Sus victorias. Igor Antón abrió su palmarés profesional con la victoria en Calar Alto en la Vuelta de 2006. Ese mismo año se impuso en la Escalada al Montjuic donde obtuvo una etapa. En 2007 se hizo con una etapa en el Tour de Romandía. En 2008 levantó los brazos con una etapa de la Vuelta a Suiza. En 2009 conquistó la Subida a Urkiola. En 2010 se impuso en dos etapas de la Vuelta. También logró una etapa en Romandía y en Castilla y León. En 2011 obtuvo su triunfo en el Zoncolan en el Giro de Italia y su bien más preciado, su victoria en Bilbao dentro de la Vuelta. En 2015 se llevó la Vuelta a Asturias y una etapa.

Su peor momento. En la Vuelta de 2010, tras lograr dos etapas y ser líder de la carrera que dominaba, en la 14º etapa sufrió una caída que le obligó a abandonar la Vuelta.

bilbao - A Igor Antón (Galdakao, 2 de marzo de 1983) le bautizaron Fuji. Todos le conocen así en el pelotón. Era el nombre de la marca de la bicicleta con la que escalaba el Mortirolo de Galdakao, la subida a Elexalde, el sitio de su recreo, cuando era un chaval que jugaba a ser ciclista, que pedaleaba por las carreteras de la imaginación, donde uno es quien quiere ser y lo que dibuja la mente con el lápiz de la ilusión es la realidad. Su pasión, su vida, su profesión girán catorce años después de despertar en el profesionalismo hacia el arcén de la retirada. “Hace 14 temporadas empezaba mi andadura en este precioso y duro deporte. La Vuelta a España me dio mucho de lo que soy como ciclista y, por ello, después de meditarlo muy bien y desde esta carrera, mañana (por hoy) me despediré del ciclismo profesional con mi dorsal 102”, decía el comunicado del corredor, en el que anunció al planeta ciclismo que él ya no gravitará más en él. No al menos compitiendo. Antón pasa página.

Catorce años después de asomarse desde el Olarra aficionado a la barandilla del profesionalismo que le tendió el Euskaltel-Euskadi, su hogar, Igor Antón ha decidido apagar su andadura, repleta de buenos días, algún mal recuerdo y amor por la bicicleta. De Madrid, al cielo. El paseo de La Castellana será la última vía que recorra como profesional Igor Antón. “Es un buen escenario para cerrar esta etapa, que me ha dado mucho más de lo que hubiese pensado y no cambiaría nada porque todo hace mi pequeña y particular historia ciclista”, expresó a través de las redes sociales el galdakoztarra, un icono del ciclismo vasco durante más de un década.

Vencedor “en la capital del mundo”, como le gusta recordar su victoria más bonita y entrañable, la que logró en la Gran Vía de Bilbao en la Vuelta de 2011 con el maillot de Euskaltel-Euskadi, Igor Antón también puso de pie a la afición vasca con su conquista del monte Zoncolan en el Giro de 2011. Ese fue, sin duda, el triunfo más prestigioso de su carrera, en la que una caída le apartó del triunfo de la Vuelta que acariciaba en 2010. Aquel episodio marcó al de Galdakao, que supo reponerse. Lejos de dramatizar continuó pedaleando con el espíritu lúdico de los niños que descubren en la bicicleta un viaje hacia la libertad y la diversión. Por eso, en la pasada edición del Giro decidió atacar en el Zoncolan. La montaña que tanto le ha dado estaba allí y decidió honrarla una vez más.

El vizcaino cierra su historia con el dorsal 102 tras completar su 21ª grande, un registro más que notable. Ayer fue decimocuarto en La Gallina tras una jornada muy exigente. A la cima llegó con una sonrisa, la que siempre se le dibuja. “Después de 21 grandes vueltas pienso que es un precioso final y aunque las emociones, recuerdos y todos esos momentos afloren; desde esta despedida quiero agradecer desde el primero hasta el último integrante de mis tres equipos: Euskatel-Euskadi, Movistar y Dimension Data”, expuso en su comunicado. Referente de Euskaltel-Euskadi, el portador de la llama del ciclismo vasco durante dos décadas, Igor Antón tiene reservados otros destinos, otro viaje vital.

El ciclista de Galdakao quiso acordarse de los suyos en el momento del cierre, que no puede ver su ama, fallecida. “Sin duda no puedo olvidarme de mi madre Marijose, que tanto se esforzó para que yo llegará hasta aquí. La echo mucho de menos pero me da la fortaleza para luchar. A mi padre Enrique, que me dejó ser yo mismo y me motivó. A mi mujer Idoia que tanto me ha soportado y ayudado y, por supuesto, a mi hija Udane que es mi motor. Gero arte, besarkada bat!”, concluye el comunicado. Miles de kilómetros después, Igor Antón se descuelga del pelotón con una sonrisa que mira al futuro. La aventura sigue para él en el Tour de la vida.