IRUÑEA -Abel Barriola (Leitza, 1978) y Juan Martínez de Irujo (Ibero, 1981) son una institución en la pelota a mano. Forman parte de la enciclopedia. Después de un curso fuera de los frontones, DNA les reúne en un ambiente distendido en el Labrit para hablar de la vida, el pasado y la final del Parejas del domingo.
Hace un año que tomaron la decisión de pasar página en su vida y anunciaron el cierre de su camino en la pelota a mano profesional. ¿Cómo han vivido este tiempo?
JUAN MARTÍNEZ DE IRUJO: El año pasado hice la despedida oficial, pero ya estaba hecho a la idea más o menos de lo que iba a venir. No ha sido un año tan malo. Fue peor el anterior, en el que buscamos soluciones a la cardiopatía y no las encontramos. Desde el primer momento fui optimista y siempre me quedo con las cosas buenas. Siento cierta envidia por ver a los compañeros jugando, pero estoy tranquilo y feliz con la vida que llevo.
ABEL BARRIOLA: Toda etapa nueva cuesta. Los primeros dos meses no, porque tenía una agenda ocupada, pero luego me costó. Echaba de menos la competición. Son etapas nuevas pero es algo muy positivo, porque he tenido familia también y aprendo cosas nuevas. Hemos pasado una vida jugando a pelota y toca hacer un punto y aparte. Empezamos una nueva fase en la que también hay cosas buenas que estando en la pelota no podíamos hacer.
¿Sigue picando ese veneno?
A. B.: A mí, sí. Me pica el gusanillo con los campeonatos, porque me gusta la adrenalina de la competición. Por lo demás, estoy encantado.
J. M. I.: Yo lo tengo asumido. Eso sí, cuando estoy con los chavales en Elkarpelota estoy siempre con la pelota en la mano. Pero me fastidia no poder jugar con los amigos.
Por ser profesional, uno tiene también una serie de obligaciones que le impiden hacer otras cosas, ¿no?
A. B.: El deporte profesional requiere disciplina. Cuando acabas esa etapa, puedes improvisar mucho más. Si tienes horas libres, puedes hacer lo que quieras: pasear, subir al monte, ir a tomar un café en cualquier esquina... En definitiva, tienes más libertad.
J. M. I.: Mirabas el calendario y decías: “A ver cuándo juego un sábado para poder quedar el domingo a comer con los amigos o la familia”. Ahora, llevo una rutina entre semana con la familia y Elkarpelota, pero el fin de semana es para mí, para hacer lo que me da la gana. Al ver el partido de pelota piensas en estar en la cancha, pero ¡y lo bien que estás en el sofá!
A. B.: Cuando estás compitiendo te preocupa el día a día para que el rendimiento sea el mejor. Como dice Juan, tener un fin de semana libre es un placer de la vida.
J. M. I.: ¡Pero se vivía mejor de pelotari! Tenemos libertad, pero lo que más nos gusta es jugar a pelota, competir y entrenar.
A. B.: Esto es pasión y tenemos pocas en la vida. Hay pocas cosas que nos llenan tanto como jugar a pelota. Lo tratas de llenar con el día a día, pero no con una experiencia tan vital.
J. M. I.: Todavía me llama la atención cuando veo en un periódico mi nombre y ponen que soy expelotari. El que es pelotari lo es hasta que se muere.
Lo notarán más en días especiales.
J. M. I.: A mí siempre me han gustado las navidades para estar con la familia y siempre tenía esa pequeña pelea con la empresa. Yo les pedía que me dejaran un día o Navidad o Año Nuevo y me daba igual el resto. Ahora puedo hacerlo como todo el mundo y sin remordimientos. En campeonato no puedes saltarte la dieta.
A. B.: Siempre tienes esa preocupación típica de la tensión. No te sueltas porque estás en competición.
J. M. I.: Si te pasas... Tienes el runrún.
¿Siguen con esos hábitos?
A. B.: He cogido algún kilo, pero no soy de los que se pasan mucho con la comida. Siempre he llevado una dieta sana, pero no me cuido como antes.
J. M. I.: Sin embargo, yo he bajado tres o cuatro kilos, porque tuve que dejar de ir al gimnasio. De lunes a viernes, me cuido la comida, pero el fin de semana no me privo.
Juan está centrado en Elkarpelota, formando jóvenes pelotaris.
J. M. I.: Es el lugar en el que más cómodo me siento. Me ha gustado siempre. Los chavales te llenan con su ilusión. Siempre me he sentido a gusto.
A. B.: Mi intención era pasar un año sabático, disfrutando de la vida, cuidando a mi hija y, aunque no trabaje oficialmente, se me complica el día casi todos los días. Siempre surgen cosas. Aunque no lleve ninguna escuela, sí que colaboro con la de Leitza y con otra de Iruñea. Me llena mucho ir a trabajar con los chavales. Disfruto enseñando y viendo cómo mejoran.
Han sido dos pelotaris muy queridos por el aficionado.
A. B.: El privilegio de los pelotaris es que el público te muestra siempre su respeto y su cariño.
J. M. I.: Es lo que te llevas. Mi caso es especial, porque yo no decidí retirarme. Fue la cardiopatía. Eso a la gente le toca la fibra. Estoy encantado de que me recuerden y me saluden.
A. B.: Cada uno tiene su forma de entender la pelota e intentas siempre hacerlo lo mejor posible. Que nos valoren y que nos aprecien es lo más bonito. Las txapelas te llenan, pero te quedas con el cariño. La pelota nos ha abierto muchas puertas para conocer a mucha gente. Somos privilegiados.
J. M. I.: A Abel le ha querido todo el mundo. En mi caso, ahora retirado y que no compito contra Aimar, porque el que era de Irujo no era de Olaizola y al revés, sus aficionados se acercan a hablar conmigo y a felicitarme. Los míos han sido siempre fieles. Intento ser el de siempre, uno más. No me gusta destacar como Irujo el pelotari, prefiero ser Juan.
Han jugado tres Parejas juntos. ¿Qué recuerdos les vienen a la cabeza?
A. B.: Yo recuerdo la txapela de 2014. Aun así, me quedo con haber compartido con Juan, persona y pelotari, muchas vivencias. Irujo era un pelotari histórico, la figura, y en los momentos buenos y malos ha tenido buenos consejos y buenas palabras. Siempre le da un toque de humor a los instantes complicados. Siempre he sido irujista. Sé cómo se comporta con sus compañeros. Me ganó.
J. M. I.: Apenas habíamos jugado unos pocos partidos juntos, pero siempre habíamos tenido buen rollo. Comenzamos con victorias el de 2012 y ganamos la confianza del compañero. En la cancha podíamos ganar o perder, pero siempre dábamos todo, aunque no llegamos a semifinales. En vestuarios igual le decía a Abel: “Vaya desastre has hecho”. (Risas). Era para romper el hielo. La vida continúa. Hay que seguir hacia adelante.
A. B.: En esos momentos, lo peor que puede pasar al deportista es perder, pero Juan tiene la virtud del humor para ponerte los pies en la tierra. Lo sentíamos más por el otro que por uno mismo. También tuvimos mala suerte con las lesiones.
J. M. I.: El último año, en 2015, perdimos en Irun contra Bengoetxea VI-Untoria, que quedaron campeones. Yo tenía una rotura muscular en el oblicuo y le pregunté a Abel si jugaba o no. No quería perjudicarle. Perder duele por ti, pero salir lesionado sin consultar al compañero me parecía una falta de respeto.
De hecho, en el Parejas que ganan, en 2014, Martínez de Irujo tuvo la izquierda mal.
A. B.: No jugó el primer partido de semifinales y perdí con Aritz Lasa.
J. M. I.: Iba a entrenar y ni siquiera me ponía taco en la mano. Tuvimos mucha suerte, la que nos faltó en otros años.
A. B.: Se dieron todos los resultados que nos favorecieron. La gente me comentaba si Juan estaba tan mal. Y sí, lo estaba. En una prueba para la final, golpeó tres veces con la zurda y con señas de dolor. Eso dice lo competitivo que es.
J. M. I.: En una final no te puedes guardar nada. Etxaniz y yo le dijimos a Abel que le iba a tocar trabajar. Jugó más porque yo le dejé más pelota (risas).
A. B.: Siempre recuerdo un detalle. Iba a salir por la puerta del vestuario y Juan entraba con su amigo Lagarto y me dijo que estaba con buenas sensaciones, que íbamos a ganar. Eso me dio positividad. Tácticamente nos salió una final muy buena.
Cambiando de tercio, ¿cómo ven la final del Parejas de Primera que se disputa el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao?
J. M. I.: Yo tengo claro quién quiero que gane. Con Joseba he metido muchas horas entrenando. Si Ezkurdia perdía en cuartos de final del Cuatro y Medio con un marcador ajustado y el miércoles le llamaba para entrenar, se ponía los tacos. Eso no lo hace todo el mundo. Además, le intento aconsejar. Con José Javier quedé campeón en 2012, con Beñat jugué la final de 2016 y tengo la espina clavada de haberme lesionado y no haber terminado aquel partido y Danel es un tío que se lo ha currado todo. Para mí, tiene mucho mérito lo que juega, es muy majo, muy fiel y muy leal. Quiero que ganen Ezkurdia y Zabaleta. Si pierden, me voy a alegrar un montón por Elezkano-Rezusta. Pase lo que pase, saldré contento del Bizkaia.
A. B.: Pienso exactamente igual. Tanto José Javier como Beñat poseen un nivel grandísimo y tienen su txapela, pero Ezkurdia y Danel, a los que tengo un aprecio personal enorme, se merecen el título. Los delanteros son la profesionalidad y los valores del deporte hechos persona. Se lo han ganado. Son dos ejemplos de autosuperación. Se merecen ganar.
Es complicado ser debutante en una final.
J. M. I.: En mi primera final, fui, perdí 22-10, volví y no sabía ni dónde había estado. No me enteré de nada.
A. B.: Lo que te puede desarbolar es lo que la rodea y gestionar eso. Todo tiene un desgaste. Conforme más finales juegas, aprendes a llevar todo eso.
Se han metido dos parejas de Aspe para pelear por la txapela del Parejas. ¿Qué opinan?
A. B.: Me alegro por los cuatro a modo personal. Me da igual que sean de una empresa o de la otra. Cada una ha llevado una política diferente. Asegarce, cuando el pelotari ha tenido dos partidos malos, de golpe y porrazo lo ha quitado, aunque no se haya hecho con mala intención. Aspe, en cambio, ha confiado. Me alegro porque creo es la forma correcta de actuar. Como aficionado, me gusta ver que los que empiezan en el Parejas, si no es caso de fuerza mayor, lo acaban. Me alegro por la pelota que haya ganado esa forma de pensar. Hay que tener un respeto al pelotazale. Hay otros deportes y la pelota tiene sus características, sus principios y sus valores. Hay que copiar del fútbol lo bueno, no lo malo. Sin ánimo de ofender, lo que ha pasado este año no me ha gustado.
J. M. I.: Tampoco me gusta que no se pueda criticar el material o hablar de las pelotas. La suerte que tenemos es que a todos no nos gusta lo mismo. Están cortando las alas al pelotari. Tenemos que ser libres.
A. B.: El pelotari de tonto no tiene ni un pelo y sabe que para estar Primera hay que ganárselo en la cancha. Todos los titulares del Parejas se lo han ganado y se merecen la confianza y el respeto de aguantar hasta el final.
Hablan de respeto al pelotari.
A. B.: Y al pelotazale. Lo principal es la seriedad. Estoy seguro de que no se ha hecho con mala intención, pero se han equivocado bajo mi punto de vista. Quieren copiar cosas de otros deportes que no se tienen por qué copiar.
J. M. I.: Miran más el resultado que los valores de la pelota.
Una de las cuestiones que viene a la cabeza es el partido de Gasteiz entre Altuna-Martija y Elezkano-Rezusta. Se la jugaban los segundos y consiguieron ganar por la mínima.
A. B.: La pelota mantuvo el crédito. Todos los años sale la misma canción y siempre se demuestra la profesionalidad del pelotari. A pesar de que perjudican a compañeros, el deber del manista es llegar a 22. Todos los años se dan ejemplos, pero parece que hay que demostrarlo. Las dudas están fuera de lugar.
J. M. I.: Yo he oído por la calle que cómo lo habían preparado de bien. Si lo querían pactar, así no se puede hacer: 18-21, Altuna echando ganchos, los otros defendiendo...
A. B.: No hay más ciego que el que no quiere ver. Eso lo piensan cuatro.