Vitoria. La guillotine! La guillotine!". El grito brotaba de la garganta de Gerard Depardieu mientras huía de suelo galo para instalarse en Rusia. El actor no temía que el afilado filo le separase de sus trenzas de Obélix, sino más bien del 75% de sus ganancias, que es lo que el presidente de la República, François Hollande, proponía con su nuevo impuesto para la clase más pudiente. Depardieu, como quien se da de baja en la biblioteca, renegaba de su pasaporte francés y abrazaba a Vladímir Putin, quien no tenía problemas en declararle ciudadano ruso de la noche a la mañana. El caso Depardieu fue la primera consecuencia de la contundente novedad fiscal, pero con el paso del tiempo, el nuevo impuesto se ha topado con un adversario más delicado: el fútbol. A los franceses les importa poco dónde viva un actor, pero que metan mano en el fútbol ya es otro cantar y más cuando el fútbol galo se encuentra ante un panorama nunca antes visto, con magnates que convierten sus clubes en potencias capaces de competir con los mejores equipos del continente.

La unión de Clubes Profesionales de Fútbol de Francia se reunirá este jueves para debatir si van o no a la huelga este próximo fin de semana. Es su manera de presionar ante la voluntad del Gobierno galo de seguir adelante con su impuesto para millonarios. Esta medida la anunció Hollande cuando estaba en campaña electoral y no tardó en darle recorrido una vez que fue nombrado presidente. Su intención era reclamar el 75% de las retribuciones superiores al millón de euros. Al hacerse público el impuesto se descubre que no lo pagarán las personas, sino las empresas que pagan a esas personas. Ante la preocupación de los clubes de fútbol, desde el Palacio del Elíseo se aclaró que los clubes serían tratados como Pequeñas y Medianas Empresas, por lo que estarían exentos.

Pero el Consejo Constitucional le devolvió a Hollande su propuesta a la vez que le torcía el morro. Había que rectificar. No por el sopapo del 75% a los millonarios, sino por un fallo técnico. Tal y como estaba redactada la propuesta no respetaba la igualdad de todos los ciudadanos ante las cargas públicas. El Gobierno se ponía manos a la obra en corregir el texto para volver a presentarlo.

La ministra de Deportes, Valérie Fourneyron declaraba en Le Figaro que "se pondrán límites a aquellos clubes con menos ingresos a la hora de cobrar ese impuesto, pero no se puede perseguir el modelo español en el que unos clubes no pueden pagar a los jugadores y otros pagan 100 millones por un traspaso". Fourneyron celebraba la llegada de magnates "con capacidad de pagar salarios impresionantes, pero dan la sensación de que hay un ambiente de no regulación".

PSG y Mónaco, los iconos El recado iba para los propietarios del PSG y del Mónaco. El club parisino es desde 2011 propiedad de un grupo inversor, Qatar Investment Authority, capaz de pagar cifras astronómicas por jugadores como Thiago Silva, Lavezzi, Ibrahimovic, Pastore, etc. El equipo del Principado también llego en 2011 a manos del ruso Dmitry Rybolovlev, cuyo dinero ha servido para comprar a James Rodríguez, Moutinho, Carvalho, Falcao, Toulalan o Kondogbia.

La Liga de Fútbol Profesional cambió el pasado mes de marzo su reglamento y ha obligado a todos los clubes profesionales a tener su sede social en Francia antes de junio de 2014. De esta manera trata de evitar que el Mónaco tenga ventaja al esquivar el nuevo impuesto. Rybolovlev se resiste a pasar por el aro y, aunque ha negado que solucionaría el problema con un trato económico, se rumorea que Mónaco y Federación han manejado la posibilidad de firmar la paz con el pago de 200 millones de euros.