vitoria - Hubo un tiempo en el que el pádel no tenía protagonismo ni cabida en el día a día de nadie en España y mucho menos en Euskal Herria. Hablamos de la década de 1980 y 90, años en los que el ocio de muchos era practicar el squash. Un deporte en el que se golpea con una raqueta una pelota de goma a una pared en una pista cerrada de 9'75 metros por 6'40 y donde valen todas las paredes, menos el techo, con el único objetivo que de encima de la raya situada en la pared delantera. Se juega con dos jugadores y gana el que más puntos logra en distintos juegos. Nació a principios del siglo XIX en la prisiones londinenses y en 1830 se convirtió en deporte en la escuela de Harrow. Su llegada a España se hizo de rogar y no fue hasta finales de 1970 o principios del 80 cuando empezó a introducirse en el panorama deportivo estatal mediante un pequeño resquicio que le dejó el fútbol o el baloncesto, entre otros. En ese momento la alta sociedad fue la que empezó a contagiarse por el squash y era bastante sencillo ver al rey emérito Juan Carlos I jugando partidas o incluso al extenista Manolo Santana, entre muchos otros famosos de la época. Con esto se produjo un boom y muy pronto se crearon 7.000 licencias para jugar pero que pronto desaparecieron con la entrada del pádel, sin duda un deporte mucho menos exigente.
Muchos de nuestros mayores aun conservan pelotas de colores, que marcaban el nivel de juego, o los materiales que entonces se usaban como tesoros en los conocidos trasteros. Aun así, el declive o el protagonismo que adquirió el pádel no consiguió aniquilar al squash. En Álava, concretamente, se creó un club mixto llamado Free Squash que ha sido capaz de sobrevivir a todas las acometidas del tiempo hasta el punto de tener más de 100 licencias en estos momentos. Entre las aprendices hubo hasta el año 2015 siete mujeres que tras enamorarse de este deporte crearon Niksquash, un club exclusivamente femenino. "Nos fundamos porque vimos que había una necesidad de crear un espacio donde las chicas se sintieran cómodas. Sí que es verdad que ya existía un club, el Free Squash, del que también soy jugadora y socia pero veíamos que no había una gran participación femenina y cuando la había desaparecía rápidamente", asegura la presidenta Marta Cordero. Desde su creación han pasado cinco años y en la actualidad son 46 socias que disputan una Liga mensual donde participa la mitad de las integrantes en los centros cívicos de Abetxuko, Hegoaldea, Ariznabarra y Mendizorroza, donde ahora mismo no se puede jugar porque está en obras pero "es el sitio donde más pistas tenemos".
comienzo ilusionante El nacimiento de un club no es fácil para nadie y mucho menos en un deporte desconocido como el squash. Aun así, Cordero recuerda el inicio con "mucha ilusión, ya que se juntó con la celebración de nuestro primer Open". El torneo para ellas "es muy especial" porque aglutina a un gran número de mujeres en un fin de semana muy señalado como es el 7 y 8 de marzo. "Desde la primera edición ha tenido éxito y han venido jugadoras de Madrid o de Castilla y León, entre otros. La verdad que fue increíble juntar a 45 chicas de diferentes lugares en Vitoria", recuerda emocionada la gasteiztarra. Al mismo tiempo que habla de lo bien que salió reconoce que en ningún momento esperaban la aceptación que tuvo. "Lo propusimos de tal manera que el torneo no tuviera un coste elevado y donde pudieran jugar todas las jugadoras que quisieran independientemente del nivel", indica Cordero.
liga mensual El squash es un deporte "muy explosivo" que requiere de un desgaste grande en los primeros entrenamientos pero "que en poco tiempo te da resultados". En el caso de Niksquash el comienzo fue una mera introducción del deporte en la sociedad femenina de Álava pero poco a poco empezó a crearse una necesidad de tener una Liga autogestionada. "Jugamos mensualmente y no es obligatorio que jueguen todas las integrantes del club. Eso sí quien se apunte tiene que jugar. Cada una disputa los partidos cuando puede, después de acordar una fecha con la contrincante. No hay árbitros y son las propios participantes quienes dicen los resultados para hacer una clasificación", afirma la presidenta del club alavés. Los grupos que se crean se dividen por niveles y las que ganan ascienden de categoría, mientras que las que pierden descienden. "Normalmente por grupo hay cuatro o cinco jugadoras", aclara. Además, existen competiciones vascas, nacionales e internacionales a las que asistir es voluntario y el estar en Niksquash no obliga a jugar en ningún torneo.
análisis de la temporada La evolución de juego de las jugadoras se ha incrementado desde el momento que Darren entro en sus vidas. Un irlandés, de Galway, afincado en Vitoria y un gran amante del squash pero que las lesiones de espalda le han impedido disfrutar más. "Nos ayuda mucho y gracias a él hemos aprendido mucho", afirma Cordero. Los entrenamientos de tecnificación se realizan en Abetxuko y como todo no es obligatorio participar en ellos, ya que son un extra que se ofrece para mejorar. En definitiva, el Niksquash es un club único que lucha por "crear un espacio a las mujeres para que se sientan cómodas practicando el squash". Por último, el objetivo del club alavés es "crear una cantera de niñas, ya que es la única manera de evolucionar".
"Nuestro objetivo es crear una cantera de niñas, ya que es la única manera de evolucionar"
marta cordero rodríguez
Presidenta del Niksquash
"El squash es
un deporte muy explosivo que requiere de un desgaste pero que pronto da resultados"
"El primer año fue muy emocionante, ya que se juntó con el nacimiento del Open femenino"
"Nos fundamos para crear un espacio donde las mujeres se sintieran cómodas jugando"