Ha pasado más de año y medio desde su última visita a Gasteiz. Toca volver a encontrarse con el público de la capital alavesa. Shinova vuelve dentro de una gira que parece no tener fin, ahora para desgranar los temas de su último disco, El presente. Esta vez es el Buesa Arena el que espera a la banda vizcaína, que va a compartir escenario con Mikel Izal y Merino, quedando todavía alguna entrada disponible. La cita es este sábado 28 a partir de las 20.00 horas. A partir de ahí, toca vivir una noche para disfrutar y recordar.
Es ver la agenda de conciertos de Shinova y asustarse. ¿Cómo aguantan el ritmo?
–Por las drogas (risas). No ahora en serio, somos gente muy sana que está hasta con dietista. Nos ha dado la vida, de hecho. Parte de todo lo que está pasando parte de ahí, de cuidarse, de disfrutar de los pocos momentos que pasamos en casa, y de ser conscientes de lo afortunados que somos por haber llegado a este punto en una profesión como la nuestra, donde no es nada sencillo. Por tener tantos conciertos y tanto trabajo no podemos sentirnos más que agradecidos y afortunados.
Éxito fuera de Euskadi
Vuelven a Vitoria en una cita en la que será protagonista ‘El presente’, ¿verdad?
–Sí. Estamos en plena presentación de un disco que estamos disfrutando mucho en directo desde su lanzamiento. La verdad es que la gente lo ha acogido muy bien. Pero por supuesto que habrá margen y espacio para el resto de discos. Sabes que dentro del repertorio hay canciones que tienen que estar porque la gente las pide y nosotros seguimos disfrutando cuando las tocamos.
Al final, ya hay una trayectoria detrás, un camino en el que no deja de ser curioso que la banda ha triunfado antes fuera de Euskadi que en casa, ¿no cree?
–Ha costado en casa, eso es así. Ahora estamos viendo que la situación es otra. Incluso te diría que se saborea de otra manera. Cuando se llena una Santana o cuando sabes lo que va a pasar en este bolo de Gasteiz, se disfruta porque se ha sufrido, se ha picado antes mucha piedra para llegar a este punto. Es verdad que en otras partes del Estado hemos llegado antes, pero también ha habido lugares en los que nos ha costado lo suyo. Por ejemplo, es el caso de Barcelona, aunque estamos ahora a punto de llenar Razzmatazz. Ese trabajo duro que has hecho a lo largo del tiempo para llegar a esto es lo que le confiere a todo un sabor más dulce.
Y ahora ve uno el cartel de ‘completo’ en los conciertos y el ego...
–¡No! (risas) Tenemos al lado, trabajando con nosotros, a la gente adecuada para mantener los pies en el suelo. Además, también se nos ha pasado la edad de ser idiotas. Empezando de tan abajo, viviendo los primeros años en salas pequeñitas con gente que, por cierto, sigue ahí, el ego no aparece. Hemos ido escalón tras escalón tras escalón. Eso hace que veas las cosas de otra manera. Sabemos de dónde venimos. Ahora estamos en un momento muy bueno, la banda sigue creciendo y eso también hay que aprender a gestionarlo. Cada paso dado nos ayuda a saborear de otra manera lo que ahora nos sucede. De todas formas, no tienes que olvidar que además del trabajo, hay otro factor que es la suerte. No todo el mundo, con el mismo trabajo, llega a vivir de la música como nosotros.
‘El presente’ ha salido este mismo año y está teniendo muy buen recorrido, aunque hoy han cambiado mucho las cosas sobre la vida de un álbum con respecto a cuando empezó Shinova. Esto ya no es lo que era antes.
–La industria ha cambiado muchísimo. Es evidente que no se compran los discos que se vendían antes, y que toda la parte digital tiene hoy un peso muy, muy grande. No queda otra que evolucionar con los tiempos sin que se vea afectado lo artístico. Es algo que creo que estamos manteniendo. Cada canción, cada directo, tiene que partir de algo real, de una emoción.
El sello de la banda vizcaína
En esa evolución, ¿cuál cree que es la marca Shinova, más allá de las etiquetas de la industria y de los periodistas?
–Nosotros venimos del rock. Siempre ha sido nuestra base. Pero es verdad que nos hemos cruzado con mucha gente en la carretera, que siempre hemos estado abiertos a nuevos sonidos, que vamos incorporando muchas cosas a lo que hacemos... En ese sentido, en lo artístico, hemos crecido. Si no, te quedas anclado a una etiqueta y como te muevas de ella, puedes tener complicaciones. Es un peligro quedarse dentro de las cuatro paredes de una etiqueta.
La última vez que visitaron Vitoria fue en febrero de 2023, en la sala Jimmy Jazz, donde las entradas volaron. Ahora llegan al Buesa Arena. ¿Los lugares obligan a adaptar los conciertos?
–Cada formato tiene sus ventajas. La Jimmy es una sala que nos encanta. Es casa, por así decirlo. Tiene esa parte más íntima sin que tú pierdas, desde el escenario, lo que es la energía y la adrenalina necesaria. Tiene esos dos elementos que hacen que la Jimmy sea muy especial. Si hablamos de espacios más amplios como pabellones, puede que la cercanía no sea la misma, lo que es lógico, así que la conexión con el público la buscas de otra manera. Y creo que nosotros lo estamos consiguiendo. Eso también es mérito de la gente que acompaña a la banda. Entre todos hacemos que la gente, en un gran escenario, siga sintiendo que esta canción que estamos tocando ahora es para él o para ella.
Que una persona sienta como algo propio una canción y la haga suya, incluso más allá del artista... parece algo muy complicado de conseguir, pero pasa.
–Es lo que le da sentido a todo al final. Antes hablábamos de los egos y están muy bien los comentarios en redes sociales o la foto chula de un directo con miles de personas... pero lo único que va a quedar de todo esto, lo que merece la pena, es lo que significa una canción para una persona. Con los millones de temas que se lanzan cada poco, que alguien se pare a escuchar lo que tú haces y que conecte a nivel emocional con esa canción, es increíble. Es lo que le da sentido a todo.