El frontón Elexalde de Zaratamo está situado en un enclave estratégico. Al lado de la plaza, no hay carretera de por medio y los chavales pueden ir a jugar casi cuando quieren. Confiesa Beñat García, entrenador del club Upo Mendi, que “aquí puedes ver muchachos desde los cinco o seis años que ya vienen sin los padres a jugar”. Es una de las claves. Una de las llaves de que Zaratamo sea tierra de pelotaris. De que sea uno de los refugios que siempre ha tenido en Bizkaia la pelota a mano. En toda la historia, diez han sido los profesionales de Zaratamo, cinco en pala y cinco en mano, y el olor de la localidad es a cuero y esparadrapo. Tiene un aroma especial. En la actualidad, no hay otra población que sea tan prolífica en manistas, exceptuando Leitza, de donde provienen Abel Barriola, Oinatz Bengoetxea y Jon Jaunarena; Ezcaray, con la presencia de Cecilio Valgañón, Gorka Esteban, Víctor Esteban y Darío Gómez; Villar de Torre, con los hermanos Merino; Lizartza, con Erik Jaka y Mikel Olaetxea, y Berriz, de donde provienen Pablo Berasaluze e Ibai Zabala. Con un núcleo poblacional de 1.500 habitantes, aunque sea mucho menor si se divide Arkotxa del centro del pueblo, “en un círculo de quinientos metros cuadrados han salido diez profesionales”, comenta Juanjo Zarraga, que jugó a pala. En pala debutaron Juanjo, Barandiaran, Morgado, Kurto y Zaratamo; mientras que en mano han estado en la élite Urkiza, Elorz, Luke y los actuales Danel Elezkano y Mikel Urrutikoetxea, que se jugará la final del Manomanista contra Aimar Olaizola el domingo.
“¿Que cómo han salido tantos pelotaris de Zaratamo? Pues porque aquí era o frontón o frontón. Fíjate, ves el frontón, ves la plaza y no hay más. Hubo equipo de fútbol, pero ya era de mayores, así que los críos vienen aquí”, desvela Inhar Jaka, que es uno de los técnicos de Upo Mendi. Casualmente, Inhar fue uno de los responsables de la txapela del Interpueblos de 2006, que devolvía el cetro al pueblo 31 años después, pero también ha acompañado a Urrutikoetxea en su viaje vital. “Jugábamos aquí, fuimos a la ikastola juntos y al instituto. Siempre juntos. Hasta que no me puse a hacer yo ingeniería y él magisterio no nos separamos”, concreta el zaguero, que además fue compañero de Mikel en casi todas las competiciones. No así en la final del Interpueblos, que jugaron en Santa María de Getxo ante Lezama. “Yo jugué con Elorz, que por entonces ya pasaba los cuarenta y Mikel, con Gojenola. Perdimos en mayores, pero el título lo habían ganado los cadetes Elezkano-Otxoa y los juveniles, que se impusieron 22-3”, recuerda Jaka, quien agrega que “Mikel siempre ha tenido ese nervio. Siempre ha sido un chaval delgado y con mucha fuerza. Su padre también jugó”. Y especifica que “Mikel se ponía antes más tenso cuando le quitabas un tanto”. Beñat García declara que “antes la escuela estaba aquí al lado y el recreo lo pasábamos entre la plaza y el frontón. Los fines de semana los pasábamos aquí. Siempre hemos tenido afición, aquí la gente habla de pelota”. “Los inviernos son muy duros y cuando llueve solo está el frontón cubierto. Además, los chavales no pueden usar el balón, porque pueden romper los cristales. Así que la pelota es todo”, sentencia.
Gorka Iglesias es uno de los que llevan ahora mismo el club, por el que han pasado ilustres como Adolfo Agirre, al que recuerdan Inhar y Beñat como “el jefe de todo esto cuando éramos niños”, que jugó a pala y llevó desde la silla a Urrutikoetxea en los primeros años en Asegarce. Manifiesta que una de las claves de la pasión pelotazale de Zaratamo es un sistema bastante heterogéneo. “Aquí las generaciones de pelotaris juegan entre ellas, se puede ver en cualquier momento jugando a un chico de 10 años con uno de 16. Así se aprende mucho. Hay una conexión muy fuerte entre todos los chicos de la escuela. Se hacen mejores sin querer”, recita. Además, apostilla que “nos cuesta mucho traer gente de Arkotxa a jugar aquí y eso que tienen un frontón. Todos los años organizamos jornadas y solamente tenemos a un pelotari de allí”. Otra de las piedras filosofales de Jaka y García, los técnicos, es la implantación del juego de aire desde que los manistas son muy jóvenes. “Es la mejor manera de aprender, que se vean obligados, nuestro objetivo es que suban de nivel y lleguen a ser buenos manistas como Ander Elezkano, uno de los aficionados top, porque ser profesional es muy complicado”, dice García.
Las victorias de los 70 Juanjo Zarraga estuvo en la terna de pelotaris que consiguió “la primera copa del Interpueblos en propiedad” en 1974. Aquel equipo lo conformaban Takolo Urrutikoetxea-Konde, Zarraga-Elorz e Ibarretxe-Luke. “Algunas perras ya nos llevamos”, argumenta el expalista profesional con una sonrisa. Desvela que entonces hubo mucho ambiente y era cuando “ni siquiera Basauri” tenía frontón. “¡Elorz ganó contigo en el 74 y conmigo en 2006!”, comenta asombrado Jaka. Entonces, en los 60 y 70, el Elexalde era uno de los pocos emplazamientos pelotazales de la zona que era cubierto. “Solo estaban el Deportivo, el Ezkurdi de Durango y poco más”, cita. Así que a Zaratamo iban todos los de la zona a jugar, porque el alquiler era barato, y los del pueblo apenas tenían horas para ensayar. También tenían que pagar. Rememora Juanjo que “venían unos médicos a jugar a pala hasta aquí y nosotros nos sentábamos en la valla para verles”. Tenía dos vigas en la contracancha, a la altura del tres y del seis, pero no estaba cerrado en el lado derecho, así que los cueros se escapaban hasta las huertas de abajo. Les daban a los jóvenes del pueblo diez pesetas por cada una que cogieran. “Les llevábamos un saco”, manifiesta entre risas Zarraga, que jugaba a pala con los trozos de las que rompían los que jugaban allá. “¡Y se quedaban sorprendidos por cómo le dábamos!”. Por entonces, los chavales solamente tenían un modo de jugar. Eran muchos y había solo una pelota, que les hacía Urkiza. Así que iban al frontón y jugaban chavales de todas las edades al primi. “O acertabas o pasabas media tarde sentado sin hacer nada”, evoca Zarraga. Y ganaron el Interpueblos del 74 y del 75. “El primer año tuvimos que pagar la cancha en todos los partidos”. Al siguiente se la cedieron y reeditaron el cetro. “La vida giraba en torno al frontón”. “En el pueblo sentimos a Danel Elezkano y a Mikel Urrutikoetxea como los nuestros. Son del pueblo y vamos con ellos siempre”, concuerdan todos los protagonistas. Gorka Iglesias admite que “siempre que pueden se involucran con Upo Mendi, que es donde empezaron ellos”. De hecho, Jaka, Iglesias y García forman parte de los seguidores de los dos pelotaris. Estuvieron en la semifinal que perdió Urruti en el Labrit de Iruñea contra Oinatz Bengoetxea en un autobús y arroparon a su vecino. El domingo irán al Bizkaia de Bilbao “seguro”, porque “hemos conseguido entrada” para dar “nuestro apoyo a Mikel en un partido tan importante. Le vemos tranquilo, puede dar la sorpresa. Esto le ayudará a mejorar”. Quizás se escuche algún cántico que le recuerda al pelotari zaratamoztarra el saque de la muerte. Cuentan desde Upo Mendi la historia. “Todo viene a raíz de un campeonato en el que Mikel sacó a dos paredes e hizo tanto. Desde entonces, alguno del pueblo se lo canta, pero hay veces que nos unimos todos”, anuncian. Zaratamo tiene trazas de lugar de pelota. Los muchachos no paran. Uno grita: “Aupa Zaratamo!”. Mientras, se fotografían. Es tierra de pelotaris.