Es en el teatro donde está llevando a cabo buena parte de su trayectoria hasta el momento. A buen seguro, aquella niña que acudía al Taller de Artes Escénicas de la capital alavesa no se imaginaba que un buen día podría ganar un Goya. Sin embargo, ese momento está ahora muy cerca. La intérprete gasteiztarra compite en la categoría de mejor actriz revelación, un galardón que se disputa con Ángela Cervantes (Chavalas), Almudena Amor (El buen patrón) y Nicolle García (Libertad). Junto a ellas está una María Cerezuela que ha conseguido la nominación gracias a interpretar en la gran pantalla a María Jáuregui, hija de Maixabel Lasa y Juan Mari Jáuregui. De hecho, Maixabel, de Iciar Bollaín, es una de las películas que más premios se puede llevar de la cita del 12 de febrero.

Justo estaban rodando 'Maixabel' cuando se produjo la gala de los Goya del año pasado. ¿Se le pasó por la cabeza que igual algún día usted podía estar ahí?

-No, qué va, para nada. De hecho, una de las amigas de mi personaje está interpretada por Jone Laspiur, que ganó el Goya gracias a Ane. Y ni siquiera con eso se me pasó por la cabeza. Me parecía algo muy lejano. Yo estaba ahí haciendo mi trabajo, intentando dar lo mejor de mí y en ningún momento se me ocurrió que iba a estar en esta situación. Para nada.

Ahora que la menciona, poco antes de los Goya del año pasado, la propia Laspiur contaba en estas páginas que la nominación le había llegado en un momento extraño, todavía formándose, de hecho. ¿En qué momento le ha pillado a usted, que ya lleva un tiempo haciendo su camino profesional, la nominación?

-Desde siempre he sido actriz de teatro, pero creo que este papel justo me ha llegado cuando tenía que ser. Con la película he aprendido muchísimo. Profesionalmente, no te lo puedes imaginar. Pero personalmente, ha sido otra galaxia diferente. Me ha llegado en un momento bueno en el que creo que soy mucho más madura, veo las cosas con muchísima más calma y serenidad. Siempre me he considerado como una persona con los pies en la tierra. Más allá de eso, el premio estaría genial, todas y todos lo queremos, pero si nos sirve para seguir trabajando, para seguir nutriéndonos con cada experiencia. Es lo que nos gusta hacer y además tenemos que comer, así que ojalá la nominación, o el premio si llega, sean para tener más papeles.

Ha pasado un año del rodaje. ¿Lo tiene todavía presente o ya le pilla un poco lejos?

-No, no, no creas que me pilla tan lejos. Creo que todos los que estábamos allí lo vivimos de manera tan intensa, tan desde dentro, con tanto amor y dedicación, que se ha convertido en un recuerdo que tenemos muy presente. Por lo menos, es mi caso. Aprendí muchísimo. Además, María Jáuregui, a quien yo interpreto en la pantalla, es una persona que me ha enseñado muchísimo. Todo ese aprendizaje que pude atesorar junto a ella es algo que me llevo conmigo, que tengo muy en mente todos los días. De verdad te digo que pienso que este proyecto me va a acompañar siempre porque ha sido una vivencia tanto profesional como personal muy grande. Mira, es que he tenido el lujo de que me dirija una persona como Iciar Bollaín y de estar acompañada, sobre todo, por Blanca Portillo, que es con quien más escenas comparto. Pero podría decir lo mismo de Luis Tosar y de Urko Olazabal. Es gente muy profesional y no le puedo pedir más a la vida.

Pero trabajando, Blanca Portillo tiene que ser de las que impone.

-Sí, sí, pero en plan bien. Blanca ha sido mi referente siempre. Y poder rodar con ella me ha servido para aprender muchísimo. Además, me he sentido muy protegida por ella. Es que no podría haber tenido una compañera mejor.

Sucede con películas de este tipo, que tratan temáticas duras que al espectador le tocan muy de cerca, que las reacciones que provocan suelen ser muy viscerales y, además, irreconciliables. ¿En algún momento le preocupó lo que se podía generar con 'Maixabel'?

-Mientras estábamos rodando sí que nos preocupaba cómo iba a caer la película en el público, cómo iba a calar el mensaje, si para bien o para mal. Sí que estábamos en aquellos momentos con cierta incertidumbre. Pero en el pase que hubo en el Zinemaldia, vivimos ocho minutos de ovación. Y ahí, pensamos: vale, algo hemos hecho bien (risas). La película luego ha tenido su recorrido, sobre ella se ha hablado mucho, en general desde el respeto. Creo que es una película que, al final, incita al debate pero en el buen sentido. Ayuda a acercar posturas para, realmente, sentarnos en una mesa y compartir lo que nos pasa y lo que pensamos. Al final, es lo que hace Maixabel Lasa con Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta.

Lo que pasa es que parece que estamos en unos tiempos en los que da la impresión de que todo ofende.

-Igual es así, pero ya te digo que, en el caso de la película, las energías que a mí me transmite esta historia van en ese sentido. Claro que Maixabel no le habrá gustado a unos, le habrá encantado a otros, e incluso habrá gente a la que le haya provocado un click en el cerebro. Soy de las que piensa que una película, cuando sales del cine y vas para tu casa, te tiene que hacer pensar, tienes que ir dándole vueltas a lo que has visto.

Las nominaciones se conocieron hace ya un tiempo, incluso ya han tenido la cena de nominados y estas cuestiones protocolarias. ¿Cómo está viviendo estos momentos previos a la gala, ya un poco más tranquila?

-Sabes lo que pasa, que como ahora mismo estoy en otro proyecto, la cabeza la tengo al 100% en eso. Pero sí me pasa en algún momento que miro hacia un lado y veo a los Goya diciendo: estamos aquí, ya llegamos. Ahí sí que me entra un poco de vértigo. Obviamente va a ser una noche muy especial. Lo que quiero es pasármelo superbien, estar con el equipo, con mi familia, y con mis amigos y amigas aunque sea a distancia. Quiero disfrutar y alegrarme mucho, sea una cosa u otra. Me gustaría tener muy presente dónde estoy y a dónde he llegado, que ya es mucho.

¿Alguien del TAE o de aquellos inicios le ha mandado algún mensaje o algo por el estilo?

-No, pero porque yo en el TAE daba talleres los sábados por la mañana y tenía 7 años entonces. Dudo que se acuerden de mí (risas).

¿Y la gente más cercana, cómo está viviendo todo lo que está pasando con los Goya?

-Están como más motivados y motivadas que yo (risas). Yo lo intento bajar todo a tierra y ver lo que está pasando con cierta normalidad, aunque, en realidad, de normal tiene poco. Pero sí que en el entorno me están preguntando que qué voy a llevar, qué voy a decir, qué no sé qué. Y yo siempre digo: me da igual, lo que quiero es pasármelo bien. Me siento muy afortunada de haber llegado hasta aquí y, además, de compartir nominación con mis compañeras, que tienen unos pedazo de curros impresionantes.

¿Con alguna ha coincidido antes, verdad?

-Sí, con Ángela Cervantes coincidí hace muchísimos años en un taller creo que de dramaturgia. En la cena de los nominados nos conocimos, salvo a Nicolle García que no pudo venir. La verdad es que estuvimos muy a gusto. Sinceramente, lo de la competencia y todos esos rollos no van conmigo. Gane quien gane, te lo aseguro, me voy a alegrar.

Más allá de lo que ocurra el 12 de febrero, ¿qué planes profesionales hay sobre la mesa para este 2022?

-Ahora mismo estoy en un proyecto del que estamos haciendo los primeros ensayos pero no puedo decir mucho más, de momento. Solo te puedo adelantar que va a ser una pasada (risas).

¿El teatro siempre está ahí o esta incursión en el cine, aunque usted ya tenía experiencia audiovisual, debe traer más pasos en la pantalla a corto plazo?

-El audiovisual me encanta. Me parece muy sacrificado pero me atrae mucho y claro que seguiría haciendo. Por supuesto. Pero es verdad que mi sangre, mi cuerpo y mi alma son para y por el teatro. Desde pequeña empecé en teatro, he estudiado arte dramático y antes de Maixabel, todo lo que había hecho era teatro, más allá de algunos cortometrajes. Es más, echo mucho de menos el teatro. Tengo muchas ganas de coger una obra y darle caña.