Luis Fernando Garaita es el pelotari de Legutiano, aunque ha habido otros. Muchos. Como Garmendia y Beitia -Oguiza-, profesionales de mano y herramienta, Perea, Muñoz, Juanjo Azpiazu, padre de Hegoi e Igor, Lorenzo González, Gutiérrez, José Iglesias y la pareja Bengoa-Viteri, Garai el puntista... un rosario del que quedan cuentas de las antiguas y de las más recientes, interminables, imposibles de repasarlas todas. Luis Fernando se fue de repente, a los 35, demasiado joven, y el pueblo ha sabido honrarle bautizando al frontón con su nombre y organizando un campeonato de pelota en su memoria, la cuarta edición este año, del que Igor Abasolo Altuna es su altavoz principal. Con 23 años, en junio de 1981, Garaita disputó ante Fernando Arretxe la final de la Copa del Rey en Segovia. La historia es bien conocida. Además de familiares y amigos y aficionados de los tres territorios vascos y Navarra, el frontón de la capital castellana concitó la atención de un buen número de empresarios de la pelota, pendientes de las evoluciones del otro finalista, del navarro, que luego fuera destacado pelotari profesional, una figura. “Pero el bueno era el otro”, apreciaron quienes vieron y escribieron sobre el partido. Así nos lo contó no hace mucho Iñaki Armentia en uno de sus Relatos con Historia de la revista Pilotaraba. Empezó perdiendo el partido por 4 a 11 y entonces, contaba Armentia, “Alberto Bengoa, su botillero, tuvo que llamarle a consulta, levantando la voz y soltarle: ¿qué pasa?, tu eres mejor que él, así que explota de una vez y juega como sabes”. Dicho y hecho. Del tirón se puso por delante, 16-11, para vencer al final por 18 a 16. Una historia épica. Con aquel triunfo en el frontón Enrique Serichol segoviano Luis Fernando se ganó una carrea profesional.
Igor Abasolo es concejal en el pueblo. “Acabando”, me dice, “pero un día seguro que repito de nuevo”. Aunque nació en Leintz Gatzaga en febrero del 74 lleva 24 años viviendo en Legutiano. Concejal de Deportes y responsable de “que la pelota perviva en el pueblo”. Enseguida me repasa la oferta deportiva, todo menos fútbol, “aunque hay un grupo de padres que ha sacado un equipo”. Josu Fernández de Larrinoa preside el Club de Pelota Legutio Di-Da donde, además de los 18 pelotaris federados, hay otros 60 niños y niñas en edad escolar que juegan a pelota. “Hay pelotaris y la pelota gusta pero? los chavales podrían entrenar un poco más. Falta afición”, resuelve.
Por el Memorial Garaita han pasado pelotaris como Bakaikoa, Santxo y Gorrotxategi, vigentes campeones del mundo en Barcelona, Telletxea, Huizi, Labaka, Cecilio, Alvarado, Mikel, Gerrero, Jauregi y nuestro joven Larrazabal cuando era un crío. Hoy, esta misma tarde, a partir de las 20:00 horas, se jugarán las semifinales cadete (Sanz-Cariñanos contra Herrarte-Álava) y juvenil (Fernández-Larrieta ante Aranbarri-Sudupe) y el domingo 5 la segunda semifinal senior, Bengoa y Ramos contra Jauregi y Álvarez de Eulate, cuya pareja vencedora se enfrentará en la final del día 12 a Iribarren y Eneko González. En 2018, la cancha del Luis Fernando Garaita ha vivido dos citas con los profesionales: un partido por parejas, Urrutikoetxea-Untoria contra Irribarria-Merino II donde se vendió hasta la localidad menos buena y el Ezkurdia contra Víctor del pasado Manomanista.
La madre de Igor era alavesa, Benita nació en Azua, pueblo hundido en el pantano del que dos casas sí se salvaron, y el padre, Eugenio, guipuzcoano. En Salinas de Leniz, como cualquier chaval del pueblo, comenzó a jugar a pelota a los seis años. El único que siguió después. A los nueve, en la Ikastola de Eskoriatza primero y luego en la marianista Almen, del mismo pueblo, en el camino a Aretxabaleta “la cosa iba más en serio”, me dice, “entrenábamos un par de días a la semana”. Joseba Iñurrategi era el entrenador, “un señor al que le faltaba un brazo, del barrio de Bolibar”. Murió el año pasado. Un sobrino del entrenador, Iñurrategi, Domínguez y Carrillo eran algunos de los chavales con los que entrenaba y, “con algunos años más, de cuando en cuando”, recuerda, “nos acompañaba Edorta Zabala -luego profesional- y nos pegaba buenas palizas”. Jugó casi siempre de zaguero, aunque a veces se ponía de delantero porque “me gustaba más y tenía habilidad”. Hasta que le tocó hacer la mili. Ahí acabó su carrera y su buen tipo; “me reclutaron fino, rondando los 80 kilos y cuando me soltaron superaba los 105”. No se recuperó. Y no volvió a jugar a pelota nunca más.
La primera txapela la ganó en Aramaiona, con 12 años, donde jugaban Uribarren y Axpe. A los 16 ganó en Soraluze, con Ander Bengoa de compañero donde “además, me dieron el trofeo al mejor pelotari del torneo”. Los mejores recuerdos le vienen del GAVN, entonces no jugaban La Rioja e Iparralde, sobre todo “la vez que nos tocó jugar contra Navarra”. Igor al lado de “Arbilla, un chaval de Itxaso, y enfrente Beloki, no recuerdo con quien”. El primer manotazo de Beloki “me pasó por encima, pero nos sobrepusimos al miedo y perdimos 18 a 15”. Al año siguiente Rubén pasó a profesionales y “yo me retiré”.
Igor amaba la costumbre de “hacer un puzle entre todos”, cuando entrenaba en Eskoriatza, “para colgarlo luego de la pared del frontón”. No le gustaban nada las idas y venidas en bicicleta hasta Aramaiona, en verano, para jugar con los de allí. “Por entonces tenía mucha correa”, reconoce, “pero eran tantas las cuestas?”. Y no olvidará, “aquella vez que fuimos a jugar a Añorga contra Coca”, me cuenta. Berraondo, de Elgeta, que fuera profesional más tarde, viajaba por delante en un coche. Abasolo iba por detrás en el de su padre. “De pronto, un camión le pega por detrás al coche de delante, le hace cambiar de dirección y le arrastra un buen trecho. ¡Imagina el susto!” No pasó nada? y “recuerdo que jugamos muy bien”.
Seguidor acérrimo de Olaizola, admirador de Altuna, “un fuera de serie”, y fan número uno de Unanue, “un pelotari muy comprometido dentro y fuera de la cancha”, espera que su hijo Unax, de 16 años, retome en serio la pelota y que los pequeños, Oihan y Lander “continúen yendo al frontón muchos años”. Hoy, esta tarde, estarán en el Luis Fernando Garaita, del que el aita es protector y principal propagandista.