso, la alarma saltó cuando estaba disputando un torneo en México. Allí recibió el anuncio de la cancelación de todas las competiciones a nivel mundial. De inmediato subió al avión, voló a su residencia de Barcelona y se puso al volante para ponerse en la carretera a fin de compartir el encierro con su familia, sus aitas y su hermana, en su Tolosa natal. "Trato de ser positiva. Llevo desde los 15 años, que me marché de casa, viajando constantemente. Desde entonces no estábamos tanto tiempo juntos. Me gustaría estar compitiendo, pero la situación es la que es, o sea que aprovecho para estar con ellos", explica.

Durante el confinamiento, se ha convertido en planificadora familiar. "Mi hermana y yo hemos hecho un calendario. Por las mañanas, toda la familia a entrenar, para tratar de no perder la forma. Me he montado un chiringuito en el balcón y en el salón, y entrenamos todos. En casa no tengo una pista de tenis ni una pared para pegar pelotazos", bromea, "así que hacemos uso del material que tengo, gomas, TRX...". "Por las tardes jugamos a algo, vemos alguna serie, leemos, cocinamos o salimos al balcón a que nos dé el sol", añade. Disfruta de la sencillez, como es reunirse con sus amigos en Barcelona, en lo que invierte tiempo fuera de las pistas de tenis, pero que ahora es un imposible.

Y es que Arruabarrena le pide poco a la vida. Cosas sencillas. "Disfrutar de la familia, de los amigos y sentirme feliz", concreta. En lo tenístico, su ambición es "conseguir la regularidad" que la ha mantenido durante su carrera profesional entre las mejores. "Más que resultados, mi sueño es a nivel de juego: ofrecer nivel en los partidos malos, que la contraria que me gane tenga que jugar bien para ganarme", especifica. "Es algo que estaba consiguiendo", lamenta, pero solo un instante, porque acepta con madurez la cruda realidad, el combate contra el virus, un reto que probablemente modificará futuro "Tenemos que tener paciencia, porque tarde o temprano todo esto pasará. Seguramente cambiarán muchas maneras de ver la vida y nos tomaremos las cosas de otra manera. Ojalá demos valor a las cosas cotidianas cuando volvamos a la vida normal, porque al quitarlas te das cuenta de que algo normal puede ser extraordinario".

Así es Lara Arruabarrena, para quien lo común puede ser algo excelente. Porque para estar entre la élite no hace falta carecer de sencillez. Ni recordar la cantidad de los títulos que uno ha ganado, que son multitud, pero que no los conserva en su memoria con la nitidez que sí lo hace con esos momentos rodeada de sus allegados. Extraordinario.

"Al quitar las cosas cotidianas te das cuenta de que lo normal puede ser extraordinario"

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