DONOSTIA. Oinatz Bengoetxea le aplicó a Ekaitz Saralegi la misma tortura que el delantero guipuzcoano le infligió a Titín III el pasado domingo. Si entonces el amezketarra alcanzó los cuartos de final del Cuatro y Medio de la LEP.M merced a un abrumador 4-22 ante el caracolero, ayer recibió una dosis de su propia medicina ante un rival, el leitzarra, que demostró estar un peldaño por encima de Saralegi. Tras un inicio tremendamente duro e igualado, Bengoetxea VI metió la directa y conquistó con holgura su primer triunfo en la liguilla de cuartos de final.
A Saralegi, sin duda, le pasó factura el terrible esfuerzo físico al que se vio sometido en los compases iniciales del partido. Tanto él como su rival lo dejaron todo sobre la cancha en un arranque de partido del que, a priori, salió beneficiado el guipuzcoano (3-1). Sin embargo, a pesar de que obtuvo una renta de dos tantos de tan brusca pelea, lo cierto es que el verdadero rendimiento a la refriega lo consiguió a continuación Bengoetxea VI. El delantero leitzarra, un artista de los líos y enredos en los cuadros alegres, firmó 17 tantos consecutivos que le valieron para voltear el marcador y escaparse casi de manera definitiva hasta el cartón 22. No lo logró de una sola tacada por muy poco, pero el acelerón le sirvió para dejar vista para sentencia su primera aparición en la presente edición de la jaula.
Las pruebas de la crudeza de un inicio de partido tan exigente las encontramos en el número de pelotazos a buena que cruzaron ambos protagonistas en los primeros tantos. En el que sirvió para que Bengoetxea VI inaugurara el marcador (0-1), hubo 25. Y al término del 3-3, tanto Saralegi como Bengoetxea VI ya habían contactado con la pelota en 92 ocasiones (algo menos de la mitad de pelotazos que acumularon al término del encuentro).
Lo cierto es que primó la condición física. El desgaste le pasó mayor factura a Saralegi que, además, se encontró con un rival superlativo y que supo hacer las cosas. Bengoetxea VI movió a su oponente con la habilidad que acostumbra y cruzó la pelota como exige la modalidad. También se atrevió con la dejada, una de sus especialidades, y con ella acabó el tanto hasta en siete ocasiones. En definitiva, que el leitzarra se mostró superior.