bilbao - Se agiganta a cada paso Aimar Olaizola porque es eso, un gigante, una efemérides, un tipo para la historia. Alimentan su leyenda sus números dentro del Cuatro y Medio, modalidad que domina de forma férrea, sin apenas fisuras. Por algo el de Goizueta se corona como el pelotari más laureado de una distancia nacida para cubrir huecos invernales y que se ha quedado como una de las opciones más atractivas del curso manista para el público que asiste a los frontones, hipnotizado por las igualdades y el mundo sin resquicios que presenta la jaula. Y él, Aimar, es una fiera. Imberbe en el mundo profesional, no tardó el pelotari en destacar dentro de la especialidad. Debutó en Lekunberri en abril de 1998 y en noviembre de ese mismo curso ya jugó el campeonato de Primera. Fue aquel en el que compitieron un total de 84 pelotaris, puesto que se pusieron en liza desde las primeras de cambio las plantillas completas de Aspe, Asegarce y Besagain, que por entonces contaban con mayor número de manistas que en la actualidad. Así las cosas, en su primera incursión en el acotado, el goizuetarra superó dos rondas hasta encajar su mayor derrota en la modalidad. Primero, ganó a Galarza V en Iruñea por 17-22; siete días más tarde volvió a la misma cancha para superar a Lasa III con más holgura (10-22). Después le esperaba uno de los grandes, Patxi Eugi, quien hasta encontrarse el de Goizueta con su octava final, la que juega el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao frente a Martínez de Irujo, ostentaba el récord de haber disputado mayor número de disputas por la txapela en la distancia, ocho. Aimar ya le ha alcanzado. Aquel 30 de noviembre de 1998, en el Astelena de Eibar, fue el agoizko quien gozó. 22-11. Primera derrota del campeón navarro.

Olaizola II acumuló después tres cursos de travesía en el desierto. Cayó a las primeras de cambio en el 99 y en 2000. En 2001 ni siquiera saltó de blanco por lesión. Fueron Berna (22-19), otra vez en Eibar, y Capellán (22-16), en Logroño, sus verdugos; mientras que en el inicio del siglo XXI Esain fue el mayor beneficiado de que no estuviera presente en el festival de Muskiz. Tres derrotas consecutivas. ¡Quién lo diría! Porque el tótem se repuso a base de bien y en 2002 ganó nueve partidos consecutivos, subiendo desde lo más bajo de la escalera para entrar en la historia de la distancia. En su primer torneo ganador solo Barriola consiguió hacerle 16 y 13 tantos; nadie más pudo acabar con su dominio. El lei-tzarra, entonces campeón del Manomanista, fue su víctima.

En las doce ediciones siguientes del acotado, no obstante, solo ha caído derrotado en nueve ocasiones -tres de ellas ante Juan Martínez de Irujo, dos ante Barriola, una ante Patxi Ruiz, otra ante Titín, otra ante Retegi Bi y otra ante Olaetxea, la gran sorpresa de este curso-. No obstante, en el Cuatro y Medio de 2003 no pudo participar por lesión en el encuentro programado contra Rubén Beloki en las puertas de la liguilla de semifinales y tuvo que retirarse con un 22-0 sin jugar. De este modo, establece una fiabilidad de victoria el delantero de Goizueta de un 80%; es decir, que de cada ocho partidos gana diez, además de acumular una media de tantos hechos en envites jugados que se acercan al pleno. Tan poca diferencia ha habido en sus derrotas que en ellas posee una media de 17 cartones logrados y un global en triunfos y pérdidas a su favor de 21,3 tantos por disputa. Una barbaridad. Nadie ha jugado tantos partidos, ha ganado tantos y posee ese número de txapelas, conseguidas sin conocer la derrota en una final.

¿Cómo vencer al invencible? “Aimar cuando ha perdido es porque no ha llevado la batuta, ha sido cuando él ha andado perdiendo, sin jugar de cara. Al final, Aimar tiene siete txapelas del Cuatro y Medio”, confiesa Julen Retegi. El delantero de Era-tsun, junto a Patxi Eugi, ha sido el manista que ha puesto contra las cuerdas a Aimar en el Cuatro y Medio con el resultado más adverso. 11-22 en 2009 en el Labrit de Iruñea. Desde que perdió ante él hasta la derrota el pasado noviembre contra Mikel Olaetxea, el de Goizueta lo había ganado todo dentro de la jaula. Catorce victorias consecutivas desde 2009 hasta 2014 y tres txapelas -porque en 2010 no jugó lesionado de la rodilla-. Recuerda Retegi Bi que “para vencer a Aimar, él no tiene que tener su día, encontrarse mal, que no haga daño con el saque. Cuando le gané le hice bastantes saques, a él le tocó recular y dominé. Es el recuerdo que tengo. Contra Olaetxea le pasó lo mismo, no restaba bien, muy cerca del frontis, y Mikel le manejó”. Empezó 9-0 el de Eratsun y comenzó el dominio, tras el que otros han hincado la rodilla. Por ejemplo, Oinatz Bengoetxea en el primer partido del navarro en la presente liguilla de cuartos de final le tuvo contra las cuerdas 1-5 y 5-11. Un espejismo. “Si empiezas perdiendo 9-0, darle la vuelta es muy complicado. Además, le metí cinco saques. Que durante un partido metas un saque es una gozada. Hacer un tanto de un pelotazo es una inyección. Con Aimar tienes que pelotear todos los tantos, te toca andar corriendo de un lado a otro”, sostiene el navarro, que además le tumbó en el Manomanista de este curso, y apostilla que “lo que hay que hacer es que él juegue a contracorriente, que es lo más difícil. Pero muchas veces le ha dado la vuelta. Contra Ezkurdia anduvo ahí ahí y le ganó fácil. Aimar es que juega mucho. Al final, es un pelotari que parece que no está haciendo nada y te está dejando hecho polvo. Te pone en las esquinas de lado a lado, mete peso a la pelota en el saque aunque no parezca que saque bien, si restas mal te espera con el gancho, tiene un sotamano perfecto, ha mejorado la volea... Es muy completo. Por eso es el campeón y muchas veces le acompaña esa suerte”. De hecho, considerado por Rubén Beloki como “el más adecuado para la distancia”, bate récords a cada paso. Irujo no se lo pondrá fácil. Ya sabe cómo ganarle. Lo ha hecho tres veces.