Nació en Bilbao el 1 de febrero de 1.928. Fue uno de los niños de la guerra que tuvo que salir de Euskadi en el buque Habana para escapar de la Guerra Civil.
El largo camino le llevó a Moscú, donde falleció sin poder volver nunca a su tierra. Hasta ahora, eso sí, porque, a través de su música, Ignacio Luis García Luque está de nuevo aquí.
Lo hace gracias a la asociación sociocultural hispano-rusa Sever que acaba de donar un total de 72 ejercicios musicales escritos por quien fuera director del Coro del Centro Español en Moscú.
Son partituras escritas para tuba, que ya forman parte del archivo de la Banda Municipal de Música de Vitoria. "Él quería que sus partituras estuvieran en Euskadi y así lo hemos hecho posible", apunta la concejal de Cultura, Sonia Díaz de Corcuera.
El acto oficial de entrega se ha querido hacer coincidir con este 22 de noviembre, es decir, Santa Cecilia. Como recuerda el director de la Banda, Luis Orduña, la agrupación lleva tiempo trabajando en torno a la memoria y junto a historiadores de la ciudad en diferentes proyectos. Es ese cuidado y la importancia de su archivo lo que ha llevado a la asociación a hacer esta donación.
Eso sí, más allá de que se puedan consultar las partituras en Vitoria, la Banda va a hacer llegar una copia al Archivo Vasco de la Música Eresbil para ayudar a su difusión, ya que, además, las obras recibidas no son partituras para banda. "Es un orgullo que Sever y su presidenta, Elena Alexandrova, hayan pensado en nosotros para dar este paso", apunta Orduña.
"Tenemos una historia común"
Como explica Alexandrova, con este acto se cumple con un deseo personal que, eso sí, va mucho más allá, que habla de la situación de miles de niños de la guerra que tuvieron que dejar Euskadi y que, en muchos casos, nunca regresaron. Una memoria que, en este caso a través de la música, habla también "de la historia que tenemos en común, que es nuestra y compartida".
Ella recuerda que García Luque llegó a Moscú y con 14 años empezó a formarse en música. La tuba fue su primer instrumento aunque también aprendió a tocar el trombón. "Estos ejercicios musicales seguramente los escribió para contar con literatura propia, puesto que con la tuba estamos hablando del último de los instrumentos en llegar a las formaciones sinfónica", describe Orduña.
De momento, en la Banda ya se están estudiando estas partituras y, de hecho, Ivan Fernández, componente de la agrupación, ha completado el acto oficial de la donación interpretando una de las piezas.