San Mamés se llenará hoy para arropar a la selección de Euskadi. Entre los gritos de ánimo y los cánticos asomará una vieja petición: la oficialidad. La afición la quiere, la Federación Vasca la quiere, los jugadores la quieren y las instituciones públicas la quieren. A partir de ahí, la burocracia del fútbol y las normativas del Estado español se transforman en un cruento muro ante el cual el fútbol vasco se ha quedado plantado, intentando buscar un resquicio por el que colarse a la primera línea del fútbol internacional.

A las puertas del Mundial de Brasil, la selección vasca saborea la amarga envidia que le inspiran los países que pelearán por el trofeo que durante cuatro años ha disfrutado España. Euskadi cree, se siente, capacitada para mirar a la cara futbolísticamente a las selecciones de su entorno. El espejo de Portugal, Bélgica, Francia, Inglaterra está ahí al lado. Euskadi quiere ser uno más en el mundo del fútbol, pero tal vez la clave no esté en empeñarse en amanecer un día siendo como España. Posiblemente los estamentos del fútbol vasco deberían fijarse en otro ejemplo más humilde. El último en llegar a la FIFA, este mismo año, ha sido Gibraltar. En el fútbol nadie quiere ser Gibraltar, es mejor aspirar a ser Brasil, pero el peñón británico ha conseguido completar la hoja de ruta con la que sueña Euskadi. ¿Cómo lo ha conseguido? ¿Dónde ha estado Gibraltar hasta ahora? Pues no ha estado jugando partidos amistosos en Navidad, sino afiliado en la NF-Board, un organismo internacional independiente de la FIFA. Esta entidad es el máximo exponente del fútbol al margen del gigante dirigido por Joseph Blatter, pero no es la única. Hay más fútbol fuera de la FIFA.

La tipología En primer lugar hay que atender al diferente tipo de selecciones que se ven fuera del principal organismo del fútbol. Por un lado están las selecciones que surgen de regiones que tienen o han tenido cierta autonomía dentro de naciones más grandes. Algunos ejemplos son Groenlandia o Tíbet. El primer caso resulta llamativo, ya que Groenlandia mantiene una relación legal y política con Dinamarca idéntica a la que mantienen las Islas Feroe con este país, sin embargo estas últimas han sido aceptadas por la FIFA y compiten de manera oficial, mientras que no ocurre lo mismo con Groenlandia.

También existen selecciones que representan a grupos étnicos que no tienen el control sobre su propio Estado. Es el caso, por ejemplo, del pueblo sami que habita en Laponia en un territorio que toca suelo de cuatro países. Las probabilidades de llegar a la FIFA son escasas para esta tipología de selecciones, pero anhelan alcanzar el estatus de los palestinos, que pese a no tener su propio Estado, fueron admitidos en la FIFA en 1998.

Como forma complementaria existen estados soberanos que no forman parte de la FIFA y que quieren oficializar sus selecciones de fútbol. Es el caso de Kiribati, Nauru, Palaos, Micronesia, Tuvalu, Islas Marshall, Mónaco y Ciudad del Vaticano.

La NF-Board La mayoría de todas estas selecciones están afiliadas a la NF-Board. Aunque su nombre oficial es Nouvelle Federation-Board, se la conoce como la Non-FIFA Board. Nació en 2003, principalmente por una cabezonería de Jean-Luc Kit, un belga historiador del fútbol. Con el monegasco Christian Michelis y el abogado Luc Misson, famoso por guiar al futbolista Jean-Marc Bosman en el caso que cambió el fútbol en Europa, fundaron la NF-Board en un pub de Bruselas llamado Muerte Súbita. Con sede en Lieja, este organismo dice ser "una institución apolítica y no religiosa". Su primera consigna es respetar a las autoridades existentes y a partir de ahí abrir las puertas a todas las asociaciones nacionales legalmente constituidas hasta que se conviertan en miembros de la FIFA. "En ese caso seríamos los primeros en celebrar tal acontecimiento", dicen en la presentación de su web.

La NF-Board ha sido calificada como una sala de espera para entrar en la FIFA. En un orden mundial donde las fronteras influyen a la hora de dar la oficialidad a una selección, este organismo se propone "ser un campo abierto donde se utiliza el fútbol como un instrumento de la unión, la distribución y la transmisión de los sueños de los pueblos, naciones y poblaciones de territorios aislados". No es de extrañar entonces que su lema sea ¡Dejen que todos los pueblos jueguen!.

copa mundial viva La NF-Board tiene entre sus funciones facilitar y organizar partidos amistosos entre las selecciones que la forman y, además, organiza la Copa Mundial VIVA. Un objetivo que persiguen con este torneo es que, en el caso de que alguno de sus equipos consiga acceder a la FIFA, lleguen con un mínimo de experiencia en enfrentamientos internacionales.

La primera edición de la Copa Mundial IVA se disputó en 2006 en Occitania con tan solo tres participantes y Laponia se impuso en la final a Mónaco. En las tres ediciones siguientes, en las que tomaron parte hasta 8 equipos, el título fue para la región italiana de Padania y en 2012, en la última edición, Kurdistán ganó en la final a la República Turca del Norte de Chipre.

El siempre innovador St. pauli La NF-Board no es el límite, todavía hay más fútbol en planeta. En 2006, de forma paralela al Mundial de Fútbol de Alemania, el FC St. Pauli de Hamburgo organizó la primera edición de la FIFI Wild Cup. Participaron cinco naciones (Gibraltar, Groenlandia, Tíbet, Zanzibar y la República Turca del Norte de Chipre) además de un equipo que representaba al barrio de St. Pauli. El título sería para el combinado de la isla chipriota. Queda claro que el planeta fútbol tiene unas fronteras más difusas y borrosas que el mapamundi político. El tiempo dirá si Euskadi consigue seguir la estela de Gibraltar, el último equipo en ascender al cielo del fútbol.