Siempre nos quedará el humor. Y más en estos tiempos de tristes guerras en los que cualquiera agradece una sonrisa. Por ello es un verdadero gustazo charlar en el 140Caracteres de esta semana con un grande en esto del ingenio. En la complicada (y casi mágica) labor de hacer reír a los demás. Porque como muchos han defendido a lo largo de la historia: “Es más difícil hacer comedia que drama, y ahora más necesario que nunca”. ¡Y razón no les falta! Que se lo digan al gipuzkoano Mikel Bermejo, que con solo veinte años, y una mano delante y otra detrás, aterrizó en Madrid allá por 2011 con un único objetivo: convertirse en cómico. Desempeñar el sueño de toda una vida. “Ahorré un dinerillo trabajando de camarero y, junto a un amigo que quería ser actor, nos plantamos en la gran ciudad a buscarnos la vida. Éramos unos chavales con fuerza, con ideas, pero sobre todo con muchísimas ganas de trabajar. Y esa ilusión, esa garra, pudo con todo. Incluso con los malos momentos”, rememora este vasco, cuya infancia se desarrolló en su querido Lasarte-Oria, y en un “pueblo de Extremadura”, próximo a Trujillo, en el que residió tres años.

Pero como en los inicios de cualquier artista, Bermejo se sincera al admitir que la comedia es una profesión en la que “se suda la gota gorda”. “Nada más llegar a Madrid comencé a actuar todo lo que pude en espacios openmic, que son locales en los que te dan la oportunidad de subirte al escenario, contar tus chistes o pasar tu texto, a cambio de una consumición gratis. En mi caso, yo soltaba mis gracias por una cerveza”, detalla. Es, sin duda, la mejor forma de darse a conocer en un mundo que, con el desarrollo de las nuevas tecnologías, también ha hallado un importante mostrador en las redes sociales. De hecho, Mikel las cuida con afán y armonía, sabedor de que casi 84.000 followers en Instagram y 46.000 en TikTok siguen a diario sus aventuras. “También puedes tener la suerte de que te contraten en un programa de televisión como guionista, logres una sección y te des a conocer. Pero la única certeza que tengo es que todo se consigue a base de trabajo, trabajo y más trabajo”, puntualiza.

“La única certeza que tengo es que todo se consigue a base de mucho trabajo”

De hecho, él también coqueteó con la televisión, primero en Euskal Telebista y después en el programa más famoso (y polémico) del momento: El Hormiguero. En él ejerció como guionista de Trancas y Barrancas, una fantasía que recuerda “con mucho cariño”: “Fue como un máster avanzado”. Pero Bermejo es un animal de teatro, de escenarios, de auditorios, de contacto directo con un público. Ahora, once años después de su desembarco en la Ilustre Villa, admite que “su sueño se está cumpliendo”: “Vivo de la comedia, y me enorgullece decirlo”. No es para menos. Ya puede leer su nombre en los cotizados carteles luminosos de la Gran Vía. Tiquismiquis, su propio espectáculo, tiene espacio fijo en el Teatro Arlequín. Un show que también le llevará en abril de 2024 hasta el Kursaal de Donostia. Para que dentro de tanto esfuerzo nunca deje de soñar.

Perfil digital

Un tipo gracioso con miles de seguidores: Mikel Bermejo admite que siempre fue el “gracioso de la clase”. Un liderazgo que, extrapolado a sus redes sociales, todavía mantiene. Y que con un exquisito cuidado y gran trabajo de edición le ha posicionado muy bien en Instagram, con una comunidad de casi 84.000 followers, y también en TikTok: red en la que suma 46.000 seguidores. Su actualizada página web (mikelbermejo.com) también sirve como agenda para echar un vistazo al lugar (y precio) de sus próximas actuaciones.