Barakaldo. Sobre una cama de la planta de traumatología del Hospital de Cruces está tumbado Igor Antón, recuperándose de la intervención en su codo derecho a la que fue sometido el mismo día de la caída. No parece que 24 horas antes tropezara en el asfalto que conducía a Peña Cabarga, donde les esperaba su familia y la afición, entregada a un líder que ha calado entre el público. Se le ve animado, incluso bromea.

¿Cómo ha ido la operación?

Muy bien. En ese sentido estoy tranquilo. Para ser una caída tan fea ha quedado todo en algo más bien pequeño. Ha sido una rotura en una parte del cubito y se ha solucionado rápido.

¿Qué tal ha dormido?

Un poco mal, porque aparte de la rotura tengo varías rozaduras y quemaduras y el cuerpo un poco desestabilizado por la operación. Sólo he podido dormir a ratos, pero no importa, tengo todo el invierno para descansar.

¿Le ha estado dando muchas vueltas a la cabeza?

No. Hasta ahora me iba todo de maravilla, la forma la tenía perfecta, creo que mejor de lo que he estado nunca. Más que nada tengo esa impotencia de no saber hasta donde hubiese llegado. Pero me quedo con lo que hice hasta la etapa de ayer (por el sábado), que fue mucho.

¿Que fue exactamente lo que pasó en el momento de la caída?

Estábamos en el momento decisivo, llegando al cruce donde empezaba la subida a Peña Cabarga y se notaba la tensión, la típica que suele existir previo a un final en alto como el de ayer. Había una bajada que no era muy vertical, pero íbamos muy rápidos, en torno a 70 kilómetros por hora. De repente la rueda delantera chocó contra un objeto, me han comentado que era un palo o un tronco, y no4 me dio tiempo a controlar la bici. Se me escaparon las manos y me fui contra el suelo.

¿Dónde iba Egoi?

Egoi venía a mi rueda, chocó contra mi y saltó por encima. Creo hubo algún corredor más. Yo impotente, intenté montarme en la bici, pero ya me di cuenta que tenía algo roto en el brazo.

¿Que se le pasa por la cabeza en un momento como ese?

Pues ves que tienes un golpe tan fuerte que el hecho de coger la bici ya es un triunfo. Si no me hubiese roto el brazo hubiese seguido, aunque a duras penas. Después, en el coche, piensas en todo lo que te ha costado llegar hasta allí y que puedes perderlo en un suspiro. Pero enseguida me di cuenta que hay que tirar adelante, quitarle hierro al asunto y quedarse con lo que has hecho. Ganar dos etapas y ser líder durante cinco días es algo muy bonito que no me esperaba.

¿Supo en el mismo momento que se puso de pie, que no podría seguir?

Es un poco shock, sabes bien que te ha sucedido. Te quedas aturdido y no reaccionas. Ves que el casco y la bici están rotos y te das cuenta de lo fuerte del golpe. Lo primero que piensas es que no tengas nada serio. Por suerte, la caída no me ha afectado en las piernas, como en 2008.

¿Recordó la caída en el descenso del Cordal?

Es una situación parecida, pero no pienso en las circuntancias. Las ocasiones de caerte están siempre presentes. Ayer, desafortunadamente, me tocó caerme.

Aquella ocasión marchaba con opciones en la general, pero el sábado llegaba de líder...

Y con todo por delante. Muchos me decían que podía haber ganado esta Vuelta. No sé yo si hubiese llegado a ganarla, pero sí creo que podría haberla disputado.

Gorka Gerrikagoitia ha denunciado que no era un líder respetado por otros equipos. ¿Lo ha sentido así?

Puede que hubiera existido algún detalle feo en algún momento puntual, pero no quiero entrar a valorar la actitud de otros corredores. Cada cual que cargue con su conciencia. Cuando hay otros líderes soy el primero que lo respeto y estoy muy satisfecho de como me he comportado en carrera cuando he sido líder. El equipo también se ha portado de maravilla.

¿Cómo ha vivido la experiencia de ser líder en una vuelta grande?

Es una experiencia muy bonita, inolvidable. Pero, a la vez, tiene en contra la responsabilidad, la presión y el estrés mediático. Hay que tratar que no te desborde. Me quedo con el reconocimiento de la gente, el que te pidan un montón de autógrafos y que te reconozcan haya por donde vayas.

¿Se ha sentido un líder querido?

Si, si. En la etapa de ayer, por ejemplo, cuando pasaba por Espinosa de los Monteros todos gritaban mi nombre al pasar, y eso se valora mucho.

¿Cree que le ha podido afectar la presión mediática?

No, todo lo contrario. Me ha sorprendido como he podido enfocar el día a día de la carrera. Si que hay momentos puntuales que se me acumula mucha tensión, pero he sabido reconducirlo bien.

¿Te has sentido arropado como un gran líder por tu equipo?

Una pasada. Yo nunca había vivido que en muchos momentos te arropen hasta el límite.

Otras veces te ha tocado a ti cumplir con ese papel para Samu.

Si, ya lo había vivido en otras ocasiones con Samuel. Y en ese sentido ya habíamos tenido la experiencia. También con Egoi Martínez en 2008, mi compañero de habitación, que por desgracia también se cayó ayer. El también sabe lo que es ser líder y ya vivimos la experiencia de trabajar por mantener el liderato.

Ahora, en frio, ¿que cuerpo se le queda al ver como se le escapa la opción de luchar por ganar la Vuelta?

Vendrán otras carreras futuras donde podré hacer muchas cosas bonitas todavía. Y creo que tengo también margen de mejora. Este año me he sorprendido llegando a un limite muy alto, pero yo soy optimista y creo que puedo mejorarlo.

Se ha hablado mucho sobre si tu te creías o no estar capacitado de ganar la Vuelta.

Yo creo que nunca te lo llegas a creer al 100%. Es una cosa tan complicada. Yo he corrido un Giro, dos Tour de Francia, cinco Vueltas a España y, al final, te das cuenta que es muy dificil y hay muchos día complicados. No son dos días de carrera, son veintiuno y tienes que tener en todo momento los pies en el suelo y con cautela. No me hacía del todo la idea llegar a conseguirlo, pero, porsupuesto, no iba a bajar los brazos y no iba a entregarlo.

Se te veían piernas, por lo menos, de estar por la pelea para conseguirlo.

Hubo momentos donde me vi controlando la situación, como superior y capacitado de soportar cualquier ataque.

Parece que también ha cambiado tu manera de correr. Eres paciente.

La etapa de Pal la valoro, pero la de Jaén la valoro el doble. Fue una carrera con un perfil de clásica, como el final de la Flecha Valona en el muro de Huy. Es para un corredor con chispa y condiciones de clasicómano, y en ese sentido me he dado cuenta que he roto otra muralla.