a convertido en el presente del rock´n´roll, en 1979, justo antes de editar The river, Bruce Springsteen participó en el festival No Nukes, en Nueva York, en el que toda una legión de músicos soñaba con una tierra prometida sin energía nuclear. Aquellos dos conciertos en el Madison Square Garden, con The Boss en su plenitud física y artística, supusieron “nuestra entrada pública en el terreno de la política”, explicaba el rockero de New Jersey en su autobiografía. Un disco y una película recuperan esas veladas, y coinciden con Renegados: Born in the USA (Penguin Random House), su libro de conversaciones con Obama.
Hasta finales de los 70, Springsteen había dejado hablar a la música y nunca había realizado actos o manifestaciones de carácter político. A partir de Born to run, con la entrada en su equipo como manager del periodista musical Jon Landau, se amplió su visión social y política tras la lectura del libro Historia de Estados Unidos, lo que fue evidenciándose en su discografía (Nebraska, Born in the USA, The ghost...) y sus apoyos a los candidatos demócratas en las últimas décadas.
La primera imagen del cambio llegó en 1979, a raíz del accidente nuclear ocurrido el 28 de marzo en Three Mile Island, cerca de Harrisburg, en Pensilvania. La consecuencia fue un exponencial aumento de los casos diagnosticados de cáncer y leucemia en el entorno de la localidad. La plana mayor del folk y el rock estadounidense -de Doobie Brothers a Crosby, Stills and Nash, James Taylor, Bonnie Raitt, Tom Petty & The Heartbreakers, Poco y Ry Cooder, con Jackson Browne al frente- reaccionó con la organización de unos conciertos contra la energía nuclear que se convirtieron después en un triple disco y película.
Y allí estuvo Springsteen, que volvía a los escenarios y fue la estrella del festival. “Esos conciertos supusieron nuestra entrada pública en el terreno de la política”, escribió en su autobiografía, Born to run. Tocó dos noches, las del 21 y 22 de septiembre, que ahora quedan recogidas en The Legendary 1979 No Nukes Concerts (Sony Music), un lanzamiento en varios formatos ya disponible en doble CD con DVD, doble vinilo y posibilidad de Blue- Ray. Y le muestran en la cúspide de su carrera, con él y The E Street Band como reyes absolutos del rock sobre un escenario. Ambos incuestionables desde el arranque con tres canciones de Darkness on the edge of town, su anterior disco publicado, y el estreno de The river, todavía inédita.
Con la banda entregada y desplegando un sonido fresco y espontáneo, Springsteen escupe cada verso de Prove it all night, el saxo incendiario de Clemmons compite con los teclados de Federici, las guitarras arañan, la batería propulsa a la banda y el jefe muestra una cara que es la expresión máxima de la felicidad. Y lo mismo en Badlands, donde busca las primeras filas, o un The promised land con magníficos coros finales y armónica arenosa.
Justo antes de interpretar por vez primera en directo The river y de montarse una fiesta con lúdica Sherry darling, Bruce recibió una tarta por su cumpleaños y la tiró al público. Y se aprecia por vez primera en la película, no así cómo obligó a desalojar a la fotógrafa y exnovia Lynn Goldsmith del concierto, que siguió imparable con Thunderroad y la operística y melodramática Jungleland antes de desembocar en una aceleradísima versión de Born to run y en la minusvalorada y arrebatadora Rosalita, introducida con unos versos del tema de Sinatra The moon is yellow (and the night young).
Springsteen se muestra desatado en los bises. Corre por el escenario y toca subido al piano, y tras su versión de Stay, con Browne, Tom Petty y Rosemary Butler, se marca un Detroit Meddley que es un vendaval de fiesta, electricidad, entrega y dominio circense del escenario. Como su revisión de Quartet to three, de Gary US Bonds, donde se confiesa un “prisionero del rock´n´roll” antes de levantarse del escenario y continuar, descamisado, con un vitaminado Rave on popularizado por Buddy Holly y dejando un sonido e imágenes perennes para la historia de la música popular.
Coincidiendo con el concierto de No Nukes aparece Renegados: Born in the USA, un libro en el que Bruce y su amigo Barack Obama se reúnen para ofrecer sus reflexiones sobre el presente y la historia de su país, y cuestiones como su vida personal, la masculinidad, el racismo o su amor compartido por la música. Son conversaciones sobre el significado, la identidad y la idea de comunidad, entre el sueño estadounidense y la cruda realidad. Aporta discursos del presidente, incluido el pronunciado en el 50º aniversario de la marcha de Selma, letras escritas a mano de las canciones de Bruce y fotos exclusivas de los archivos de ambos.