vitoria - Una trayectoria que le da una perspectiva global del mundo del fútbol y todo lo que le rodea. Además, claro está, de anécdotas como para estar dos noches sin dormir.

Explique lo de su nombre, Tasio, creo que tiene orígenes cinematográficos...

-Bueno, el nombre viene desde la ikastola. En mis inicios en Olabide, cuando en el equipo nos juntamos tres Iñakis. A raíz de ahí uno se quedó con Iñaki, otro Inazio y a mi empezaron a llamarme Tatzo. De ahí pasó a Tasio y ya como coincidió con la película pues con Tasio me quedé. Esa es la historia.

¿Si le llaman Iñaki todavía responde?

-Alguno queda que aún me llama así pero son pocos la verdad. Para la gran mayoría soy Tasio.

Dicen las malas lenguas que era el terror de los delanteros cuando ejercía de central.

-(Risas). La verdad es que empecé jugando en el centro del campo pero a medida que ya me veían que era demasiado malo me fueron retrasando. Y es cierto que era contundente. No iba a hacer daño pero siempre había alguno más rápido que metía la pierna antes que tú y se llevaba el golpe pero nunca con la intención de hacer daño. Seguro que alguno de los veteranos como yo se acordará de mí.

Formaba una pareja infranqueable con el ahora agente de jugadores Joseba Díaz...

-Sí, ese año estaba él, Gordoa, Alberto Fulgueral, Luis Goñi, Facundo, Joserra... Éramos gente de barrio más que nada con alguno que había venido también de fuera y a nivel competitivo no teníamos mal equipo pero sobre todo a nivel de grupo era muy humano.

¿Y ahora desde la banda intenta arreglar los desaguisados cometidos como jugador?

-Yo soy de la opinión de que al balón hay que entrar fuerte, porque si no te puedes dedicar a otros deportes individuales donde no hace falta tanta intensidad. Y la verdad es que de los diferentes entrenadores que he tenido a lo largo de mi carrera como preparador físico vas cogiendo lo mejor de cada uno y directamente me quedé con Josu Uribe que defendía que un equipo compite como entrena. Si entrenas muy suave al final vas a competir de barraca y por eso yo tanto en los entrenos como en los partidos les exijo a mis jugadores que sean intensos.

Usted que ha alternado funciones de profesor, preparador físico y entrenador, ¿dónde ha puesto más castigos?

-En el vestuario profesional no es que yo haya puesto demasiados castigos. Directamente transmitíamos la información al entrenador y luego con la directiva decidían si había alguna sanción. Ahora con los chavales, las multas las consensuamos con los capitanes. Y en cuanto al cole, los justos y necesarios. Hay muchas veces que en las clases de Educación Física también pasa lo mismo, hay gente que es hábil y otros menos que parece que dicen que van a suspender. Pero no es así. El esfuerzo lo tenemos en cuenta. Ahora bien, siempre que se produce alguna falta de respeto entonces sí que hay que tomar medidas.

¿Alguna vez han intentado sobornarle para librarse de algún ejercicio en su época de preparador físico?

-Normalmente siempre tienes algunos jugadores que no les gusta trabajar demasiado. Yo suelo decir que hay futbolistas que entrenan muy bien pero no saben competir y al contrario, que compiten muy bien pero no quieren entrenar. El año del último ascenso a Primera, por ejemplo, teníamos el trío atacante que formaban Bodipo, Rubén Navarro y Nené que era un cuento continuo. Ya habíamos instaurado el tema de desayunar allí todos juntos, íbamos con tiempo, pero siempre entrenaban en función de lo que hacían los otros. Si uno no quería porque traía un golpe o cualquier cosa, los otros dos se caían del barco. Había que obligarles mucho y de los tres el que más faltó porque tenía más manga ancha era Bodipo. Pero tanto a Rubén como a Nené había que convencerles y salían, aunque costaba lo suyo.

Con tantos viajes como ha vivido, cuente alguna anécdota.

-Los primeros viajes te quedas sorprendido sobre todo cómo jugadores que tienen una trayectoria de la leche detrás y ganan un montón de dinero no tienen ningún problema en echar una mano por ejemplo a los utilleros a la hora de mover el material. Gente como Bonano, por ejemplo, que siempre estaba ahí el primero para tirar de cajas. Un poco más divertidas, muchas veces los intentos de los jugadores para perder trenes o aviones y quedarse en Sevilla, Madrid u otro sitio para poder salir de chufla. Siempre que se hubiese ganado claro. Otra fue que me tocó hacer de chófer con Mostovoi el poco tiempo que estuvo aquí. Un tío que había mamado el fútbol toda su vida rápidamente vio que esto era otra historia con Piterman y se fue rápido. Pero la más increíble de todas fue con Jardel.

Cuente, cuente...

-Piterman me planteó ir a dormir con él al hotel y estar a su lado las 24 horas un mes entero para ver si conseguíamos ponerle en forma. Yo le dije que de eso nada, claro, pero aún así bastantes días, además de las dobles sesiones de entrenamiento, le acompañaba en las comidas y las cenas. Y la verdad es que comía super sano, verduras hervidas y demás pero prácticamente no bajaba nada de peso. Hasta que me encontré un día con un amigo que tenía un restaurante y me dijo que todas las noches iba allí a cenar -después de lo que comía con nosotros- y se ponía morado. ¡Era un desastre!

Las estadísticas dicen que los chavales cada vez hacen menos deporte.

-La verdad es que de nuestra época a ahora sí que ha cambiado mucho. Antes estábamos todo el día jugando a algún deporte y ahora se pasan el día con los móviles, las tablets y demás. Pero luego es curioso porque los fines de semana hay partidos por todos los sitios. La diferencia yo creo que es que antes entrenabas y el día que tenías libre ibas también a jugar y ahora si no entrenan no están jugando. Están con los ordenadores o lo que sea. El tiempo de ocio lo emplean en otras cosas diferentes.

Pero luego nos hacemos mayores y nos volvemos locos con el running y pruebas de máxima dureza.

-El problema de eso es que mucha gente se vuelve loca porque ponerse a correr es fácil y pasan cosas como las de la Behobia o Benidorm, con varios muertos en la meta. Es fundamental hacerse una prueba de esfuerzo para que te saquen tus umbrales, tus límites y a partir de ahí empezar a entrenar con unas condiciones idóneas. Porque ves a gente que va al límite y se cometen muchas imprudencias.

¿Qué es lo que más echa de menos de la época del fútbol profesional, la tensión o las partidas de cartas?

-Pasas muchas horas fuera de casa, echas muchos de menos a la familia -a mí me tocó además que mi hija era pequeña- y hay que emplear en algo todo ese tiempo libre. Yo no era mucho de jugar a las cartas pero alguna partida de pocha o de mus sí que jugábamos. Solía jugar de pareja con Julio Bañuelos. Era más de leer y de llevar películas. En cuanto a la tensión, la tienes siempre estés donde estés. De hecho ahora algún jugador del Sani me suele decir “jo, tú es que eres demasiado profesional”. Y no es eso. El tema es que me gusta hacer las cosas bien y si quieres hacerlas bien tienes que ser intenso siempre.