París - “Orgullo y pasión” son las señas de identidad compartidas por los protagonistas del histórico duelo de esta tarde (18.00 horas) en el Parque de los Príncipes. Gales e Irlanda del Norte no se habían visto en una igual ni parecida en su dilatada existencia. Si el hecho de competir, cualquiera de ellas, por la conquista de una plaza en los cuartos de final en una Eurocopa suena increíble, que además se vayan a enfrentar por dicho logro se adentra en el ámbito del surrealismo. Hoy son dos cenicientas transitando (flotando sería un término más apropiado) por la mitad del cuento. Desde que acabe el partido solo una gozará del privilegio de vivir un nuevo capítulo y tiene pinta de que será Gales porque cuenta con mejores bazas, empezando por un puñado de futbolistas reconocibles, algo de lo que carece Irlanda del Norte, una cuadrilla de aplicados jornaleros procedentes de Segunda y Tercera división.
Gareth Bale, el designado por los dioses para marcar las diferencias, reivindicó para su selección el orgullo y la pasión, provocando un monumental enfado en Inglaterra, que al día siguiente se desquitó sobre la hierba. Aquí no se le lleva la contraria al jugador del Madrid, hay que darle su parte de razón, al fin y al cabo Gales está pisando un territorio que no le corresponde, con su nivel meterse en fases finales constituye una hazaña, es un episodio excepcional que lógicamente fomenta la pasión y dispara el orgullo. Admitido lo cual, el propio Bale sería el primero en reconocer que dichos atributos son asimismo parte esencial del ADN de Irlanda del Norte. Es que por muchas vueltas que se le dé al tema no existe otra explicación posible para su presencia en París porque es la campeona absoluta de la modestia.
Con premisas tan concretas se anuncia por tanto un encuentro de alta tensión, revolucionado al límite mientras las fuerzas aguanten, con infinidad de balones volando y corpachones suspendidos en el aire. Esa clase de función donde agresividad y nobleza se mezclan con naturalidad es lo que persigue el más débil, básicamente porque no tiene otros recursos para combatir el mejor tacto del favorito. Disciplina, pundonor, disputa ganada, apertura a banda y desde allí centro bien puesto al área, es el catecismo del combinado de Irlanda del Norte, su abecedario, lo que puede leerse en los títulos de crédito del vídeo que recoge su merecida victoria sobre Ucrania, el hito que le ha colado en octavos.
Más argumentos A Gales, en cambio, no le interesa que se asista al típico partido de conjuntos de segunda fila de la Premier League o, más bien por el carácter definitivo del evento, a uno de esos emparejamientos de clubes separados por dos o más categorías que suelen equiparar las fuerzas para prestigiar la Copa inglesa. Si le convino ante su vecina Inglaterra, entonces no le importó asumir el papel de víctima y enfocar el esfuerzo a la protección de su portería, pero en una jornada tan señalada, cuando tiene ante sí la oportunidad de ingresar en la selecta sociedad de los ocho mejores combinados del Viejo Continente, debe intentar sacarle todo el jugo a la clase de Aaron Ramsey, al saber estar de Joe Allen y, por supuesto, a la letal pegada de Bale, que sale a gol por partido y de quien depende el noventa por cien de la producción ofensiva.