Pablo Lastras (Movistar) 3h58:00

Sylvain Chavanel (Quick Step) a 15''

Markel Irizar (RadioShack) m.t.

GENERAL

Pablo Lastras (Movistar)8h 25:59

Sylvain Chavanel (Quick Step)a 20''

Markel Irizar (RadioShack) a 1:08''

La etapa de hoy, 4ª: Baza-Sierra Nevada (170,2 kilómetros). Teledeporte (15.45 horas). Eurosport (16.30 horas).

TOTANA. Pablo Lastras es un ciclista viejo. O viejo y ciclista. "Y los viejos como yo, ya se sabe, que eso de las nuevas tecnologías… Lo único, lo único, el chateo, que lo llevo bien. Un chato de vino aquí, un chato de vino allá…", bromeaba el madrileño de San Martín de Valdeiglesias, 35 años, mucha vida y mucha labia, feliz como un niño ayer en Totana. Allí, bajo un calor extenuante, ardía la tierra y el aire, ganó una etapa guiado por su vieja pizarra de ciclista sabio, que le ordenó marcharse en el último repecho de la subida de La Santa, a poco más de diez kilómetros de meta, para dejar sentados a Chavanel, Irizar y Pydgornyy.

Lastras, es cierto, es viejo. 35 años. Ciclista de otro siglo. Subió a profesionales después de la era Indurain, en 1997, pero tardó en asentar en ese universo su largo cuerpo de piernas acuchilladas. Hace diez años, cuando debutó en el Giro, se le conocía más por las lesiones que por su palmarés, que cabía en una radiografía: se había fracturado varias veces la clavícula, el fémur, una vértebra dorsal, algunas costillas; le habían operado del menisco y extirpado quistes de la rodilla… Aquel mayo de Italia fue catártico. Su primer Giro. Y su primera victoria. "Fue la más importante, la de mi lanzamiento como deportista. Me cambió. Empezó otra vida para mí". Al año siguiente ganó otras dos etapas en la Vuelta. Y en 2003 en el Tour, el día del cumpleaños de su madre fallecida. Es junto al irundarra Juanma Garate, el único ciclista estatal en activo con victorias en las tres grandes. Desde entonces, 2003, ha ganado menos -una etapa en Suiza, otra en Benelux, y la Vuelta a Andalucía- pero no ha dejado de crecer. Es un gigante.

"¿Y la de hoy, Pablo? ¿Qué peso tiene la de hoy?", le preguntaron al de Movistar, que sintió el encontronazo entre sus sentimientos y tuvo que reconocer la importancia de la etapa de ayer. "Mucha, mucha", dijo.

Lo había contado antes de una manera más natural. Tenía tantas ganas de ganar, deseaba compartirlo con tanta gente, con él mismo, que en meta entró partiendo la victoria en tres pedazos. Con el primero, al santiguarse y morder el crucifijo, quiso dar las gracias por la vida, por poder sonreír cada día y por ser capaz de luchar; con el segundo, los dedos al cielo, recordó a su compañero Xavi Tondo, muerto el pasado mes de mayo cuando él corría el Giro, a Wouter Weylandt, también fallecido en mayo durante la disputa del Giro, y a Juan Carlos Vicario y Mauricio Soler, cuyo estado de salud es delicado; con el tercero, mordió una pulsera y se golpeó el corazón, pensó en sí mismo y en todos aquellos que le quieren y le aman.

Lastras ama, sobre todas las cosas y como pocos, el ciclismo. "Llevo 27 años sobre una bicicleta, aunque no puedo decir que el ciclismo sea mi vida porque tengo otra, la personal, que la llevo en la intimidad". Cuando cruzó la meta y se vio rodeado de micrófonos, cámaras y libretas, levantó la vista, pasó revista y lanzó su mensaje: "¿Estáis todos? Bien. Haced grande este deporte, merece la pena. Gracias por estar aquí".

Fue tan contundente el mensaje, tan profundo, como el ataque que había lanzado minutos antes en la cuesta de La Santa. De pizarra. "Tengo experiencia, sé cómo se corre. Soy experto y veterano. Dicen que viejo. Sé que me quedan un par de años, que tengo fecha de caducidad, pero me he cuidado mucho. Si cuidas tu cuerpo, puedes aguantar bien".

Todas esas verdades quedaron evidenciadas en el pasado Giro, cuando luchó por una etapa que rozó en Tirano el día que a su dorsal se le pegaron 15 pares de ojos, los de todos sus rivales de la escapada; cuando repartió consejos sabios a todo el que le preguntó, también a Contador, al que asesoró y ayudó, de manera indirecta pues trabajaba para Arroyo, en la etapa reina de los Dolomitas, cuando Nibali se quiso marchar bajando y acabó rendido al ritmo de Lastras. Todas esas verdades quedaron reflejadas ayer, tras el severo ataque en La Santa hasta alcanzar la meta y lanzar su mensaje: "Haced grande este deporte".

menchov, eliminado La misma experiencia se le supone a Menchov, que tiene 33 años y muchas muescas en el fuselaje, aunque ayer no le sirvieran para superar el fatídico momento en La Santa. Sufrió una avería mecánica antes del puerto y luego, contó su director, Joxean Fernández Matxín, las sensaciones cuesta arriba, bajo un calor demoledor, no fueron buenas. Perdió 1:23, y la Vuelta, con el resto de favoritos, que se miden hoy, bajo el mismo calor soporífero, en Sierra Nevada, el primer final en alto de la Vuelta. Altitud: 2.112 metros.