Generar un entorno seguro y libre para que cualquier mujer y persona de la comunidad LGTBQ+ pueda disfrutar de una fiesta techno, ya sea parte del público o del cartel de artistas. De manera muy resumida, en este objetivo viene trabajando desde hace dos años el colectivo Harrika, “una familia disfuncional de gente majísima” que, de manera altruista, apuesta por el cuidado, el respeto, el disfrute y la visibilización.

A lo largo de este tiempo, son unas 30 fiestas las llevadas a cabo, de manera fundamental en la sala Jimmy Jazz, pero también en otros puntos tanto de dentro de Álava –Herrika– como fuera –con salidas a ciudades como Madrid y Oviedo, por ejemplo–. Un camino que el grupo quiere poner en valor este viernes con una cita especial que llevará a cabo en el espacio de la calle Coronación.

Este viernes, para celebrar su cumpleaños, la sala Jimmy Jazz acoge una de sus fiestas, con la participación del colectivo madrileño Skin

Antes, desde las 22.00 horas, habrá un precalentamiento en el Txapelarri de la mano de Lourdes, una dinámica que se ha puesto en marcha de un tiempo a esta parte con la intención de dar una oportunidad a personas que sean principiantes y locales desde el espacio de la calle Cuchillería. Después, a las 01.00 horas, la sesión arrancará en Jimmy Jazz, quedando todavía alguna entrada disponible.

Allí, Ander Arce y Neryn protagonizarán un duelo de vinilos a cuatro platos, al que seguirán las actuaciones de Reitze y Saint Sinner, todo ello con la colaboración del colectivo madrileño Skin. Así hasta las seis y media de la madrugada, que será cuando toque ir pensando en la próxima fiesta, teniendo en cuenta que se suele llevar a cabo una al mes. La agenda no para.

Mucho más que una sesión

Hasta aquí, de todas formas, podría parecer que la descripción es la de una fiesta de techno como cualquier otra. Pero de eso nada. Desde el pre hasta el post, y, sobre todo, en el durante, la mano de Harrika está más que presente. Para empezar, en la propia configuración de los carteles de unas sesiones de carácter queer y feminista.

En este campo, uno de los principios básicos pasa por la visibilización de artistas que han sido y son discriminadas por razones de género, orientación sexual, raza... Es decir, se quiere dar luz a lo que, incluso hoy, sigue en sombra. Asimismo, se trabaja para contar con nombres de la escena de Euskal Herria y ponerlos en relación con Dj y productoras llegadas de otras ciudades y países. En este sentido, es reseñable la presencia que está teniendo la escena de Berlín. 

“Poco a poco vamos marcando nuestro camino, hacia dónde queremos ir, que tal vez es hacia un techno más pegado a su origen. Pero estamos abiertos a cosas nuevas y a probar”, apunta Ander Arce, uno de los componentes de un numeroso colectivo impulsado por Galder Beramendi y en el que también se encuentran personas como Uxue Alonso, Lorena Rojo y Juan Gómez.

Las normas de la fiesta

Como describe este último, antes de que ningún sonido se haga protagonista, Harrika hace una presentación al público del tipo de sesión que va a vivir y en qué condiciones se va a desarrollar. Hay una serie de normas que es necesario cumplir, algo en lo que juega un papel fundamental el equipo Zaintza.

Su labor, a grandes rasgos, pasa por asegurarse de que todo transcurre como está pautado, es decir, que “en las primeras filas haya mujeres, que nadie se sienta incómoda, que no haya agresiones o cosas raras”, apunta Alonso. Las mujeres del colectivo que conforman este grupo se identifican con brazaletes para que cualquier persona pueda localizarlas rápido y acudir a ellas si pasa cualquier cosa.

Además de generar lugares seguros para el público, también se busca visibilizar a las artistas discriminadas en la música electrónica

“Tenemos la finalidad de que si alguien se siente incómodo, ser nosotras el primer contacto” y actuar en consecuencia, también con el equipo de seguridad –por ejemplo, de la sala Jimmy Jazz si la fiesta se produce allí– si es el caso. Eso sí, llevar a cabo esta labor, que tiene más de educativa que otra cosa, no es sencillo, máxime a las tres o las cuatro de la madrugada. Se hace “con mucha paciencia, sangre, sudor y lágrimas”.

“Igual al principio chocaba más el formato pero ahora hay mucha gente que ya sabe a lo que viene y que, de hecho, acude por lo que hacemos”, subraya Beramendi. Al fin y al cabo, la intención es que “la gente se respete, que cada persona tenga cabida, que puedas vestirte como quieras, que puedas disfrutar y todo ello en un espacio en el que haya artistazas tanto de aquí como internacionales a las que darles altavoz, que sean mujeres y personas del colectivo LGTBQ+”.

Una apuesta imprescindible

Debería sorprender, en 2024, que la existencia de Harrika sea necesaria. “Esto debería ser normal en todas las fiestas de todos los sitios, pero por desgracia no lo es”, recuerda Beramendi. El colectivo “nace de la necesidad de crear espacios seguros dentro de la noche. Es verdad que la sala Jimmy Jazz ha sido siempre un escondite para nosotras, pero había una necesidad de generar un espacio para mujeres, identidades subversivas... para personas que igual no nos sentíamos del todo cómodas en el rol normativo que hay en cualquier fiesta de cualquier estilo”, añade Alonso.

El colectivo ha ido transformándose en estos dos años. El prueba y error está presente a todos los niveles. El aprendizaje es constante, también asumiendo las reacciones externas. “Gasteiz es una maravilla de ciudad pero es verdad que darle forma a una fiesta así, con unas normas diferentes, ha sido una lucha compleja, que ha ido evolucionando hasta llegar a algo que ahora está teniendo un muy buen apoyo por parte de la gente de Vitoria y de otros sitios. Estamos muy contentas con la evolución y la respuesta”.

Un camino en el que también Harrika está apostando por crear redes con otros colectivos y artistas para conocer experiencias ajenas, compartir las propias y establecer relaciones de cara a futuro. Todo ello sin perder de vista que el grupo es heterogéneo y que, por supuesto, también hay diferencias en los planteamientos y reflexiones que se hacen.

“Nos hemos comido la cabeza con discusiones, con la teoría política que hay detrás de lo que estamos haciendo, con qué queremos y qué no… Le damos mucha importancia a eso, a ver qué nos mueve”, resume Beramendi. “No somos perfectas. No queremos sentar cátedra. Nuestro objetivo siempre ha sido crear espacios para todas las personas, para que todas se puedan sentir identificadas con esta fiesta y que tengan cierta sensibilidad”, añade Alonso.

El futuro

Más o menos, una quincena de personas son necesarias para que Harrika pueda llevar a cabo una noche como la que se vivirá este viernes. Ellas y ellos trabajan por un objetivo común sabiendo que, eso sí, lo ideal sería no tener que llevar a cabo su labor, que no fuera necesaria. Pero lo es.

Por eso, cuando se les pide mirar al mañana, Gómez habla de dejar “un buen legado” cuando el colectivo desaparezca. “Espero que deje bien marcada esa finalidad de crear un espacio seguro, que no es solo para las mujeres. Quiero poder sentirme a gusto, tener confianza con la gente de la que estoy rodeada. En otras fiestas me hubiera gustado ver lo que veo en las de Harrika, como poder ir al baño sin tener que estar pendiente de que haya alguien…”. 

En esta línea, Rojo desea que “llegue un día en el que no le tengas que decir a nadie para qué se hace la fiesta, que esté claro y que se normalice”, mientras que Arce remarca que “2024 está siendo un año de sembrar y mucho, así que todavía tenemos que recoger”.

“Que cada vez haya más gente que se sume al carro” es el deseo de Alonso, algo a lo que Beramendi añade esa mencionada intención de extender redes por otros territorios y poder establecer más colaboraciones. Todo con la sencilla intención, aunque parece complicada de conseguir, de disfrutar de la cultura en libertad.

Un gran festival en Izarra los días 26, 27 y 28 de julio

Más allá de las fiestas techno que el colectivo Harrika viene celebrando tanto en Gasteiz como en otros puntos en los dos últimos años, ahora se quiere subir todavía un poco más el listón con la celebración del evento queer y feminista Harrikada Festibala. “Queremos que sean tres días de convivencia y arte en la naturaleza”. Dicho y hecho. Ya se sabe que el certamen se llevará a cabo en Izarra, en el parque Ostuño los días 26, 27 y 28 de julio. Está previsto que las entradas se pongan a la venta el próximo 1 de mayo. La intención es unir a artistas locales e internacionales en un cartel que se compondrá de sesiones y conciertos, pero no solo, puesto que también se propondrán otras actividades culturales. Se retomará así una iniciativa que ya tuvo una primera experiencia en 2018 con Garaion como sede.