Empató el Athletic en la foto-finish, auxiliado esta vez por la cabeza de Urko Vera, otro socorrista para la nómina rojiblanca, que no se cansa de hazañas de marcado carácter épico y taquicárdico para enraizarse en Europa. Los bilbainos, que retroceden a la sexta plaza, acumulan un buen botín en los esprines, tal vez su mayor especialidad. Con David López como lanzador, Urko Vera levantó los brazos en el aliento final. Así funciona este Athletic, un equipo sin fin incluso en noches espesas como la de Getafe, donde solo otro truco de magia, salvó del patíbulo a los rojiblancos tras consumar un ejercicio incompleto, desdibujado, deslucido. A pesar de ello fue capaz el Athletic de reafirmar su gen competitivo, su codicia y su rechazo a la derrota.

A los bilbainos les produce sarpullido hincar la rodilla y no necesitan mayor estímulo para retratarse sonrientes en el álbum de fotos, aunque la primera pose fue de asombro. Sin Toquero, lesionado, en el encuadre, el Athletic, un equipo que se muestra ortodoxo y lineal en su desarrollo cuando puja con el infatigable pulmón y el galope de Zatopek de Gaizka, tuvo que organizarse alrededor de otro libreto que exigía mejor pie y más trenza ante el Getafe, un equipo alegre con la pelota, pero atemorizado en la trinchera, donde le falta hueso.

Susaeta, compañero de Llorente en el sidecar del ataque, es la némesis de Toquero por lo que el mecano rojiblanco, con De Marcos estrenándose como interior derecho, tuvo que reinventarse. Al Athletic le costó reconocerse en el espejo, incapaz de gestionar un escenario que demandaba arquitectura y mecanismo relojero frente a los madrileños, cómodos con la pelota y rápidos en el vuelo ofensivo, pero vulnerables cuando deben emplearse con la segadora. Gurpegi y Javi Martínez, eléctricos en el centro del campo, juegan a impulsos, refractarios ambos a amasar la posesión, así que el Athletic se expresó a retazos en medio del desgobierno.

En el caos, en un duelo anárquico porque nadie poseía jerarquía, descolló el atrevimiento de Iker Muniain, al que le pitaban los oídos, y su péndulo, ese que le arrastra desde el costado izquierdo hacia el medio. Se adentró en el perímetro de seguridad del Getafe con la determinación de un zahorí que busca agua en medio de la sequía. A punto estuvo Muniain de hallar el manantial, pero su golpeo desde el balcón del área peinó el larguero de Codina.

SIN RUMBO Aunque escasamente exigido por el Getafe, que empleaba la escuadra y el cartabón de Boateng y Parejo para lanzar el filo desde las orillas de Ríos y Manu del Moral, asistidos por Albín y Arizmendi, el Athletic, sin apenas hilo argumental, se perdía sin una brújula que le guiara. Llorente, un faro cuando los rojiblancos juegan con la mira telescópica, carecía de peso en el debate, un mal síntoma para la salud de los bilbainos. Fernando intentó superar a Codina desde lejos, pero su disparo, lánguido, se perdió, balbuceante lejos del rosa fosforito del arquero local.

A pesar de la desnaturalización, de jugar con alzacuellos, el Athletic fue ocupando cada vez más terreno, ganó en posesión y colmillo y se quedó a un golpe de riñón de adelantarse por la bota de Gurpegi en el desagüe del primer acto. San José metió la pelota en el área y allí, la coraza de Carlos, abolló la carrocería de la zaga del Getafe, descascarillada ante la fuerza de choque del de Andosilla, que sin embargo se estrelló en el instante final, con Codina vencido, ante el escorzo de Cata Díaz, que anuló la orden de defunción de Gurpegi a una letra de cantar gol.

SE ASOMA EL GETAFE Fue el último servicio a la causa de Carlos, relevado por la métrica de Orbaiz con el telón de la reanudación. Con Pablo levantándose aún las medias, apenas desperezándose del banquillo, Susaeta se encontró solo ante Codina después de que Munian frotara la lámpara y le regalara un duelo en el confesionario con el portero. A Susaeta le faltó voltaje y lucidez para resolver el autodefinido. Unos fotogramas después tampoco conquistó la red Llorente, demasiado displicente a la hora de rematar de cabeza otra diablura de Iker, el jugador con más catálogo del Athletic. Muniain encaramó al podio a Fernando, pero el delantero centro no alcanzó el laurel, enredado en las manos de Codina. Aún se lamentaba el Athletic, con las manos en la cabeza, cuando el Getafe le abrió en canal en la banda izquierda, donde progresó Albín sin que la zaga bilbaina levantara la cremallera para protegerse debidamente. El atacante se alió con Arizmendi, que transitaba, energético, por el corazón del área hasta que intercedió Manu del Moral para dar la puntada definitiva.

OTRA RACÍON ÉPICA El aguijón del Getafe, punzante, activó la sala de operaciones del Athletic y Caparrós envidó con la entrada de David López y Urko Vera, destinados después a la gloria. Se elevó varios escalas el electrocardiograma del partido con el constante zumbido de Iker Muniain, varios cuerpos por encima del tono gris de los rojiblancos. Se desabrochó el duelo, entregados los bilbainos a otro capítulo de superación, el enésimo en esta clase de discusiones en las que nadie levanta la voz demasiado hasta que grita, desamparado, auxilio.

Trataba el Getafe de estrangular al Athletic, pero a los rojiblancos y sus siete vidas, les rescató nuevamente el balón parado, el mejor antídoto de la botica bilbaina. David López enroscó en una falta el terciopelo de su derecha con mandíbula hacia la bocana del área y la cabeza de Manu de Moral, en su intento de despeje superó la estirada de Codina, hizo el resto: devolver la sonrisa al Athletic. Pudo ser mayor el alborozo si Muniain no hubiera trastabillado su remate, escorado, ante Codina, que no se venció.

A la afrenta de Iker, reaccionó Manu del Moral, que olvidó su mala cabeza y se expresó con el pie para reparar el daño que le había causado, involuntariamente, a su equipo. Así que reguló la mira telescópica y descontó de un tremendo zapatazo a Iraizoz, que voló como Superman pero sin sus poderes. Disfrutaba el Getafe del éxito hasta que el Athletic tocó la corneta a una centésima del bocinazo final, el escenario en el que más disfruta, al borde del abismo. David López tecleó el córner y sobre el alambre de la agonía se impulsó Urko Vera para meter la cabeza, arrancar un empate y alcanzar el éxtasis en la foto-finish.

GETAFE: Codina; Víctor Sánchez, Cata, Marcano, Torres; Boateng, Parejo (Min. 76, Casquero); Pedro Ríos (Min. 80, Sardinero), Albín (Min. 83, Borja), Manu del Moral; y Arizmendi.

ATHLETIC: Iraizoz, Iraola, San José, Ekiza, Koikili; De Marcos (Min. 62, David López), Gurpegi (Min. 46, Orbaiz), Javi Martínez, Muniain; Susaeta (Min. 62, Urko Vera) y Llorente.

Goles: 1-0: Min. 58; Manu del Moral. 1-1: Min. 69; Manu del Moral, en propia puerta. 2-1: Min. 85; Manu del Moral. 2-2: Min. 93; Urko Vera.

Árbitro: Ayza Gámez, valenciano. Amonestó a Parejo (Min. 63), por una entrada a Orbaiz; a Cata Díaz (Min. 70), por protestar; a David López (Min. 71), por no respetar la distancia; a Javi Martínez (Min 75), por un codazo a Pedro Ríos; a Casquero (Min. 82), por una falta a Muniain, y a Borja (Min. 86), por una entrada a David López.

Incidencias: Unos 6.000 espectadores en el coliseum Alfonso Pérez.